Asteroides, ¿qué tan potencialmente peligrosos son?

Asteroides, ¿qué tan potencialmente peligrosos son?
Francisco Masse

Francisco Masse

Miscelánea

A cada tanto —y, en estos días apocalípticos, pareciera que cada vez con mayor frecuencia—, los portales científicos y los medios en general publican notas con encabezados que no están exentos de sensacionalismo: “La NASA lo confirma: asteroide potencialmente peligroso se acerca a la Tierra”, acompañadas de fotos de bólidos en llamas dirigiéndose hacia la inevitable destrucción del planeta.

Pero, ya hablando en serio y sin el tono amarillista con que vienen impregnadas estas notas, ¿qué tanto debemos preocuparnos por que un asteroide o un cometa se acerque a nuestro planeta? ¿Qué tan cerca pasa, en términos astronómicos? Y, ¿qué significa exactamente eso de “potencialmente peligroso”?

Lo cierto, y lo veremos, es que el impacto de esas pseudonoticias se debe más al morbo y a la ambigüedad de ciertas palabras que a un riesgo real. Pero, para explicarlo mejor, primero hay que entender ciertos términos.

Asteroides y cometas

Recordemos primeramente que vivimos en un sistema planetario en cuyo centro se encuentra el Sol —que es una estrella enana amarilla—, en torno al cual y debido a la gravedad que éste ejerce, orbitan al menos ocho planetas conocidos, de los cuales el tercero más cercano es el nuestro: la Tierra.

Pero la masa del Sol no sólo tiene atrapados con su gravedad a los planetas: existe también un cinturón de asteroides, ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter, y un buen número de cometas que “nos visitan” a intervalos que van desde unos cuantos años hasta cientos o miles de ellos.

La NASA, que es la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio del gobierno de los Estados Unidos, ha denominado Near-Earth Objects —objetos cercanos a la Tierra o NEO, por sus siglas en inglés— a estos cuerpos celestes, y ha creado un centro dedicado a vigilarlos llamado CNEOS [1] .

Así, los objetos cercanos a la Tierra (NEO) son cometas y asteroides que han sido tirados por la atracción gravitacional de los planetas cercanos hacia órbitas que les permiten acercarse a la Tierra. Los primeros están principalmente compuestos de hielo de agua y partículas de polvo, y se formaron en las frías zonas del sistema solar exterior, mientras que la mayor parte de los segundos son rocosos y provienen del ya mencionado cinturón entre Marte y Júpiter.

Según informa el CNEOS, los planetas gaseosos y gigantes de nuestro sistema solar —Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno— se formaron a partir de miles de millones de cometas, y este proceso dejó a su paso pequeños trozos que son los cometas que vemos hoy. Por su parte, los asteroides son pedazos o sobrantes del proceso de formación de Mercurio, Venus, la Tierra y Marte.

Los asteroides son pedazos o sobrantes del proceso de formación de Mercurio, Venus, la Tierra y Marte

Como ya se dijo, cuando por la gravedad se aproximan lo suficiente a la Tierra, los cometas y asteroides son denominados NEOs. Pero, ¿qué tan cerca deben estar para entrar en esta categoría? Simple: deben tener una órbita cuya distancia mínima a la Tierra sea inferior a 1.3 unidades astronómicas (au), y si son cometas, deben de ser de periodo corto y “regresar” antes de doscientos años.

Y, ¿qué es una unidad astronómica (au)? En términos generales, es la distancia promedio aproximada entre la Tierra y el Sol, aunque para mayor precisión la Unión Astronómica Internacional la define como exactamente 149 millones 597 mil 870.7 kilómetros. De modo que, para ser tal, un NEO debe acercarse a menos de 194 millones 477 mil 231.91 kilómetros de nuestro amado planeta.

¿Y sí son peligrosos?

Como podemos empezar a entender, en términos astronómicos se habla de “objetos cercanos” y de “proximidad” pero en realidad hablamos de distancias enormes y el fenómeno dista mucho de “pasar rozando” la Tierra, como muchos medios intentan hacernos creer.

Continuando con lo que explica el CNEOS de la NASA, no todos los NEOs son iguales. Para empezar, está la distinción entre los asteroides cercanos o NEAs —siglas de Near-Earth Asteroids—, que son la mayor parte de los objetos que se aproximan a nuestro planeta, y los cometas o NECsNear-Earth Comets.

Por otro lado, los NEAs tienen diversas clasificaciones en función de su cercanía con la Tierra o si su trayectoria intersecta la órbita que ésta describe en torno al Sol. Pero la que nos interesa en esta ocasión es la ya mencionada: asteroides potencialmente peligrosos o PHA —siglas de Potentially Hazardous Asteroids.

Esta clasificación de NEOs se define en función del potencial que tiene, justo, de aproximarse de modo peligroso a nuestro planeta. Actualmente, para que un objeto sea definido como PHA debe cumplir con dos características:

  1. Que la distancia mínima de intersección orbital —MOID, por sus siglas en inglés— con la Tierra, que se mide entre los puntos más cercanos de su órbita y la de nuestro planeta— sea inferior a 0.05 au, equivalentes a unos 7 millones 480 mil kilómetros, y
  2. Que su magnitud absoluta (H) sea menor a 22.0, definiendo ésta como la magnitud aparente —es decir, el brillo que tiene una estrella, un asteroide o un cometa— que tendría si se colocara a una unidad astronómica del observador y a esa misma distancia del Sol.

En palabras más simples, para que un asteroide sea potencialmente peligroso y realmente represente una amenaza de colisión con la Tierra debe acercarse a menos de 7.48 millones de kilómetros de ésta y tener al menos unos 140 metros de diámetro. Como sea, el CNEOS y otras instituciones mantienen una vigilancia constante de los objetos que se acercan a la Tierra, y la NASA está desarrollando planes de defensa planetaria para evitar un eventual impacto.

Sólo resta aclarar el hecho de que el impacto de un cuerpo celeste ha sucedido varias veces a lo largo de la historia de nuestro planeta. Un recuerdo de un suceso de esa magnitud es el cráter en Chicxulub, Yucatán, donde se presume que cayó el asteroide que extinguió a los dinosaurios.

Pero, como decían por ahí, eso es otra historia…

[1] La información de este artículo fue tomada del sitio del Center for Near-Earth Objects (CNEOS) del Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL) de la NASA, consultado el 24 de julio de 2020.

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