Carmen Balcells: La “Mamá Grande” del boom latinoamericano

Carmen Balcells: La "Mamá Grande" del boom latinoamericano
Guadalupe Gutiérrez

Guadalupe Gutiérrez

Inspiración

He sido una agente con licencia para matar, es cierto; pero en realidad mi único deseo interior era ser Alicia en el país de las maravillas o una princesa medieval, y he derramado lágrimas en las batallas, he regado maravillas con té de guaraná y risotto, he amado a autores cuando no había cámaras ni micrófonos alrededor y he utilizado mil rosas literarias para escapar de mis miedos.

Extracto del discurso de aceptación que pronunció
Carmen Balcells al recibir su Doctorado Honoris Causa por la
Universidad Autónoma de Barcelona, el 20 de diciembre de 2005

A diferencia de la literatura anglosajona, en el ámbito literario hispanohablante no es común hablar de los agentes literarios, pero la importancia de su trabajo no debe desestimarse: estos agentes representan a escritores ante las editoriales en la negociación de contratos y compensaciones, pero Carmen Balcells fue más allá y se elevó al nivel de figura mítica en el medio editorial, al haber conseguido cambios profundos en las relaciones entre los autores y las empresas literarias.

Apodada “La Mamá Grande” por el escritor Mario Vargas Llosa —en referencia al cuento de Gabriel García Márquez titulado “Los funerales de la Mamá Grande”— Carmen Balcells nació el 9 de agosto de 1930 en la localidad catalana de Santa Fe Segarra, España, y además de ser agente literaria fue amiga de escritores y una pieza clave para que ocurriera el boom latinoamericano.

Carmen Balcells

Tras haber trabajado en la agencia literaria Acer, Balcells decidió abrir una agencia literaria con su nombre en 1960. En sus primeros trabajos gestionó los derechos de traducción de distintas obras, pero al tiempo se convirtió en el nexo principal entre la literatura española y la latinoamericana. En los primeros años de su agencia, unos amigos le sugirieron que leyera los textos de un joven escritor colombiano; tras hacerlo, Balcells reconoció el gran talento que éste tenía y lo tomó como cliente: el joven se llamaba Gabriel García Márquez.

El apodo de “La Mamá Grande” se lo ganó a pulso, pero no sólo fue por su estrecha relación profesional con el ganador del Premio Nobel, García Márquez; también se le conoció así en el gremio debido a la relación cercana que tenía con los autores que representaba, por quienes luchó sin descanso para obtener contratos justos y que les brindaran mayor control sobre los derechos de sus obras.

“Muchos editores la detestan por la ferocidad con que defiende los centavos de los escritores, sobre todo de los jóvenes y más necesitados”, afirmó García Márquez sobre su amiga y agente en una entrevista de 1982 para El País, aludiendo a la voluntad férrea y a las consumadas habilidades de negociación de Balcells.

Carmen no sólo negoció mejores acuerdos económicos en beneficio de los autores: también logró eliminar las cesiones vitalicias de derechos y limitarlas a un tiempo y espacio determinados; así, los autores podían vender los derechos de sus obras para traducciones a editoriales de distintos países. Esta reforma produjo un cambio fundamental en los negocios editoriales, pues así autores y agentes podían renovar contratos obteniendo mejores términos.

Su capacidad para reconocer el talento en los escritores y sus enormes habilidades para negociar le ganaron a Balcells el respeto de sus colegas del gremio, además de una fama de protectora de los intereses de los autores. Por ello no sorprende que en su agencia hallaran cobijo seis ganadores del Premio Nobel y múltiples ganadores de otros galardones, como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Isabel Allende, Pablo Neruda, Roberto Bolaño y el ya mencionado García Márquez, entre otros.

Gabriel García Márquez

Pero no sólo sus escritores eran premiados: por su tenacidad y ética profesional recibió sus propios galardones, tales como la Medalla de Honor de Barcelona 1997, la Medalla al Mérito Artístico concedida por el Ayuntamiento de Barcelona y la Medalla de Oro de Bellas Artes en 2000, así como el Premio Cruz de San Jorge y el Premio Montblanc Mujer en 2006; además, en 2005 se le otorgó un doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Viéndolo a la distancia —Balcells murió en septiembre de 2015— estos galardones fueron lo mínimo que merecía por abogar en favor de la distribución y traducción de autores latinoamericanos, españoles y de otras lenguas. La estrecha cercanía que tenía con todos ellos quedó registrada en múltiples entrevistas, en las que los autores reconocen el impacto profesional y personal que “La Mamá Grande” tuvo en sus vidas. Un ejemplo es la dedicatoria que le hizo García Márquez en su libro Del amor y otros demonios: “Para Carmen Balcells, bañada en lágrimas” —y es que ella lloraba cada vez que leía una nueva historia del autor.

Así, es justo atribuirle a Balcells parte del éxito del boom latinoamericano de mediados del siglo XX, pues si no hubiera revolucionado los términos legales entre autores y editoriales, muchas historias no habrían sido traducidas a tantos idiomas ni habrían cruzado fronteras para que se reconociera el talento inigualable de los grandes de la literatura hispanoamericana.

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