La educación debería ser ejercicio; se ha convertido en masaje.
Martín H. Fischer.
El aula invertida —o flipped classroom, en inglés— es un modelo educativo cuya premisa es desafiar los roles de una clase tradicional y aprovechar los beneficios que derivan de ello. Fue creado en 2007 por Aaron Sams y Johnathan Bergmann, quienes en su desempeño como maestros notaron ciertos factores que disminuían el rendimiento académico de sus alumnos y, por ello, decidieron desarrollar un modelo más dinámico, flexible e inteligente.
Sams y Bergmann empezaron por grabar sus clases y compartir los videos con sus alumnos más irregulares, para que éstos pudieran volver a verlos cuantas veces lo necesitaran, rompiendo así la pared que impedía a cualquier alumno acceder a los contenidos expuestos en clase, además de ofrecer una solución para los estudiantes que, por diversas circunstancias, no podían acudir a clases con regularidad. Usando esta nueva metodología, se percataron del potencial pedagógico que tenía el aprovechamiento de la tecnología y la posibilidad de prestar más atención a las necesidades particulares de cada alumno.
Así, lo que empezó como un mero recurso pedagógico terminó desafiándolo todo, incluidas las etiquetas asignadas en una clase: en lugar de que una figura de autoridad —en este caso, el profesor— sea protagónica e imparta sus conocimientos en forma de discurso, este nuevo modelo brinda información al alumno a través de videos, infografías, lecturas y otros documentos para que la revise cuantas veces lo desee o requiera en su propia casa, de tal modo que su ritmo de aprendizaje no dependa de nadie más; luego, durante la clase, se ejecutan tareas y prácticas, y el profesor está presente para ayudar a modelar la apreciación del conocimiento y la efectividad del aprendizaje.
El modelo del aula invertida funciona con base en actividades que cada una de las partes involucradas debe llevar a cabo, fuera y dentro del salón de clases:
El docente
- Fuera del aula: diseña el proceso de enseñanza y aprendizaje, las actividades colaborativas, las actividades de evaluación y desempeño, y elige la tecnología complementaria.
- En el aula: guía y facilita los procesos de aprendizaje, resuelve dudas, retroalimenta el proceso, tanto de los grupos como de cada alumno, y genera espacios de autoevaluación y coevaluación.
El alumnado
- Fuera del aula: accede al material facilitado por el docente, realiza las actividades sugeridas y toma apuntes.
- En el aula: hace preguntas, recibe la retroalimentación, reacciona, cuestiona, asimila y accede a las actividades propuestas por el docente.
Las diferencias entre la clase convencional y el aula invertida son notables: la primera por lo regular tiene poco menos de una hora de duración y se divide en tres lapsos: un repaso que dura de cinco a diez minutos, una exposición del docente que se extiende durante treinta o cuarenta minutos, y los cinco o diez minutos finales se ocupan en una actividad o práctica; el modelo del aula invertida comienza con un espacio que dura los primeros cinco o diez minutos de la clase y sirve para comprobar qué se sabe o se averiguó del tema, y el resto del tiempo se desarrolla una actividad o una práctica que consolide el conocimiento, siempre con la guía del profesor.
¿Cómo hacer de una clase un aula invertida?
Si estás en el ámbito educativo, impartes cursos o simplemente tienes la curiosidad por experimentar con este modelo educativo, empieza por desafiar cada uno de los criterios que califican a una clase tradicional:
- Cambia el rol tradicional del profesor: en lugar de ser meramente un “expositor”, puede convertirse en un facilitador y en un modelador del conocimiento, del aprendizaje y de la práctica.
- Modifica la visión del rol tradicional del alumno: en general, el estudiante es un ente pasivo que se limita a recibir y asimilar información para luego, de forma aislada, llevar a cabo una práctica o tarea de razonamiento en torno a un conocimiento que quizá ni siquiera ha entendido; en el aula invertida, el alumno va construyendo su conocimiento mediante la búsqueda y el análisis de información, para luego llevar a la práctica durante la clase lo que ha aprendido —siempre con la guía del profesor— mediante proyectos colaborativos y actividades de profundización.
- Explora y reúne el material necesario: en la red puedes hallar una enorme cantidad de audios, videos, textos y materiales de todo tipo, los cuales pueden ser de gran utilidad para cualquier clase.
- Elabora tu propio material: si no encuentras material suficiente o el que encuentras no te satisface del todo, puedes tú mismo crear fichas de trabajo, editar textos o videos, elaborar infografías, reunir lecturas y establecer procesos.
El modelo del aula invertida resulta más atractivo que el convencional por varias buenas razones: en primer lugar, facilita y vuelve más perdurable el aprendizaje al reordenar el tiempo, la forma y el contenido de una clase, además de estimular la atención y el aprovechamiento del material nuevo; por si fuera poco, el proceso de aprendizaje se vuelve más personal, puede adaptarse a los ritmos de asimilación de cada estudiante y, como consecuencia del trabajo individual y colaborativo, mejora la autonomía de cada alumno y las interrelaciones en el aula. En una clase así —y, yendo más lejos, en un mundo así—, todos aprenden de todos.
La idea de este, y de cualquier otro modelo educativo, es aprender a pensar diferente y buscar un enfoque pedagógico dinámico para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje; al lograr eso, se produce un cambio positivo en la sociedad. En la educación de las nuevas generaciones está el salvoconducto a nuestra propia evolución y la salvación de una humanidad que se encuentra en riesgo de desaparecer por su propia negligencia…