
Tal vez al leer el título de este texto pienses que el cadáver exquisito no puede ser un juego inocente, sino algo cruel o incluso sádico. En realidad, se trata de una dinámica que desata la creatividad, promueve la integración y, sobre todo, permite que fluya la imaginación y salgan a la luz contenidos ocultos en el inconsciente.
El cadáver exquisito data de principios del siglo XX. Fue utilizado por los poetas Robert Desnos, André Breton y Tristán Tzara —principales impulsores del dadá [1] y más tarde del surrealismo [2] —, quienes se reunían en el café Voltaire de Zúrich para llevar a cabo, por medio de dinámicas y juegos, uno de los postulados elementales de ambos movimientos: la inclusión del azar en el proceso creativo.
¿Cómo se juega?
El cadáver exquisito es una composición cooperativa, pues requiere la participación de varios individuos —entre cuatro y seis jugadores es el número ideal. Una vez reunidos, los participantes pueden decidir si jugar de forma literaria —que es como originalmente lo hacían los dadaístas— o de forma pictórica —como lo jugaban los surrealistas.
Si decides jugarlo al estilo dadaísta, las instrucciones son las siguientes: cada uno de los participantes debe anotar una palabra o una frase sencilla en la parte superior de su respectiva hoja de papel; a continuación, dicha parte se oculta mediante un pequeño doblez y se pasa la hoja al participante de la derecha, quien escribirá su frase sin conocimiento alguno de lo precedente. Así, los pedazos de papel se irán llenando, doblando y pasando hasta que no quede espacio en ninguno de ellos. Luego, se elige al azar una de las hojas y se leen todas las palabras como si constituyeran una sola frase. Generalmente, al estar revueltas las ideas de todos los jugadores, la oración final resulta graciosa o ilógica. Sin importar lo que salga, el contenido siempre será una expresión del inconsciente del conjunto de jugadores.
Los teóricos dadaístas y asiduos al juego Robert Desnos, Paul Éluard, André Breton, Philippe Soupault y Tristan Tzara, sostenían que la creación, en especial la poética, debía ser anónima, grupal, intuitiva, espontánea, lúdica y, en lo posible, automática; características que se reúnen en la dinámica del cadáver exquisito, el cual puede revelar posibilidades ocultas del lenguaje y liberar al inconsciente de todo control ejercido por la razón —como las preocupaciones estéticas o morales— a través de una asociación mental libre.
El cadáver exquisito fue tan exitoso, que pronto se extendió a otros ámbitos, como el del dibujo, en donde se llevaba a cabo la misma dinámica pero, en vez de escribir una frase, se hacían trazos espontáneos en cada una de las hojas que iban circulando entre los participantes. Al final, la hoja elegida se desdoblaba para desvelar una obra de arte única, creada a partir de las colaboraciones de todos, en la que figuras imposibles quedaban ensambladas en una improbable unidad de conjunto. Entre los dibujos así obtenidos destaca el realizado en 1928 por Man Ray, Yves Tanguy, Joan Miró y Max Ernst, que revela una especie de inconsciente compartido a través de una imagen alucinante.

¿Y por qué se le llama ‟cadáver exquisito”?
Cuando los escritores y poetas dadaístas mencionados antes llevaron a cabo este juego por primera vez, en 1925, la frase en francés que leyeron al desdoblar la hoja elegida decía lo siguiente: ‟Le cadavre exquis boira le vin nouveau” —‟El cadáver exquisito beberá el vino nuevo”. Y, desde entonces, a este juego se le conoce como ‟cadáver exquisito”.
Tal práctica lúdica ha reaparecido una y otra vez en el desarrollo de las artes. En el año 2000, el cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul realizó un proyecto cinematográfico basado en el cadáver exquisito, titulado Mysterious Object at Noon, el cual sorprendió por su frescura y renovación de la narrativa fílmica contemporánea.
Ahora que sabes todo esto, ¿qué esperas? Busca a unos cuatro o cinco amigos para poder jugar y experimentar el emocionante momento en que el papel es desdoblado. El dibujo o la frase resultantes aparecerán como una realidad onírica que los vincula y les permite entrever los deseos sumergidos en el inconsciente del grupo: un cadáver exquisito sin igual que podría ser el punto de partida de infinitas posibilidades creativas.

[1] El dadá o dadaísmo es un movimiento cultural y artístico que surgió en 1916 en el Cabaret Voltaire, en Zúrich, Suiza. Se caracterizó por rebelarse en contra de las convenciones literarias, y especialmente artísticas, por burlarse del artista burgués y de su arte.
[2] En 1924, André Breton redacta el primer manifiesto surrealista, texto que cohesionó los postulados y propósitos del movimiento. El surrealismo se basa en la existencia de una realidad superior a la que sería posible acceder liberando el mundo del inconsciente.