El bloqueo del escritor es uno de los mayores enemigos de los narradores, pero no es tan horripilante como el sentimiento que nos produce. El no poder escribir, el sentir que no avanzamos, nos genera una sensación de vacío, de frustración e incluso de inseguridad.
A mí me asalta cada vez que puede. Al principio me daba temor, como si viniera desde la penumbra para atacarme. Poco a poco fui aceptándolo y asimilando que también era parte del proceso, así que dejé de luchar contra él y me ocupé. Por eso, y con base en la experiencia, te puedo compartir estos trucos que a mí me funcionan muy bien:
- Regresa un poco en la historia. A veces las últimas líneas escritas no te terminan de convencer. Quizás haya alguna acción forzada que no está dejando que la historia avance. Lee lo último que escribiste y a partir de donde sientas que la historia no cuadra, borra y reencuentra el camino. Muchas veces sólo es cuestión de cambiar la dirección del discurso para que vuelva a fluir.
- Deja que la historia descanse. La frustración por no poder escribir sólo genera un bloqueo mayor y, en ocasiones, enojo. ¡Respira! Enfoca tu atención en otras cosas, como leer, ver películas o series, pasar tiempo con tu gente, entretenerte con tus hobbies, caminar o hacer servicio. La convivencia con el mundo te relajará, nutrirá y reenfocará; entonces, tendrás la mente clara y nuevas ideas para continuar tu historia.
- Escribe a partir de una imagen. Escoge un cuadro o una fotografía y describe lo que ves: los colores, los caminos, las luces, las personas que están ahí. Y luego, pregúntate qué harían a continuación. Es como ponerle pausa a una película y después hacerla avanzar de nuevo. No pienses si saldrá bien o si servirá para tu historia. La idea es ejercitar tu mente para que el bloqueo desaparezca.
- Escribe a partir de un verso. Este es un ejercicio muy útil, incluso para practicarlo en grupo. Toma un libro de poesía, selecciona una página y piensa en un número. Cuenta los versos y cuando llegues al número elegido, crea una historia a partir de esa línea. Y si hacen el ejercicio entre varias personas, pueden comparar los diferentes caminos que cada quien tomó a partir de una misma idea.
- Escribe sobre cómo un escritor o escritora combate el bloqueo. Ponlo a pelear con esa entidad, dale forma de monstruo o de espectro y que tu protagonista, a través de sus habilidades, pelee contra ella. Cuando termines, guarda ese texto como si fuera un amuleto y recurre a él cada vez que sientas al bloqueo aproximarse hacia ti. De esta manera, seguirás escribiendo y podrás recordar, las veces que sea necesario, que sí puedes derrotar a ese enemigo. Incluso, escribe tu problema: Hoy no puedo escribir por… Así harás una catarsis sana, que te ayudará a relajarte y a pensar en otras cosas. Al final, estarás logrando tu objetivo: escribir.
No esperes tanto a las musas o a la inspiración. Son entes poco confiables y caprichosos. Forja la disciplina de escribir una frase, un párrafo o una hoja todos los días. Éste es un oficio que se hace, como diría el escritor Ignacio Martín, en gerundio, es decir, escribiendo. Tente paciencia. Disfrútalo, goza sus pausas y no te frustres. Parte del trabajo literario es también dejar de escribir para hacer otras cosas que, de paso, nutren tu vocación.