Cómo superar una experiencia traumática

Cómo superar una experiencia traumática

Sabú Affer y Noé Jáuregui

Mente y espíritu

Parafraseando a Silvio Rodríguez, las causas y los azares nos vienen cercando y, al despertar, no sabemos si éste será un día glorioso o uno terrible. Por eso, lo mejor que podemos hacer es estar listos para resistir lo peor y disfrutar de lo mejor. Este tutorial te ayudará con lo primero: qué hacer ante una experiencia traumática.

1. Piensa que ninguna crisis es insuperable. Si bien es cierto que un suceso estresante puede ocurrir en cualquier momento y que nadie está exento de sufrirlo, lo que sí puede estar bajo tu control es la forma en que lo interpretas y respondes a él. Construir un punto de vista optimista, sin dejar de buscar una perspectiva realista, puede ser la clave: esto es, tener confianza en que es posible llegar a mejores circunstancias en un tiempo futuro, sin importar qué tan mal se vean las cosas en el presente. No se trata de autoengañarse, sino de darse a uno mismo un respiro en medio de la tragedia.

2. Conéctate con otras personas. Una de las claves para superar una crisis radica en crear una red de familiares y amistades dispuestos a apoyarse mutuamente, darse ánimos o, simplemente, escucharse unos a otros. Del mismo modo, unirse a grupos cívicos, espirituales o aquellos que brindan algún tipo de ayuda o servicio altruista, no sólo sirve para distraerte de tu tragedia personal: se ha comprobado que ayudar a los demás tiene un efecto benéfico en la persona que brinda el apoyo.

3. Acepta los cambios. Uno de los aspectos más difíciles de asimilar después de haber sufrido un acontecimiento desastroso es que, muchas veces, éste hace que nuestros planes se derrumben o parezcan inalcanzables. Pero entre más pronto aceptes tu nueva situación, más fácil te será encontrar nuevas metas que se adapten a las nuevas circunstancias. Por supuesto, es más fácil decir esto que hacerlo; la clave está en la aceptación del cambio como una característica inherente de la existencia.

4. Realiza acciones decisivas. Haz algo, lo que esté en tus manos, para contrarrestar los efectos negativos de lo acontecido. Lo peor que puedes hacer es aislarte y fingir que nada ocurrió, sentir compasión por ti mismo o pasar tu tiempo deseando que todo siguiera igual que antes. Si realizas acciones decisivas, podrás dimensionar lo ocurrido y tal vez descubras que si bien fue algo significativo, no es insuperable, y a la larga podrás continuar con tu vida.

5. Fíjate metas pequeñas y constantes. Trata de encontrar metas pequeñas pero significativas en tu camino hacia lograr grandes objetivos. Plantéate a diario qué es lo que puedes hacer hoy para acercarte a ellos, así sea sólo un pequeño paso. Dice un refrán que paso a paso es como se llega a Roma, a la punta del Everest… o a donde sea que quieras llegar.

6. Date oportunidades de autodescubrirte. Presta atención a tu propia imagen y a tu propio ser. Una experiencia traumática puede ayudarte a crecer, pues con la debida atención es posible encontrar un nuevo valor en cultivar relaciones profundas y significativas; o bien, te darás cuenta de que, a pesar de sentirte vulnerable, cuentas con una gran fortaleza interna, te valoras más que antes, tu espiritualidad se ha visto fortalecida o ahora aprecias más el don de la vida.

7. Cultiva una autoimagen positiva. Intenta desarrollar la confianza en ti mismo y en tu habilidad para resolver cualquier problema, ya sea por tus propios medios o con la ayuda de tu red de familiares y amistades. También confía en tus instintos, que pueden ayudarte a tomar decisiones cruciales y salir avante. La práctica de la visualización, la meditación guiada y las autoafirmaciones pueden encaminarte en este sentido.

8. Mantente en perspectiva. Cuando sientas que estás pasando por el peor momento de tu vida, trata de distraer ese pensamiento con una perspectiva más amplia en términos de tiempo y espacio: no te será difícil hallar ejemplos de sufrimiento y congoja mayores a los que tú padeces. No se trata de minimizar lo que te ha ocurrido, sino de mantener su proporción en una escala manejable.

9. Practica el autocuidado. Ante una tragedia, es común que dejes de comer, hacer ejercicio, asearte o, incluso, de dormir lo suficiente. Por ello, es importante adoptar la disciplina de cuidar tu alimentación, tu descanso y tu salud, pues el no hacerlo podría causar una espiral negativa: no te sientes bien físicamente, eso te abruma anímicamente y tal estado te desmotiva en todos los sentidos. Si hay algo que podemos hacer es encargarnos de satisfacer nuestras necesidades más urgentes para reagrupar nuestras fuerzas y, así, poder plantarle cara a la tragedia.

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