La soledad es como agua en calma: en ella se refleja sin distorsión tu mente. El tiempo a solas, elegido o no, puede ser una oportunidad para oprimir tu botón de reinicio. Para aprovechar el tiempo que pasas contigo es importante estar abierto a los beneficios que puede brindarte la soledad.
Vivimos en una sociedad de ruido, con miedo al silencio y a la soledad, como si quisiéramos tapar algo, lo que sea que nos incomode; siempre hay un aparato encendido o alguien gritando. Yo prefiero la música o el silencio, las dos expresiones más bellas del tiempo. Crecí solitario, desde pequeño hallé un lugar en mi mente donde vivo solo y nunca encontré una compañía que fuera tan agradable como la soledad.
Hasta hace poco, éramos adictos a estar ocupados; ahora estamos en proceso de desintoxicación. Después de la abstinencia, vendrá un periodo de claridad. Mientras tanto, el aburrimiento es un poderoso catalizador de la creatividad, porque crea una atmósfera única en tu mente de la cual pueden emanar ideas inusuales, extraordinarias.
Una etapa de crisis puede ser tierra fértil: los dilemas existenciales son momentos ideales para la introspección, pues te obligan a confrontarte desde un ángulo que no habías previsto, con lo que cambia la sustancia de tu pensamiento y te conoces mejor.
La fortaleza y el temple también se pueden conseguir por rutas inesperadas. Como lo expresó el brillante psiquiatra Viktor Frankl: “Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiar nosotros mismos”. Pensar diferente. Cambiar el foco de atención puede ser una habilidad que desarrollar en esta era de pantallas saturadas y calles desoladas.
Podemos empezar por apreciar las cosas que antes dábamos por hecho y las nuevas que estamos descubriendo. Podemos vivir diferente, hacer cosas diferentes. Por supuesto, no hay vergüenza en no hacer absolutamente nada, si eso es lo tuyo. Estos tiempos ya de por sí son desafiantes, sin imponerse nada a uno mismo. Aun así, no está de más proponer unas ideas interesantes:
Ten una cita contigo mismo. Eres tu mejor compañía, así que sé cortés y amable contigo mismo; cortéjate, prepárate, consiéntete, hazte sentir bien. Sólo cosas buenas pueden surgir de tales acciones.
Lee. Una novela, un libro sobre divulgación científica o Mafalda. Haz que tu mente atraviese el portal de la palabra escrita a otras mentes. Esto te sacará de tu cabeza por refrescantes lapsos, incrementando la inteligencia y la empatía.
Arma un maratón de películas. Escoge un criterio: las películas que siempre has querido ver, la filmografía de un cineasta que admiras o las diez mejores películas de tu género favorito. Palomitas incluidas.
Date un largo baño. El agua, las burbujas de jabón, alguna vela encendida y tu música favorita de fondo son una combinación difícil de superar.
Baila desnudo. No hay nada que perder ni nada que probar. Con soltura, gracia y humor todo fluye mejor. Nada como saber bailar con uno mismo.
Da un paseo. Mental, puede ser. Abre tus ventanas, asómate al mundo, mira el cielo, cierra los ojos y bébete el aire. El universo sigue ahí: escúchalo.
Prepárate un antojo. Un buen café o un trago, tu disco favorito y tu sillón preferido. Sedúcete con un gran trato, uno muy bien merecido.
Toma fotos. Aprende a observar cosas que no sueles ver, mira los detalles, imagina encuadres raros y arma un álbum visual de una etapa inusual.
Cambia la decoración. Tu casa es tu refugio y también puede ser reinventado. Refrescar tu entorno es refrescar tu mente, porque son la misma cosa.
Toma cursos en línea. De arte, de plomería, de cocina o de lo que quieras. Alimenta tu cabeza de temas que te gustan o que no conoces, porque nunca sabes dónde vas a encontrar el siguiente valioso tesoro en tu vida.
Escribe. Empieza un cuaderno de reflexiones, de sueños, de miedos, de canciones. Vacía tu mente en papel y enriquécete de tu propio proceso.
Medita. Contempla. Observa. Reflexiona. Dale un compás periódico de silencio a tu mente, que también necesita respirar.
Dibuja. Empieza por llenar páginas con espirales de varios tamaños y, luego, deja que esas líneas te lleven de paseo.
Mira alguna plática TED. La inspiración es la acción más elevada de un ser humano. Aquí la encontrarás en abundancia.
Mantente conectado con tu gente. Hazle saber a tus personas favoritas que aquí estás, que piensas en ellas y que las quieres. Nada hay más importante.
Toda esta situación me recuerda mucho al Kintsugi, el viejo arte japonés de la compostura de la cerámica rota. En lugar de ocultar las grietas, la técnica consiste en volver a unir los pedazos rotos con laca mezclada con oro, plata o platino en polvo. Cuando se arma de nuevo, la pieza entera de cerámica adquiere un encanto que la hace aún más bella, única y sabia, pues posee su historia rota y la despliega con gracia y orgullo.
Nosotros también tendremos una segunda vida. Propongo que cuando nos volvamos a unir, nos recobremos con gracia y con dignidad. No será la primera vez que nos demostremos nuestra inmensa capacidad humana para la resiliencia, el crecimiento y la empatía.
Pero un día a la vez. ¿Qué quieres hacer contigo hoy?