
Tal vez don Carlos Enrique, inmerso en la creación de otros guiones, jamás imaginó que sus películas lo convertirían en el ícono del cine mexicano de terror. Escritor prolífico, guionista y director de cintas que hoy son consideradas joyas de la cinematografía de terror en nuestro país, Taboada es como una caja de pequeñas sorpresas.
Escritor y director revalorado
Al inicio de su carrera, en los años cincuenta, Carlos Enrique fue comentarista en programas radiofónicos. Más tarde participó como actor en el inicio de la industria televisiva, pero su verdadera vocación era la de escribir: a lo largo de cuatro décadas, realizó más de setenta adaptaciones de obras de teatro, programas originales y guiones cinematográficos.
Su intensa actividad como guionista a principios de los sesenta se vería coronada en 1965 con su debut como director de la cinta El juicio de Arcadio, protagonizada por Carlos Bribiesca y José Gálvez. Tres años más tarde, Taboada irrumpe en el género de terror con Hasta el viento tiene miedo (1968), cuarta de su filmografía y primera de la célebre tetralogía que aseguró su inclusión en las páginas doradas del cine mexicano, la cual incluye además El libro de piedra (1969), Más negro que la noche (1974) y Veneno para las hadas (1984).

Durante los años setenta, filmaría cinco cintas cuyos nombres nos sugieren muchas posibles interpretaciones y nos hacen evocar miedos profundos: El arte de engañar (1970), La fuerza inútil (1970), El negocio del odio (1970), El deseo en otoño(1972) y Rapiña (1973), historias dramáticas y atormentadas que nos envuelven en el suspenso y nos inundan de cuestionamientos acerca del humano, ese ser que cabalga entre la sombra y la luz, la bondad y la maldad, quien es capaz no sólo de invocar, sino de consumar por igual actos sublimes y acciones terribles.
En los ochenta, Taboada creó la memorable teleserie La telaraña que, sin inscribirse precisamente en el género de terror, se valía del suspenso y del miedo para contar sus historias. Asimismo, como escritor, rindió homenaje a la historia nacional con series como El carruaje (1972) y Senda de gloria (1987).
La relevancia de la obra fílmica de Taboada cobró auge en la primera década del siglo XXI gracias a directores jóvenes que exploraron, desde una óptica distinta, la originalidad de sus guiones; muestra de ello son estos dos remakes: Hasta el viento tiene miedo, dirigido por Gustavo Moheno en 2007, y El libro de piedra, dirigido por Julio César Estrada en 2009.
Sobre su vida y obra
El director argentino Adrián García Bogliano sostiene que en la obra de Taboada sobresalen el terror y los miedos del ser humano, así como la pulsión de vida y de muerte en la figura femenina. En ese tenor, adentrarnos al cine de terror de Taboada invita a reflexionar sobre los tabúes que en aquellos años lo rodeaban, a recorrer con una visión posmoderna los elementos del género y, además, a imaginarlo —como sugiere Pablo Guisa Koestinger en su libro Taboada (2011)— como un personaje sofisticado y galante, casi un duque del terror.
En la galería de imágenes y recuerdos a la que la autora de estas letras tuvo acceso —gracias a la generosidad de la señora Rocío Amézquita, hoy viuda de Taboada— irrumpe Carlos Enrique, el esposo y compañero, el ser humano amoroso, lúdico, solidario, y también el escritor incansable, disciplinado, capaz de plasmar en el guión hasta el último detalle del caudal imaginario de una obra singular, y de tener la genialidad de recrear tales imágenes en sus películas.
Descubrí también que era autor no sólo de guiones y programas radiofónicos y televisivos, sino un escritor interesado en ciertos temas que, para su época, eran considerados delicados. Ejemplo de ello es un libro inédito titulado Introducción a la herejía (1953), en el que, a través de veintitrés cuentos sobre algunos dogmas del catolicismo, queda de manifiesto su ateísmo
Aproximarse a la obra de Taboada es acercarse también a sus personajes, a la pluma que los creó en toda su complejidad y a todo lo que subyace en el escondrijo donde se guardan los temores más profundos. La furtiva línea que traza su actividad artística elude los porqués y nos permite vislumbrar en el espejo al hombre de todas las edades: al mirar algunas escenas de las películas de Carlos Enrique, sentimos un ligero escalofrío y volvemos a ser ese niño indefenso que habita el laberinto del miedo y que, tímidamente o con desesperación, atraviesa un corredor lleno de sentimientos inesperados.

Al hablar del terror en la filmografía de Taboada, podemos decir que la terca realidad se esconde en la penumbra y que los fantasmas por todos tan temidos hacen su aparición en los ocultos senderos de la mente. Para apreciar la obra, hay que estar dispuesto a afrontar la sorpresa que nos espera tras la puerta de la casa abandonada, en medio del paraje de pasto crujiente con árboles deformes que custodian sombras peregrinas, bajo una luna enorme que cobija el vuelo del vampiro, y ante el súbito canto de los cuervos que anuncia el paso de la muerte. Aquella dama de negro, que a todos visita, sorprendió a Carlos Enrique Taboada Walker en la Ciudad de México, un triste día de abril de 1997.
