En lo personal, cuando se habla de ciencia ficción hecha en México, lo primero que me viene a la mente es una película con Eulalio González “Piporro” llamada La nave de los monstruos (1960), en la que el comediante norteño tiene que lidiar con cinco extraños personajes provenientes de otros mundos, los cuales han sido capturados por dos bellas venusinas interpretadas por Lorena Velázquez y Ana Bertha Lepe.
Además de este ejemplo, en el cine mexicano se han realizado otras películas de ciencia ficción que pueden considerarse entretenidas, pero cuyo grave defecto es que no contaron con el presupuesto ni con los recursos técnicos que requieren este tipo de producciones. En este rubro podemos mencionar: Orlak, el infierno de Frankenstein (1960), con Joaquín Cordero; Santo contra la invasión de los marcianos (1967) y La invasión de los muertos (1973), con Blue Demon y el escapista conocido como Doctor Zovek.
De años más recientes son dos ejemplos: la cinta 2033, filmada en 2009 y dirigida por Francisco Laresgoiti, la cual presenta una rebelión que se opone a un gobierno totalitario en un futuro distópico; y El incidente (2014), de Isaac Ezbán, donde dos grupos de personajes quedan atrapados en sendos bucles de tiempo infinitos, una carretera y una escalera.
En el caso de la literatura, la ciencia ficción es un género que muchos consideran menor, y no sólo a nivel nacional. Aun así, existen autores que ya se han vuelto clásicos, como José Luis Zárate, Gerardo Horacio Poncayo o Ricardo Guzmán Wolffer. Asimismo, existen agrupaciones en las cuales se reúnen autores e interesados en este tipo de narrativa: baste mencionar, por ejemplo, la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía, creada en 1992.
Haciendo un recuento histórico, se puede considerar que en nuestro país las primeras obras de ciencia ficción o ficción especulativa son el extenso poema filosófico Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz, publicado en 1692, o el documento Sizigias y cuadraturas lunares (1763) del franciscano Manuel Antonio de Rivas, donde se narra la historia de un fraile que viaja a la Luna y tiene contacto con un selenita. Recordemos que en esa época las teorías y las observaciones astronómicas de científicos como Johannes Kepler o Nicolás Copérnico servían para alimentar la imaginación de los escritores.
En un artículo sobre ciencia ficción en México publicado en la sección Confabulario del diario El Universal, la cuentista y editora Libia Brenda —primera y única mexicana nominada al Premio Hugo, el más prestigiado en la ciencia ficción— expresa que: “En México, este género se ha nutrido desde influencias como la inteligencia artificial y las leyendas coloniales hasta temas como el cambio climático y la narrativa de Rulfo”.
Autores de la talla de Alberto Chimal han considerado, con el fin de generar una revaloración, que esta narrativa ya no se llame ciencia ficción sino literatura de lo imaginativo. Importantes siempre son también reconocimientos como el Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción —antes llamado Premio Puebla—, creado por la académica Celine Armenta en 1984, auspiciada por el Conacyt, el cual cada año nos permite conocer las interesantes propuestas de los galardonados a través de antologías del tema.
Alberto Chimal.
Otro punto a revisar dentro del tema de la ciencia ficción mexicana es el de las revistas. En este rubro, hay que hablar de los fanzines, que surgieron en la década de 1990 y generalmente son elaborados por aficionados independientes y con poco presupuesto —en esta clase de publicaciones destaca La langosta se ha posado—; y no hay que dejar de mencionar a los e-zines, que son revistas de ciencia ficción que se distribuyen en línea, muchas veces de forma gratuita.
Por último, hablemos de los cómics: la editorial mexicana Resistencia ha publicado ejemplares de modo independiente a los consorcios internacionales; cabe acotar que, por desgracia, en México la ciencia ficción ha estado muy supeditada a lo que se realiza en los Estados Unidos, pero autores y libretistas recientes están buscando que se consolide una identidad propia.
Finalmente, sobre el futuro del cómic de ciencia ficción, el escritor e historietista Bernardo Fernández —mejor conocido como Bef— dijo en una entrevista que “el futuro del cómic en México es optimista, toda vez que hay una nueva generación de novelistas gráficos y dibujantes que hacen uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para difundir su trabajo más allá de las fronteras mexicanas”. Y tú, ¿has leído la ciencia ficción de nuestro país?