Para hablar de despertar espiritual, el ejemplo que viene primero a mi mente es uno de los más reconocidos exponentes del tema: el doctor Wayne W. Dyer, quien nació en 1940 y murió en 2015, fue un psicólogo y autor estadounidense, y al que muchos conocen por su best seller mundial Tus zonas erróneas, publicado en 1976 y del que se han vendido más de 35 millones de ejemplares en varios idiomas.
Inicialmente, Dyer impartía clases acerca del funcionamiento de la psique y la conciencia, que era su tema de estudio principal, hasta que tras una experiencia trascendental encontró su propio camino espiritual. Entonces, usando recursos tomados del libro Un curso de milagros y de las enseñanzas de David R. Hawkins y Louise Hay, comenzó a dedicarse al desarrollo de la espiritualidad.
Además de haber impartido charlas y seminarios a nivel masivo, Dyer recopiló parte de sus enseñanzas en una cinta titulada El cambio —The Shift—, en la que explica lo que suele pasar cuando uno empieza a restar atención a los procesos materiales y superficiales del ego, y a tomar conciencia de la propia existencia y del propósito del espíritu.
El ego y el despertar espiritual
Uno de los puntos que expone la película es cómo solemos sacar a Dios de nuestro camino debido a las creencias del EGO —el cual se identifica con las iniciales de la expresión Edge-God-Out o “dejar de lado a Dios”—, el cual nos hace creer que tenemos respuestas para todo, pero sólo desde el estado limitado de la mente racional, ignorando la noción de que nuestra esencia espiritual interna, que está conectada con el Todo, tiene las respuestas más profundas.
Es debido a este intento de controlar nuestra vida a través de la fuerza y el raciocinio que perdemos la conexión con nuestro ser interno e interrumpimos el libre flujo de energía espiritual, lo cual a la larga puede traer una sensación de vacío, estancamiento, dificultades e insatisfacción.
Desde mi experiencia personal, y acorde con las ideas de Dyer, alcanzar el despertar espiritual es ir despojándose de las capas del ego que se presentan en forma de sentimientos y pensamientos de ira, egoísmo, agresividad, escasez, envidia, superioridad o la idea de ser más especiales que los demás, y de miedo, que es el sentimiento y pensamiento que engloba todo lo anterior.
Por eso, cuando te enfocas y estás listo(a) para un crecimiento interior, es como si las enseñanzas espirituales te atrajeran, los maestros celestiales y terrenales se hicieran presentes, y las señales de amor universal te regalaran personas, libros, cursos, videos, películas, meditaciones y espacios para acercarte a esa lucecita que todos tenemos dentro y que está a la espera de que la enciendas.
Al empezar un proceso de despertar espiritual, pueden presentarse síntomas tales como: cambios en los patrones de sueño, sensación de comezón o pinchazos en la coronilla —que, según algunas tradiciones, es la apertura del chakra corona—, emociones que cambian súbitamente y parecen acumularse en el pecho, alergias que no se padecían y amplificación de los sentidos. También es probable que ya no desees comer alimentos con conservadores o carnes rojas, o que percibas aromas que no están en tu presencia.
Lo anterior, aunque puede ser desconcertante, puede ser un signo de que estás empezando a tener una mayor apertura a rechazar lo que no te hace bien, a soltar emociones densas y a “recalibrarte” energéticamente, aunque siempre es recomendable cerciorarse de que estos síntomas no forman parte de algún tipo de enfermedad o trastorno, antes de asumir que se trata del despertar espiritual —en este sentido, es valioso contar con una guía experimentada.
En mi camino de despertar, hace ya varios años, viví experiencias como las que describo y aunque al principio me costó trabajo entenderlas, al final me llevaron a donde tenía que estar. Así que si estás en este proceso, trata de disfrutarlo, pues muchos maestros y místicos pasaron por lo mismo. Y si no puedes con esas emociones, se vale pedir ayuda a un terapeuta holístico o a un psicólogo, ya que el camino del despertar espiritual nunca es el mismo para todos.