Hablar de la novela nos lleva muchos años hacia atrás en el tiempo. Aunque este género no es tan antiguo como el teatro, la poesía o las epopeyas, que fueron tempranas narraciones épicas de guerras, batallas y héroes, las primeras novelas tienen muchos siglos de haber sido publicadas.
Antes de entrar en materia, hay que aclarar que epopeyas antiguas como la Iliada y la Odisea, de Homero, o la épica sánscrita del Ramayana, atribuida a Valmiki, llegaron a nuestros días en forma de narrativa, pero están escritas en cantos y versos —más fáciles de recordar que la prosa—, y en origen se recitaban, de modo que definitivamente no son novelas, aunque sí un antecedente lejano de éstas, las cuales hoy constituyen uno de los géneros más leídos en el mundo.
Entonces, ¿cuál se considera la primera novela de la historia? No hay una sola respuesta, pero muchos afirman que Dafnis y Cloe, escrita en el siglo II d.C. por el griego Longo de Lesbos, podría considerarse como tal. Ésta cuenta la historia de dos niños abandonados en un bosque y encontrados por sendos matrimonios de pastores que los adoptan; él y ella crecen juntos y, con el tiempo, cultivan una amistad en la que comparten las duras faenas del pastoreo; al crecer, descubren el erotismo, se enamoran y, como en todo final feliz, terminan casados.
Otras fuentes resaltan La historia de Genji, escrita en Japón durante el siglo XI por una autora llamada Murasaki Shikibu, quien era nieta de un poeta además de cortesana. Poniendo atención, vemos que no tiene un título como tal, pues en aquella época las historias se contaban y ya; lo que le da los rasgos de novela es su extensión y la complejidad con que se adentra en los sentimientos de los personajes, además del tratamiento de temas como el amor, la sexualidad y la descripción precisa de la vida en las cortes del periodo Heian del Japón medieval.
Dos siglos después, entre 1283 y 1286, Ramon Llull —un filósofo, poeta, místico y teólogo originario de Mallorca— escribió la novela Blanquerna, la cual tuvo una gran influencia en la narrativa medieval; el libro lleva el nombre del personaje prinicipal, quien es hijo de un mercader y elige la vida del ermitaño; después se hace monje, termina siendo elegido Papa y al final regresa a la vida contemplativa del ermitaño. Por otro lado, en este tiempo se escribieron dos de las cuatro novelas clásicas de la literatura china: Romance de los Tres Reinos (1330) de Luo Guanzhong, y la primera versión de A la orilla del agua (1373) de Shi Nai’an.
Ya en el siglo XV, en España surgió la novela sentimental. La obra más representativa de este subgénero es, según se dice, Cárcel de amor, escrita por Diego de San Pedro, de cuya vida conocemos muy poco; lo que sí se sabe es que la novela —que narra el desventurado amor de Laureola y Leriano, quien termina suicidándose— fue un best- seller de su tiempo, además de que se tradujo a varias lenguas y se siguió reeditando hasta el siglo XVII.
Con el cambio de siglo, surgieron los libros de caballerías en la península ibérica. De entre ellos, vale la pena destacar: Tirante el Blanco, de Joanot Martorell; Curial e Güelfa, de autor anónimo, y la que es quizá la más representativa del género: Amadís de Gaula, cuya edición más antigua conocida fue impresa en 1508 y cuya autoría hasta hoy es discutida. La historia era tan famosa que incluso Don Quijote la cita varias veces en sus aventuras con Sancho Panza.
En Italia, también a principios del siglo XVI, el ambiente pastoril es el escenario para situar al amor en la novela Arcadia (1502), de Jacopo Sannazaro, la cual implicó otro éxito internacional, pues fue traducida al inglés, al portugués y a otras lenguas. Y si te quedaste con la duda sobre las otras dos novelas clásicas de la literatura china —sólo te comenté dos—, éstas son: Viaje al oeste, (1590) atribuida a Wu Cheng’en, y Sueño en el Pabellón Rojo (1792) de Cao Xueqin.
Para terminar este breve recuento, cerramos con Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, publicada entre 1605 y 1615, considerada como el inicio de la novela moderna y el cierre de la novela antigua, y que es una delicia de lectura. Estos libros tan antiguos permiten adentrarse en el pensamiento y las costumbres de la época, que muchas veces son muy distintos a los de la actualidad; por eso vale la pena rescatar y releer tales historias, que son parte de nuestra evolución y nuestro legado como sociedad y como especie.