Si alguien pensaba que la auténtica novela gótica había muerto en el siglo XIX, este libro le hará cambiar de idea. Una novela llena de esplendor y de trampas secretas donde hasta las subtramas tienen subtramas. En manos de Zafón, cada escena parece salida de uno de los primeros filmes de Orson Welles. Hay que ser un romántico de verdad para llegar a apreciar todo su valor, pero si uno lo es, entonces es una lectura deslumbrante.
Stephen King, sobre La sombra del viento; citado por Andrés Guerra en La Vanguardia.
Cierta noche, Daniel Sempere se da cuenta con tristeza de que no puede recordar el rostro de su madre, muerta en una epidemia de cólera después de la Guerra Civil Española, y llora. Su padre, luego de calmarlo, le pide que se vista porque quiere mostrarle algo. Así, en el verano de 1945 Daniel es llevado por su padre a un lugar secreto “del que no debe contar nada a nadie, ni siquiera a su amigo Tomás”.
Daniel se ha criado entre libros; vive en un pequeño piso encima de una librería de “ediciones de coleccionista y libros usados” que su abuelo heredó a su padre. Después de caminar de madrugada por las calles de Barcelona, se detienen frente a “un portón de madera ennegrecido por el tiempo y la humedad”, donde son recibidos por un hombre llamado Isaac, quien les permite la entrada hacia lo que parece un mundo aparte: pasillos en penumbra con estanterías llenas de libros, donde Daniel puede ver a pocas personas, de entre las cuales cree reconocer a algunos de los colegas libreros de su padre.
El señor Sempere le explica a Daniel que el lugar es un misterio y nadie sabe desde cuándo existe; también que cada libro tiene un alma que se fortalece con cada persona que lo ha leído y que, cuando una biblioteca o una librería cierran sus puertas o un libro se pierde en el olvido, quienes frecuentan el lugar, los llamados “guardianes”, se aseguran de rescatar los ejemplares para preservarlos allí. Finalmente, le habla de la costumbre de que, en su primera visita, el nuevo guardián elija un libro para asegurarse de que nunca desaparezca, subrayando que ello será un compromiso de por vida. Daniel, con total desconocimiento tanto del título como del autor, se siente atraído hacia La sombra del viento, escrito por Julián Carax. Al elegirlo, el chico vivirá varias historias —algunas entrañables y otras inquietantes— alrededor de dicha novela y de ese misterioso lugar: el Cementerio de los Libros Olvidados.
Ilustración de portada de “La sombra del viento”
(Del fondo de pantalla gratuito descargable en el sitio del autor)
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El 19 de junio de 2020, el mundo literario supo sorpresivamente que había perdido a uno de sus escritores más exitosos a consecuencia de un cáncer de colon, con el que luchó desde sus primeros síntomas en enero de 2018.
Carlos Ruiz Zafón nació en Barcelona, España, en 1964. Comenzó a escribir desde la adolescencia y se cuenta que le presentó su primera novela a Francisco Porrúa, quien no la publicó, pero lo animó a continuar escribiendo. Estudió Ciencias de la Información y trabajó para varias grandes y conocidas agencias de publicidad. En 1993 ganó el Premio Edebé de Literatura Juvenil con su novela El príncipe de la niebla —obra con la que, junto con El palacio de la medianoche (1994) y Las luces de septiembre (1995), formó la serie conocida como La trilogía de la niebla. Otras obras consideradas juveniles serían la novela Marina (1999) y el relato corto “Rosa de fuego” (2012), publicado en la revista Magazine y en el Diario de Ibiza con motivo del Día del Libro, evento que Zafón gustaba de promocionar.
Atraído desde siempre por el mundo del cine, una de sus primeras y grandes pasiones, ocupa su premio para mudarse, junto con su esposa MariCarmen Bellver —a quien conoció mientras estudiaban la carrera—, a la ciudad norteamericana de Los Ángeles para probar suerte como guionista, trabajo gracias al cual pudo hacer amistad con grandes personalidades de la industria cinematográfica. Ya instalado, Carlos se dedicó de lleno a escribir, a componer música y a dar forma a su primera novela para adultos, que vería la luz en 2001 bajo el nombre de La sombra del viento, cuya suerte editorial fue difícil al principio, pero, gracias al fenómeno de la recomendación de boca en boca, fue ganando adeptos hasta convertirse, más que merecidamente, en un best seller.
Carlos ya tenía un plan, que consistía en extender las aventuras de sus personajes por tres novelas más, y todo estaba ya en su mente. Para cuando completó su tetralogía con El juego del ángel (2008) —que salió a la venta con el enorme e inusual tiraje de un millón de ejemplares—, El prisionero del cielo (2011) y El laberinto de los espíritus (2016), el autor contaba con el favor de millones de lectores por todo el mundo, pues ya había vendido más de 15 millones de ejemplares, que fueron traducidos a más de 30 idiomas. Esto lo colocó como el segundo escritor español más vendido de la historia, debajo únicamente de Cervantes y su Quijote.
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El espacio no resulta suficiente para hablar de un autor que sedujo a infinidad de lectores con su obra. Basta decir que Carlos era tan reservado que no se sabe mucho más sobre él. Quizás el Dragón intuía, desde un inicio, que su verdadero legado no estaría en su persona, sino en su obra. Sin embargo, hay algunas curiosidades que ayudan a comprender mejor al hombre detrás de los libros:
- El Príncipe de Parnaso, publicado en 2012, es un texto que transcurre en el ambiente de la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados, por lo que algunos lo clasifican como el “número cero” de la serie.
- Poco se conoce de la vida privada de Carlos Ruiz Zafón, salvo lo que en algunas entrevistas él mismo permitió vislumbrar o lo que sus pocos allegados han querido compartir. La forma con que manejara su enfermedad, de la que sólo sus familiares y pocos amigos se enteraron, es un ejemplo de la gran discreción que lo caracterizó.
- Tiene una gran afición por los dragones, seres que considera su alterego. Su gusto por coleccionarlos, vestirse con ropa alusiva a ellos o dibujarlos se debe, según explica en su sitio oficial, a su ciudad natal: “Barcelona es ciudad de dragones, que adornan o vigilan muchas de sus fachadas, y me temo que yo soy uno de ellos”. Llegó a coleccionar más de 500 criaturas; además, tenía facilidad para dibujarlas velozmente, por lo que solía plasmarlas en los libros que autografiaba.
(Foto sup.: Xavier Cervera;
inf. izq.: Bernat Armangue/AP; inf. der.:LVD)
- Otra de sus grandes aficiones era componer música. Según la directora de comunicación de su casa editorial, Laura Franch, “para escribir sus novelas, se imaginaba lo que llamaba ‘la banda sonora de la escena’, que componía y luego interpretaba, antes de ponerse a escribir”.
(Foto: David Airob)
- El éxito de la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados dio como resultado el fenómeno de la publicación de guías turísticas sobre la Barcelona de Ruiz Zafón, así como paseos literarios por los escenarios descritos por el autor.
¡Hasta siempre, Dragón!