Arte post mórtem

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Zaira Torroella Posadas

Zaira Torroella Posadas

Creatividad

…pinto (cabezas) porque estoy harto de verlas
en las calles de mi ciudad,
me da vergüenza ver cómo
mi país se desmorona.

Gustavo Monroy. Nogales, Sonora —ciudad fronteriza.

En mi vida como pintora, para realizar mis obras me he inspirado en la naturaleza, en paisajes, en vivencias, en recuerdos y en personas vivas. Y en la historia del arte podemos hacer un recorrido similar por los temas que han inspirado a los creadores, muchos de los cuales han sido los mismos que ya mencioné, además de la religión, la política y la vida cotidiana.

Pero también podemos encontrar que la muerte ha sido musa de algunos. Y no me refiero a una alegoría de la muerte en forma de calaca, o a las famosas Vanitas del siglo XVII, en las que aparecen objetos que simbolizan el inaplazable devenir del tiempo y la fugacidad de la vida, como relojes de arena, flores, el hilo de la vida cortado por unas tijeras, una vela apagada, así como la calavera, siendo ésta una alusión a la inesperada llegada de la muerte. Tampoco me refiero a retratos de personas ya fallecidas en los que se les muestra rozagantes, para recordarlas como fueron en vida. En este artículo quiero tratar el tema del retrato del muerto en sí, de la persona cuando acaba de morir o cuando ya es un cadáver a punto de la putrefacción, pues, aunque suene grotesco y morboso, existen varios artistas contemporáneos cuya mayor fuente de inspiración son los cuerpos del Servicio Médico Forense (SEMEFO).

Viajando por la historia del arte, las obras más antiguas que retratan a un muerto son los cuadros medievales europeos que representan al cuerpo de Cristo, ya sea en la Cruz o cuando es descendido para introducirlo al Santo Sepulcro. Giotto di Bondone, del siglo XIV, y Andrea Mantegna, del siglo XV, son dos de los primeros artistas reconocidos que pintaron a Jesús ya muerto. Otro gran ejemplo de este tema es la famosa Piedad de Miguel Ángel, una conmovedora escultura del Renacimiento que representa el momento en que la Virgen María sostiene en su regazo el cuerpo sin vida de su hijo.

"Piedad", de Miguel Ángel

Más adelante, en el siglo XVII, encontramos cuadros barrocos de artistas italianos como Artemisia Gentileschi o Caravaggio, que representan el momento en que Judith de Betulia, para salvar a su pueblo del ataque del general Holofernes, lo seduce y decapita; en estos cuadros, Judith generalmente aparece con la cabeza decapitada de Holofernes en la mano. De Caravaggio también encontramos cuadros del Santo Entierro de Cristo, y un cuadro muy controversial que representa la muerte de la Virgen María, pero no como una bella imagen de la Asunción, rodeada de luz y ángeles, sino como una mujer que yace muerta en su cama con el vientre abultado y los pies hinchados. 

"Judith decapitando a Holofernes", de Artemisa Gentileschi

En estos cuadros, aunque el objetivo era representar a alguien ya muerto, el artista no copiaba un cadáver, sino que —sobre todo en el caso de los cuadros de Cristo— imaginaba dicha representación o se basaba en la iconografía cristiana previa. Artemisia Gentileschi, por su parte, tomó como modelo para el decapitado Holofernes a su primer maestro de pintura, que la había violado; se piensa que lo representó así para expresar su odio, aunque aquel hombre siguiera vivo. Sin embargo, para pintar La muerte de la Virgen, Caravaggio sí se basó en el cadáver de una prostituta ahogada en el Tíber: de ahí lo escandaloso del cuadro. Quizás éste sea el primer cuadro en el que un cadáver sirvió de modelo al artista.

"La muerte de la Virgen", de Caravaggio

En el siglo XVIII, el artista francés Jacques-Louis David pintó La muerte de Marat, donde el tema de la obra coincide con el cadáver representado. David fue íntimo amigo de Marat y, al enterarse de su asesinato, corrió a la bañera donde se encontraba su amigo jacobino —quien murió apuñalado a manos de la girondina Carlota Corday— y, aunque lo pinta muerto, la imagen es bella e idealizada, al estilo del Neoclásico. Posteriormente, a principios del siglo XIX, el español Francisco de Goya, en su serie Los desastres de la guerra, detalla en ochenta y dos grabados el horror de las crueldades cometidas en la Guerra de la Independencia Española. Para realizar esta serie, Goya se basó en los cadáveres de hombres, mujeres y niños que halló a su paso mientras viajaba de Madrid a Zaragoza entre el 2 y el 8 de octubre de 1808.

"La muerte de Marat", de Jacques-Louis David

Ahora, sin irnos tan lejos, en México, a mitad del siglo XIX y principios del XX, se volvió una práctica común el retratar cadáveres de niños, vestidos de santos o en representaciones de escenas cotidianas en las que simularan estar vivos, con el fin de conservar un recuerdo de su corta vida. Aunque esta costumbre conocida como “la muerte niña” tiene el objetivo de convertir la tristeza en alegría y festejar la entrada de un alma pura a una nueva vida —ya que los niños muertos son considerados “angelitos” y, como tales, son festejados y no llorados—, a mí me parece una práctica escalofriante y mucho más impactante que todas las obras de arte que he mencionado anteriormente.

"Máscara de la muerte para niña", de Frida Kahlo

Para concluir, no puedo omitir a los artistas mexicanos contemporáneos que trabajan con los cadáveres de SEMEFO, como Teresa Margolles, Martha Pacheco o Gustavo Monroy, quienes buscan denunciar a través del arte la situación actual de violencia en el país, la guerra contra el narcotráfico y las muertas de Juárez.  Sin duda, los muertos en el arte es un tema que ha estado presente en la historia del hombre, cuyas imágenes se han vuelto cada vez más brutales pero, a la vez, menos impactantes, más cotidianas, cada vez más reales y más presentes en el arte actual.

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