Chamanes: poder y sabiduría ancestrales

Chamanes: poder y sabiduría ancestrales
Fabio Cupul Magaña

Fabio Cupul Magaña [1]

Espiritualidad

La palabra chamán, un vocablo usado por primera vez en 1661, es de origen tunguso [2] y se ha usado en un gran número de culturas alrededor del mundo para designar a aquellas personas supuestamente dotadas de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar el futuro, invocar a los dioses o espíritus y un sinnúmero de actividades sólo reservadas para algunos iniciados.

En la estepa siberiana, el término originalmente se usaba para señalar a los impostores que realizaban funciones de sacerdotes, truqueros, hechiceros y doctores. Estos supuestos chamanes decían tener influencia sobre el Diablo —a quien consultaban para conocer el futuro—, curar enfermedades y hacer trucos que parecían sobrenaturales ante los ojos de la gente supersticiosa e ignorante.

Con el tiempo, el chamanismo ha sido considerado tanto obra del demonio como simple acto de charlatanería. Hoy, es posible definir la figura del chamán como alguien capaz de establecer un contacto privilegiado con las deidades —ya sea a través de la posesión, las visiones inducidas por éxtasis o “trances”, o por medio de viajes a espacios míticos—, que es poseedor de un poder sobrenatural derivado de la intervención divina y, además, que tiene habilidades para realizar prácticas adivinatorias, curativas o que producen una enfermedad.

La palabra chamán, un vocablo usado por primera vez en 1661, es de origen tunguso

Aunque se ha dicho que la palabra chamán debería ser un término reservado sólo para la religión, la mitología y el folclor de los pueblos tungúsicos, el estudio del chamanismo en otras regiones ha permitido un mejor entendimiento de la cosmovisión de ciertos pueblos, como los mesoamericanos. Por ejemplo, para el chamán Querubín Queta, de la etnia Taita Cofán de Colombia, todo su conocimiento proviene de sus maestros y de sus ancestros, y la selva donde vive es herencia de los abuelos para hacer uso de su botánica y medicina tradicional, donde el yagé[3] —también conocido como ayahuasca— es parte importante de la vida, pues permite ver las enfermedades, su origen y cómo curarlas.

De este modo, el correcto desempeño del Taita Querubín como guía espiritual tiene un efecto benéfico para toda su comunidad: representa la espiritualidad, la forma de llevar la vida —es decir, su organización— y la cultura de su grupo social. Por eso se le considera la máxima autoridad en su congregación, además de que sus prácticas curativas lo autodefinen como un defensor de la vida y de los derechos humanos.

Por su parte, para los chamanes jaguares de Yuruparí,[4] en Colombia, su sabiduría ha sido construida por los ancestros y ésta les ha permitido manejar el mundo y hacer posible la vida —tanto la humana como la de la naturaleza que les rodea—, siempre y cuando se observen ciertas reglas inamovibles en las que el ser humano, con sus acciones y pensamientos, respeta tanto a la naturaleza como a sí mismo.

Este conocimiento, dicen los chamanes, está conformado por elementos físicos y espirituales; entre ellos, el yagé es muy importante para dar continuidad a los pensamientos. Además consideran que, así como todo ser humano tiene órganos vitales para el funcionamiento de su cuerpo, su territorio también los tiene y son los llamados sitios sagrados: ríos, lagos, lomas y piedras.

Alguien capaz de establecer un contacto privilegiado con las deidades

En esos sitios sagrados radica el conocimiento, el entendimiento, el poder y la sabiduría, y se concentran los sistemas organizacional y de gobierno. Son sitios por donde fluye el pensamiento de los indígenas y dan vida al resto de la naturaleza. Para ellos, el conocimiento está en todas partes, no sólo en el propio chamán o en el yagé; por eso la selva depende de los humanos y los humanos de la selva. Cabe resaltar que, según su cosmovisión, sólo siguiendo este modelo de vida legado por los ancestros se podrá lograr la continuidad de la gente en el mundo.

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[1] Para la elaboración de este texto se consultó el trabajo del Dr. Roberto Martínez González.

[2] Los grupos étnicos tungúsicos, cuya población consta de aproximadamente 70 mil individuos, se extienden por gran parte de la región oriental euroasiática. De uno estos grupos, el ewenki —antes tunguso, de ahí el nombre genérico de “tungúsico”— se tomó el vocablo chamán.

[3] El yagé es una mezcla de dos plantas: la enredadera de ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y un arbusto llamado chacruna (Psychotria viridis), que contiene el alucinógeno dimetiltriptamina (DMT).

[4] Héroe mítico relacionado con un mito fundacional de la creación del mundo, proveniente de la Amazonia.

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