El arte es el medio con que los artistas manifiestan los ideales y las emociones que los desbordan. En todas sus formas, se nutre de deseos, preguntas, críticas, miedos y de todo aquello que los motiva al momento de crear sus obras. Es sabido que algunas de ellas incorporan elementos históricos o de la realidad cotidiana, pero también existen aquellas que han sido inspiradas o creadas con el objetivo de rendir tributo a otras formas de arte.
Rastrear las obras artísticas que referencian otras no siempre es tarea sencilla, pues las cartas o documentos que indican dicha conexión pueden haberse perdido, sobre todo si se trata de piezas que datan de cientos de años de antigüedad. No obstante, es común que las pinturas o esculturas se inspiren en relatos, pues la tradición oral y los mitos han estado presentes desde tiempos inmemoriales. Actualmente se lleva un registro de estas referencias en libros sobre teoría del arte y en museos que exhiben las obras.
Leer un libro provoca cambios en nuestro cerebro y se refleja en nuestras emociones, además de que produce respuestas fisiológicas, como pueden ser un aumento de la irrigación sanguínea, dilatación de las pupilas, llanto y escalofríos, entre otras. Lo anterior se traduce en combustible para la imaginación, pues surgen preguntas sobre el contexto de la obra, de los personajes e, incluso, sobre la vida del autor o la autora. Al representar artísticamente un pasaje literario, los artistas no sólo se inspiran en la historia, sino en las emociones que les provocó, en su experiencia de lectura y en su interpretación de la misma.
El trabajo del poeta inglés William Shakespeare es uno de los que más obras plásticas ha inspirado. Es célebre el cuadro que el pintor británico Ford Madox Brown hizo con base en Romeo y Julieta en 1870. Otra de las pinturas más reconocidas inspiradas por Shakespeare es La muerte de Ofelia, pintada por Sir John Everett Millais, la cual es una referencia directa a la obra Hamlet. También es imprescindible mencionar Mapa del infierno, del artista italiano Sandro Botticelli, quien se inspiró en el quinto canto de La divina comedia del poeta florentino Dante Alighieri para pintarlo. Ambas obras impactaron profundamente la percepción que se tenía del infierno; en particular, la representación fiel que hizo Botticelli de las descripciones de Dante se convirtió en un ícono del inconsciente colectivo. Un ejemplo más es la pintura El sueño de Fausto, realizada por Luis Ricardo Falero, inspirada en la obra del autor alemán Johann Wolfgang von Goethe. En ella aparecen Fausto y Mefistófeles rodeados por visiones de mujeres desnudas, mientras el primero se queda dormido.
Ford Madox Brown, Romeo y Julieta, 1870.
Sandro Botticelli, Mapa del infierno, 1480-1490.
Luis Ricardo Falero, El sueño de Fausto, 1880.
¿Qué es lo que llevó a estos pintores a realizar dichas piezas? Es probable que las hayan considerado un tributo a las obras de los escritores, así como una excusa para aportar su visión y su estilo al mundo de ficción creado. Lo último es especialmente importante porque, en algunas ocasiones, los pintores se toman ciertas licencias al interpretar las obras escritas a través de su arte.
Con la llegada del internet, ha sido más sencillo que quienes practican las artes plásticas y son ávidos lectores compartan los resultados de su diálogo con las obras escritas. En los blogs y las redes sociales abundan imágenes realizadas a partir de libros de ficción: desde dibujos hechos a mano o digitalmente hasta óleos y acuarelas. Comúnmente, estos trabajos son denominados fanarts —obras de arte creadas por fans—, y constituyen la forma en que los lectores eligen representar el mundo de sus personajes favoritos.