De entrada, es preciso aclarar que este Tutorial se refiere a un investigador paranormal escéptico; es decir, ni creyente ni incrédulo. A grandes rasgos, un creyente puede afirmar que un fenómeno óptico es “la presencia de un espíritu” sin ninguna prueba de ello, mientras que un incrédulo sostendría que no puede explicar qué ocurrió pero que no puede ser un fantasma porque los fantasmas no existen. La postura escéptica no afirma ni niega la existencia de algo sin antes haber agotado todas las posibilidades a su alcance para descartar otras explicaciones. Ahora bien, pasemos al Tutorial.
1. Fortalece tu pensamiento lógico. El primer requisito es una base teórica que te permita darte cuenta de si tus razonamientos son lógicos o falaces. El primer obstáculo al razonamiento lógico es la tendencia a pensar que nuestra respuesta es la única posible. Existe una larga lista de falacias —es decir, planteamientos que aparentan ser lógicos pero son una forma de engaño, autoengaño o trampa para ganar una disputa—; por ejemplo, la falacia del espantapájaros, que consiste en crear una imagen a modo del contendiente y atacar los defectos que uno mismo le otorgó; para entender mejor la idea, analiza el discurso de Donald Trump contra el terrorismo y los migrantes.
2. Adquiere conocimientos de ciencia y filosofía. Si deseas expandir el conocimiento de la realidad más allá de cómo se concibe hasta ahora, y no quieres acabar descubriendo el hilo negro, hay que conocer el estado del arte científico y el pensamiento filosófico reciente. Por ejemplo, si no sabes que el Fuego de San Telmo es un fenómeno electroestático que se generaba en los mástiles de los veleros durante una tormenta eléctrica, podrás creer que una cámara Kirlian captura el aura humana.[1]
3. Aprende fundamentos de investigación. Es importante saber plantear un problema de investigación, cuáles son sus manifestaciones o variables, qué instrumentos se pueden utilizar para recabar información y cómo pueden interpretarse sus lecturas. Cabe acotar que por instrumento no sólo se entiende un aparato mecánico o electrónico —como un contador Geiger para medir la radiación circundante—, sino también un cuestionario o un experimento: un ejemplo de lo anterior lo ofrece Galileo Galilei al observar la oscilación de un peso suspendido en la Torre de Pisa y contrastarlo con el fenómeno rítmico que tenía, literalmente, más a la mano: los latidos de su corazón. Este mismo rubro incluye el registro pormenorizado de cada hipótesis, de la comprobación de la misma, de la aplicación de los instrumentos y sus lecturas, así como de otros datos y cualquier otra variable que se haya detectado. Esta sistematización es engorrosa pero es la mejor manera de evitar conclusiones erradas y de involuntariamente “cucharear” los datos —esto es, recogerlos o interpretarlos de modo que apunten a la conclusión que de antemano quieres presentar—, o de ser acusado de fraude. Muchos descubrimientos científicos fueron posibles porque los investigadores registraron cada operación —como cuando Fleming descubrió la penicilina y, al repasar sus notas, supo con precisión cuál fue el hongo que había combatido los gérmenes.
4. Elige un enfoque. Existen muchas maneras de estudiar un fenómeno. Uno de ellos sería estudiar los fenómenos paranormales como un hecho cultural; de ser así, el investigador se convertiría en un científico social y podría aplicar la metodología de la etnografía, integrándose a las comunidades en que tales fenómenos se reportan, registrando cómo se perciben, comentan, describen y quiénes los comparten. Por ejemplo, si se trata de historias que se cuentan a las nuevas generaciones en reuniones nocturnas, o si se comentan sólo entre mujeres casadas y con hijos —pues es algo que afecta a sus crías, como los conjuros para que las brujas no “chupen” a sus retoños—, o de padre a hijo y sólo entre varones —por ejemplo, la historia moralizante de la noche en que un hombre mujeriego siguió a una mujer, sólo para descubrir que era La Llorona.
Si deseas partir del presupuesto de que la explicación materialista actual no abarca toda la gama de fenómenos posibles, pues aún hay muchos que no han sido explicados por la ciencia, debes concebir un constructo teórico que lo pueda explicar. Consideremos lo que plantea E. Abott A. en su libro Flatland: si existieran criaturas que vivieran en una realidad bidimensional —esto es, que sólo conocieran lo ancho y lo largo, pero no la profundidad—, y nosotros, seres tridimensionales, tuviéramos acceso intencional o accidental a ese mundo, podríamos provocar fenómenos inexplicables para ellos; si esta “tierra plana” tuviera el aspecto de un pedazo de tela y nos dispusiéramos a coser dicha tela, el ir y venir de la aguja que a nosotros nos resulta intrascendente para los seres bidimensionales sería un fenómeno escalofriante: una aparición intermitente, súbita e inexplicable de un objeto cuya anchura y largura se modifica rápidamente, creciendo y decreciendo, y que de pronto desaparece.
Si eso es teóricamente posible, ¿cabría considerar una cuarta dimensión cuyos habitantes podrían observarnos desde un punto totalmente inaccesible a nuestras capacidades perceptuales presentes y hacer aparecer —inadvertida o voluntariamente, por malicia, curiosidad o jocosamente— objetos cuatridimensionales en nuestro plano, o ellos mismos asomarse y tratar de ver las cosas con una dimensión menos? Entonces, para continuar con esta hipótesis deberías revisar qué estudios científicos existen actualmente sobre multidimensionalidad, qué fundamentos los sustentan y, a partir de ahí, diseñar probables constructos teóricos que aporten argumentos para determinar si esta explicación es viable, antes de desecharla por descabellada.
[1] v. Bicaalú 75, agosto 2016, El tutorial: “Cómo sacar una fotografía Kirlian”; pp. 24-26.