Cinco mitos sobre la depresión

Cinco mitos sobre la depresión
Michelle Medrez

Michelle Medrez

Mente y espíritu

Miscelánea

A menudo la depresión se relaciona con la disminución de un neurotransmisor llamado serotonina, encargado de las emociones y del estado de ánimo. Por esa razón, para tratarla algunos psiquiatras prescriben fármacos como el Prozac, cuya función principal es aumentar la predisposición de los niveles serotonérgicos.

Si bien existen factores de vulnerabilidad, tales como la herencia genética, un trastorno depresivo suele presentarse tras la vivencia de un suceso negativo —como el diagnóstico de una enfermedad grave o terminal, o la pérdida de un ser querido—, el cual terminará por desencadenar desesperanza, tristeza, indefensión e, incluso, enojo extremo si la situación adversa se prolonga en el tiempo.

Si estas emociones se mantienen sin que la persona pueda o se sienta capaz de sobreponerse, puede llegar a instaurarse una depresión; para su diagnóstico han de cumplirse al menos cinco de los siguientes criterios durante un periodo mínimo de dos semanas consecutivas.

  1. Estado de ánimo depresivo. La mayor parte del día la persona se siente sin ganas de nada; así lo verbaliza y así se lo explican las personas a su alrededor.
  2. Anhedonia. Pérdida de interés por la realización de las actividades diarias que antes del estado depresivo eran disfrutables.
  3. Aumento o disminución de peso. Más de un cinco por ciento de diferencia con respecto al peso antes de la depresión.
  4. Trastornos del sueño. Sueño excesivo o insomnio en las últimas semanas.
  5. Fatiga y cansancio. Presentes la mayor parte del día, incluso sin hacer nada.
  6. Sentimientos de inutilidad o culpabilidad. Éstos resultan excesivos e inapropiados la mayor parte del día y por casi todas las cosas.
  7. Dificultad para concentrarse. Además de indecisión y falta de voluntad para llevar a cabo acciones, sin importar la complejidad de las mismas. Esta apatía extrema suele describirse como abulia.
  8. Pensamientos recurrentes de muerte. A veces es miedo a la muerte, otras son pensamientos de muerte y, en algunos casos, ideación suicida con o sin un plan específico.

Como se puede intuir por la descripción de estos síntomas, la depresión no se parece en nada a una gripa; sin embargo, con frecuencia se le toma como un malestar menor, quizá por ignorancia o por la ahora célebre frase del Joker: “La peor parte de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”. Como sea, se generan mitos como los siguientes:

1. “Es que no le echas ganas”

Estar deprimido no tiene nada que ver con la fuerza de voluntad. Hay personas que creen que estar deprimido es una posición cómoda porque, desde su creencia, es más fácil permanecer en la cama que lidiar con la realidad. Estas personas esperan que el paciente actúe como una persona sana, haciendo a un lado lo incapacitante que resulta esta enfermedad. Pero, ¿acaso le exigimos a un niño enfermo que vaya a la escuela?

Se sabe que la depresión causa problemas de sueño, cambios en la digestión, fatiga y dolor en diferentes partes del cuerpo. Por lo tanto, “pensar positivamente” o tratar de “ver el vaso medio lleno” son consejos que poco ayudan en la práctica.

2. “Me haré adicto al antidepresivo”

Es común que las personas diagnosticadas con este trastorno tarden en tomar un medicamento, lo suspendan o nunca lo tomen por miedo a volverse dependientes de éste. Pero aunque en algunos casos una retirada brusca puede originar síntomas de privación, un tratamiento combinado, farmacológico y psicoterapéutico, es el método más eficaz para tratar una depresión severa.

Los antidepresivos no tienen por qué provocar adicción, así que un tratamiento supervisado y una disminución paulatina de la dosis en el momento de la retirada evitarán las consecuencias no deseadas.

3. “Las personas deprimidas están echadas todo el día en cama”

Ludwig van Beethoven, Abraham Lincoln, Ernest Hemingway, Virginia Woolf y Winston Churchill fueron personas que tuvieron depresión, y la historia nos confirma que ninguno de ellos pasó sus días sin hacer nada.

La depresión, como toda enfermedad, se experimenta de modo diferente en cada persona; a veces, en lugar de una tristeza profunda sólo hay un aplanamiento afectivo. Muchas personas con depresión van a trabajar y viven sus vidas, e incluso aparentan una vida tan normal que nadie sospecharía la enfermedad que padecen. De ahí que a la depresión se le llame “una enfermedad invisible”.

Virgina Woolf

4. “Sólo se deprimen quienes no están satisfechos con su vida”

La depresión no tiene nada que ver con decisiones, e incluso hay adolescentes y niños que viven con ella. Según la Facultad de Psicología de la UNAM, uno de cada cuatro adolescentes está en riesgo de padecer este trastorno debido a condiciones sociales como el desempleo, la presión académica, el bullying y los problemas domésticos, mismas que se convierten en desencadenantes potenciales.

5. “La depresión es para personas de carácter débil”

Los factores neurológicos están, en gran medida, fuera del control humano; por eso tener depresión nada tiene que ver con la fuerza o la debilidad. Ningún individuo desearía la sintomatología que acompaña a la depresión y, de hecho, el pedir ayuda y enfrentarse al estigma de la enfermedad mental requiere de mucha valentía.

Tener un diagnóstico de depresión no es una sentencia perpetua. Tal vez si empezamos a hablar normalmente acerca de los problemas de salud mental, cada vez más personas se animen a compartir sus historias y entonces empezarán a desaparecer estos mitos.

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