Ya sea por temor a sentirse expuesto o a hacer el ridículo, por un sistema educativo que no promueve el arte de la oratoria o porque nuestras experiencias frente a nuestro salón de clases viendo las risas de nuestros compañeros y el enojo del profesor no fueron nada gratificantes, el miedo a hablar en público es muy frecuente en nuestra sociedad.
Si viste la película El discurso del rey (2010), recordarás al rey George —quien era tartamudo— pasando las de Caín para sobreponerse a este miedo y los efectos que el temor tenía en él, pues afecta al sistema cognitivo, reduce la capacidad de recordar datos, de concentración y de generar nuevos pensamientos; además, altera el sistema nervioso autónomo: aumenta el ritmo cardíaco, la tensión muscular, produce el efecto “boca seca” y hace que te ruborices.
El temor también debilita el sistema motor, haciendo que tu voz se quiebre, se te salgan “gallos”, te tiemblen las manos y, en casos muy extremos, que la persona se quede sin voz o se desmaye. Por fortuna, esto sólo se presenta en el contexto especifico de hablar ante un público, y cuando éste es severo se le considera una fobia especifica situacional llamada glosofobia.
Aunque se desconocen las causas especificas de este padecimiento, un estudio de Hasan Waheed, de la Universidad Metropolitana de Mánchester, reportó que la autoconciencia —el conocimiento de uno mismo y de su relación con los demás— puede desencadenar este miedo o pánico; en otras palabras, aquellos que se perciben a sí mismos más claramente en sociedad tienen menos problemas para expresarse en público.
Desde luego, esto no descarta la falta de confianza, la timidez o los episodios de vida de cada persona. Pero si tu miedo a hablar ante una audiencia ha sido un impedimento importante en tu desarrollo profesional, quizá necesites algunos consejos para hacerle frente.
1. Practica tu discurso
Como todo en la vida, para que algo te salga bien tienes que hacerlo una y otra vez: así lo confirman las horas de práctica de los bailarines profesionales. Lo mismo sucede si tienes que presentarte ante una sala con diez personas, un auditorio con mil o un estadio con diez mil. Para practicar tu discurso, puedes ensayar frente al espejo, en el coche durante los embotellamientos o frente a tu familia; entre más tiempo practiques, más seguro estarás. Ojo: no se trata de memorizar el discurso, sino de familiarizarte con él hasta que te sientas cómodo diciéndolo.
2. Realiza una serie de preguntas
Algo que genera ansiedad es la idea de que si alguien te hace una pregunta que no sabes, quedarás en ridículo; por eso lo aconsejable es que prepares una lista de las preguntas más probables que te pueden formular. Para ello, considera qué le gustaría saber al público al que te dirigirás, qué podría preguntarte alguien que sabe más que tú sobre el tema, y qué parte del discurso sería la más complicada de explicar y de comprender.
3. Respira profundamente
Cuando estamos nerviosos es muy frecuente que la respiración se entrecorte, lo que además entorpece la oxigenación de la sangre. Esta reacción se debe a que el cerebro percibe el estar expuesto ante muchas personas como una amenaza y, por eso, se prepara para la huida; ante este problema, las respiraciones profundas pueden ser muy benéficas para cambiar dicha percepción.
4. Sé realista
La mente muchas veces te pone una trampa haciéndote creer que, si te anticipas, estarás preparado para todo; pero, paradójicamente, eso puede hacer que te imagines un escenario catastrófico. Por eso resulta útil preguntarse: “Siendo realista, ¿qué es lo peor que podría pasarme? Y si eso se hiciera realidad, ¿eso me convertiría en una persona reprobable o fracasada?” La respuesta, seguramente, es que no.
5. Dale la cara al miedo
El miedo se vence con acciones y es normal sentir ansiedad; familiarizarte con tus propios síntomas ansiosos hará que les pierdas el terror. Ese consejo que dice que “te imagines a todos desnudos” en el fondo quiere decir que, sin importar dónde estés o quién seas, todos somos humanos y nos podemos equivocar. Todos hemos visto a una bailarina o una patinadora que, tras caerse, vuelve a levantarse y continúa en el escenario. Actuar genera confianza.
Entonces, si te han elegido a ti para hablar en público, seguramente es porque alguien te considera capaz de hacerlo; y si fuiste tú quien se postuló, sin duda es porque conoces el tema, así que confía en tus capacidades y ayúdate con estos sencillos pasos. Y ahora sí: ¡mucho éxito!