Todos los que convivimos en las redes sociales lo hemos visto: se trata de un perrito de raza Shiba inu, un poco pasado de peso, sentado de forma muy particular y esbozando lo que parece ser una sonrisa sarcástica. Su imagen, que se usa para los fines más diversos, se ha convertido en uno de los memes más populares y queridos de los últimos años. Desde luego, estamos hablando de Cheems.
Si te has preguntado cómo surgió y se popularizó este encantador perrito —que con sus frases, en las que se expresa intercalando la letra “m”, te ha hecho reír o hasta reflexionar—, aquí te comparto un breve recuento del origen de una fotografía que le ha dado la vuelta al mundo y tiene mucho que decir.
El origen
La historia de Cheems se remonta al año 2011, cuando el simpático perrito llegó al mundo y fue adoptado por una pareja de Hong Kong que lo bautizó con el nombre de Balltze y le dio una vida llena de cariño. Con el paso del tiempo, sus dueños decidieron crearle su cuenta de Instagram; en ese momento, era una más de las tantas que comparten fotos de mascotas y proliferan en internet.
Pero en junio de 2020 todo cambió: le tomaron una fotografía sentado, con la pose que todos conocemos y una mirada que parece ser entre desconfiada e inquisitiva; en unos días, la foto se había compartido por todos lados y tenía miles de likes. Hoy, la cuenta del simpático perrito tiene 527 mil seguidores y su popularidad va en aumento. Por cierto, el nombre de Cheems se debe a que le gustan las hamburguesas con queso o cheeseburguers, y se escribe mal de forma deliberada.
En una de sus muchas “personificaciones” comparte escenario con Doge, otro Shiba inu, antropomorfo y musculoso, que en realidad se llama Kabosu, es hembra, vive en Japón y tiene 16 años de edad. Esta imagen compara los rasgos de una generación y otra: el perro fuerte simboliza el carácter, las agallas y la resistencia, y el otro representa la inmadurez, la torpeza y, sobre todo, la ansiedad. Porque a Cheems todo lo pone ansioso: otros perros, la prisa, las tareas escolares y la vida misma.
En este mundo en constante y vertiginoso cambio, el concepto de la ansiedad y la angustia no es cosa de broma: los seres humanos vivimos en una realidad que no podemos controlar y eso nos genera ansiedad. Sobre esta emoción universal se han pronunciado pensadores de la talla del danés Søren Kierkegaard (1813-1855) o de Zygmut Bauman (1925-2017).
El primero, por ejemplo, escribió en 1844 un tratado filosófico titulado El concepto de la angustia, en el que señaló que los humanos estamos suspendidos en una paradoja entre nuestra propia mortalidad o finitud, y la infinitud que se nos revela de una u otra manera. De la imposibilidad de resolver este dilema es que surge la angustia, a la cual definió como el “vértigo de la libertad”.
El polaco Bauman es otro filósofo indispensable para entender el mundo actual. En títulos como Modernidad líquida (2000), Vida líquida (2005) o Miedo líquido (2006) explica que nuestra sociedad es veloz y tan fluida como un líquido. En nuestros tiempos, lo impermanente es cada día más palpable y esto, de nuevo, nos genera angustia.
Por último, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han habla de la época de las “no-cosas”, abundando que: “…hoy, el mundo se vacía de cosas y se llena de una información tan inquietante como las voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporeiza el mundo. También suprime los recuerdos. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos”.
Así la situación, ¿es Cheems un ejemplo, o quizás, un emblema de nuestra sociedad angustiosa —y angustiante—, líquida y repleta de “no-cosas”? ¿O es, simple y sencillamente, una interpretación de una imagen chistosa de internet?
No cabe duda de que cada época tiene a su perrito emblemático: en las décadas de 1940 y 1950, fue el adorable Lassie; en los ochenta, Benji; en los noventa, gracias a la saga de los Hombres de negro, fueron los pugs. Y en estos tiempos posmodernos, una época de eterna ansiedad en la que las redes sociales nos informan —y malinforman— a velocidad vertiginosa, el can por excelencia es Cheems. Y eso, en sus propias palabras, es “bomnito”…