
La simplicidad es la máxima sofisticación.
Leonardo da Vinci (1452-1519)
La inspiración de un ingeniero proviene de su entorno; la inspiración de un artista, de sus emociones. La búsqueda de un ingeniero es solucionar una necesidad de la sociedad; la búsqueda de un artista es solucionar su necesidad personal de expresión. La creación de un ingeniero hace la vida más práctica; la creación de un artista hace la vida más placentera.
Ambos, ingenieros y artistas, están impulsados por la misma inquietud: la de cambiar algo. Ambos son creativos, prácticos y eficientes al desarrollar su labor correspondiente. Ambos comparten la pasión por aprender y por las buenas ideas. Ambos son sensibles y observadores, y ambos aportan su talento al mundo.
No hay motivo para ponerlos a competir, pues cada uno dispone de su espacio y su momento. Después de todo, ambos transforman la realidad desde sus trincheras y ambos arquetipos son sólo facetas que no se contraponen. De hecho, es al contrario: pueden enriquecerse mutuamente.
Leonardo da Vinci, quien fue artista, ingeniero, pintor, arquitecto, científico, escultor, anatomista, botánico, músico y filósofo, es un gran ejemplo de lo anterior, ya que su insaciable curiosidad lo llevó a explorar al ser humano, a la naturaleza y a la vida desde múltiples ángulos.
La percepción de tu realidad cambia según el ángulo desde el que la observas. Pero si la imaginación es uno de tus motores, desde cualquier ángulo podrás ver lo que aún no está ahí. El rol de cualquier persona creativa —sin importar si es científica, artista, un escritor o un filósofo— no es complicar lo simple, sino simplificar lo complicado. Por eso sus creaciones influyen en nosotros.
Las personas creativas no transforman las cosas porque “son “originales” o porque “se les ocurren ideas nuevas”; lo que hacen en realidad es tomar ideas viejas y combinarlas en el caleidoscopio mental de su experiencia y de su forma particular de ver el mundo. Así replantean la realidad de formas diferentes.
Esa es la maravilla de la inspiración: que se reproduce como si fuera luz entre dos espejos. Pero sólo la encuentras cuando tu mente está abierta, sin importar si estás trabajando o si estás relajado. De pronto, haces una conexión que no habías visto, unes dos puntos y una chispa se prende en tu cerebro.
Cuando una idea es buena, puede propagarse con alcances incalculables, como el efecto mariposa. Un cerebro emite una idea y en su interior va encapsulada la creatividad como una bomba de tiempo que puede detonar cuando sea, con quien sea y donde sea. Si germina o se olvida, eso es otro asunto: las ideas que se hicieron realidad son muchas menos que las ideas que nunca nacieron.
Si la idea sobrevive, cruza la línea de lo mental a lo real y logra persistir ante su contexto, el mundo disfrutará algo que pudo no haber existido: un libro, una sinfonía, una granja eólica, el Gran Colisionador de Hadrones o tu receta secreta para hacer espagueti son algunos de esos casos afortunados que existen y hacen la vida más interesante.
Estas son formas en las que la creatividad muestra su rango de acción. Puede ser práctico y resolver algo que el mundo necesitaba, pero que nadie había visto, o puede ser una obra sin utilidad práctica pero que expresa un sentimiento que nos conecta a todos: ambos casos expresan la inquietud por transformar algo.
Si tu inquietud creativa te lleva a explorar ambos campos, busca un equilibrio entre lo práctico y lo artístico para que puedan enriquecerse mutuamente. Si tu creatividad se inclina a lo artístico, explora tus emociones y transforma cada una en una melodía, una pincelada o una frase; si tiendes al lado práctico, deja una huella útil que se distinga por haber mejorado algo en el mundo.

La creatividad no se limita a las artes o a algún tipo de profesión específica como el diseño, la publicidad o las artes escénicas. La creatividad es una forma de pensar y de vivir, sin importar la forma en que te ganes la vida. El mundo mejora con cada trabajo bien hecho.
Somos la única especie que sabe que posee un instrumento creativo: la mente. Y no me refiero a la colectiva, sino a la individual de cada uno de nosotros. Rara vez un grupo de personas crea algo. Las innovaciones en la música, el arte, las matemáticas o la filosofía a menudo son producto de una sola mente, inspirada por múltiples influencias quizás, pero única en su propio proceso creativo.
Una vez que se produce el fenómeno de la creación, diversos grupos de personas pueden ir reconstruyéndola y transformándola. Pero ese particular tipo de belleza reside en la mente solitaria de un ser humano. Somos una especie única de individuos únicos que crean cosas únicas.
Contemplemos el universo, sintamos el suelo bajo nuestros pies, seamos prácticos, empáticos y generosos con nuestras ideas. Exhortemos todo lo que nos haga sensibilizarnos y cuestionarnos. Compartamos lo que sabemos y lo que somos cuando nos sentimos realmente vivos. Involucrémonos.
No hay división. Todos estamos conectados, sin importar el color, la edad, el género o las convicciones, porque todos somos compañeros de viaje en la misma nave con la que surcamos el tiempo…
