Desde la mitad del siglo pasado, las series de televisión han atrapado a la audiencia: ya sean de misterio, de terror, de amor, de crímenes o de temas familiares, son un producto que cautiva a millones de personas en el mundo, ya sea por televisión o —en nuestro siglo XXI— por alguno de los servicios de streaming. ¿Y qué es lo que hace que una serie de TV sea exitosa?
Hay varios puntos importantes que hacen que pasemos horas frente a la pantalla con tal de ver el siguiente episodio de nuestra historia favorita, y muchos de ellos no tienen que ver con la parte técnica, con la mercadotecnia o con gastar grandes cantidades de dinero en reparto y producción, sino con la narrativa. Por eso, hoy te compartiré algunas claves para escribir una serie adictiva para la televisión.
Usa un hilo conductor general. Esto se refiere al conflicto mayor de la serie, el cual se establece desde un inicio y prácticamente se resuelve hasta el capítulo final. Se le llama así por analogía con el hilo que el héroe mítico Teseo fue desenredando cuando se internó en el laberinto del Minotauro y que, después de derrotar al monstruo, le llevó de vuelta a la salida.
Crea personajes bien definidos. Los rasgos de carácter son los que nos llevan a sentir afinidad o antipatía tanto por los protagonistas como por los personajes secundarios, y hacen que el televidente se sienta identificado con el personaje y que llore sus pérdidas o celebre sus triunfos como si fueran propios. Estos rasgos pueden definir a héroes arquetípicos, a estereotipos o a antihéroes; es decir, a buenos “no tan buenos”, pues tienen rasgos de ira o violencia —los cuales resultan muy atractivos en la época actual—, o a villanos como Darth Vader o Loki, por los que sentimos empatía porque en el fondo entendemos un poco su lucha.
Genera conflictos personales en cada capítulo. Más allá del conflicto principal, hay que procurar que entre los personajes se generen problemas que nos cautiven: romances, engaños, enemistades, algo que no comunican bien y que provoca tensión entre ellos. Estas dificultades se desprenden, precisamente, de los rasgos de carácter de los personajes y son los que contribuyen a que demos seguimiento, capítulo a capítulo, temporada a temporada, a la resolución del dilema general.
Que la acción avance hacia el conflicto general. Construir una buena serie es un poco como tejer una red concéntrica, cuya forma y solidez dependen de los hilos que la forman. Así, los pequeños conflictos que se generan en los hilos narrativos de los personajes, aunque no tengan relación directa con el conflicto final, sí deben tener un momento de revelación que los una con todos los puntos del argumento central. Piensa, por ejemplo, en los personajes de Dark o del Juego del Calamar: al menos al inicio, las cosas que pasaban entre ellos tal vez no involucraban al problema principal, pero sí hacían que las acciones avanzaran hacia él.
Acción, acción y más acción. Recuerda que vivimos en una sociedad que va de prisa, por lo que no hay que perder demasiado tiempo en detalles y sucesos que no contribuyan a la trama. Necesitamos avanzar; por lo tanto, sumergirte demasiado en el pasado del personaje o en sus problemas podría aburrir a tu público. Si tienes que hacerlo, muestra de manera dinámica el origen de los conflictos que impiden al personaje avanzar sobre sus propios miedos o visita rápidamente las situaciones que lo colocaron en la aventura que está viviendo y que debe resolver.
Da “vueltas de tuerca”. Se trata de giros inesperados en la trama que crean tensión, sorpresa y expectación para seguir mirando la serie, pues van cambiando el destino de los personajes y, en consecuencia, los transforman. Estos giros o twists pueden presentarse al final de un capítulo, en un momento de clímax o hacia el final de la historia, a manera de cliffhanger —y son, en realidad, los que nos animan a darle play al siguiente episodio—. Entonces, en la trama integra revelaciones y sucesos inesperados que dejen al espectador con cara de: “¡Wow, esto no lo vi venir!”.
Resuelve los problemas particulares y los generales. ¡Cuidado, porque podría haber spoilers en este punto! Y es que pondré como ejemplo la serie She-Hulk, pues en ella muchos conflictos se resolvieron de manera improvisada, sin un sustento narrativo que le diera coherencia al universo de Jennifer Walters; como decimos coloquialmente en México, “se lo sacaron de la manga”. Por ello, aconsejo no dejar las cosas a medias: si presentas un problema entre los personajes, hay que resolverlo. La historia, al final, debe llevarnos a una batalla entre el bien y el mal, sí o sí, y a la solución de todos y cada uno de los conflictos. Pero, ¡un momento! Si tu historia está planteada por temporadas, entonces al final de cada una deberás dejar puertas abiertas para la siguiente, y guardar una gran sorpresa para el último episodio.
Como puedes ver, son muchos los aspectos a considerar para escribir una serie de televisión que resulte adictiva. Para que narrativamente todos ellos funcionen, lo mejor es trabajar en el esqueleto de la historia; es decir, en la trama principal, en las fichas biográficas de los personajes y en los esquemas que enlazan a cada uno con el conflicto a resolver. Este desarrollo puede llevarte muchas horas de trabajo, pero lo principal es que tengas una buena historia, que pongas al bien y al mal a combatir entre sí y, sobre todo, que te diviertas durante el proceso: estás concibiendo un mundo nuevo; si quieres que entremos en él, es porque vale la pena.