
Todos los que poseemos inquietudes creativas hemos soñado alguna vez con tener a alguien que patrocine nuestras ideas, una persona con millones en su cuenta bancaria entusiasmada con nuestro guión cinematográfico, cómic, novela, obra de teatro o serie televisiva que, sin ningún reparo, firme un cheque con la cantidad necesaria para hacer nuestro proyecto realidad. Una hada madrina, un padrino mágico o, en términos más realistas, un mecenas. Desgraciadamente, no vivimos en el Renacimiento, cuando esa práctica era común. ¿O sí?
La respuesta correcta sería “sí y no”, porque si bien los tiempos son otros y los Médici ya no patrocinan grandes obras de arte, puede hablarse de una especie de mecenazgo moderno surgido gracias a internet: el crowdfunding, también conocido como “financiación colectiva” o micromecenazgo. Continúa leyendo y, quizá, cuando termines el artículo vislumbres la solución para que esa obra de arte que tienes guardada en el cajón vea la luz.
¿Qué es el crowdfunding?
La mejor definición se encuentra en uno de los sitios web en español más importantes dedicados a esta actividad, www.universocrowdfunding.com, donde nos explican que se trata de: “una cooperación colectiva, llevada a cabo por personas que realizan una red para conseguir dinero u otros recursos, la cual suele utilizar internet para financiar esfuerzos e iniciativas de otras personas u organizaciones”. El sistema no es nada complejo: el emprendedor envía su proyecto a uno de estos sitios web —no necesariamente debe tener naturaleza artística, pues incluso la investigación científica tiene cabida— e indica la cantidad de dinero que necesitará para llevarlo a cabo, así como los beneficios que obtendrán quienes decidan aportar dinero. Después de valorarlo, los administradores del sitio fijan una fecha límite de recaudación, promocionan el proyecto y, cumplido el plazo, revisan los resultados. Hay proyectos que significan un éxito y trascienden fronteras, pero hay otros que no. Todo depende del interés del público, de la originalidad del producto y de la presentación que del mismo haga el emprendedor.
Algunos proyectos impulsados por el crowdfunding han demostrado que para alcanzar la fama o el reconocimiento no es necesario pedirle becas al gobierno o prostituir tus ideales, sino lograr algo más difícil: que el público te ame y confíe en ti.
Tipos de crowdfunding
Muchísimo antes de que se inventara la supercarretera de la información, ya existía el mecenazgo. Remontémonos a la antigua Roma, cuando Cayo Clinio Mecenas, consejero del emperador Augusto, se distinguió por apoyar a las artes y proteger a los poetas; de ahí que “mecenas” se haya convertido en la palabra para designar a una persona que fomenta la cultura. El término, como sabemos, adquirió mayor popularidad durante el Renacimiento, época que vio nacer a grandes mecenas, como los papas, los ya mencionados Médici, y las familias Gonzaga y Sforza. Cabe señalar que ninguno de los anteriores fue tan admirado ni talentoso como sus patrocinados.
Siglos más tarde, en la era de la información, el concepto resurgió modificado, ya que ahora quien aporta dinero no es un noble o un papa, sino personas dispersas alrededor del mundo que quizá no tienen millones, pero sí mucho entusiasmo y acceso a internet. Estos mecenas modernos eligen uno o varios proyectos de entre las siguientes categorías: audiovisual, empresarial, musical, publicaciones, plataformas, sociales y tecnología; y pueden aportar dinero de tres maneras: préstamo, donación o inversión. Gracias al crowdfunding, la creatividad no es obstaculizada por el factor económico, sin mencionar que podemos hacernos partícipes de un sueño compartido.
En la página web del Festival de Cine de Morelia, María Cristina Alemán comparte algunos consejos para que nuestro proyecto logre la meta de recaudación, como identificar a la audiencia, presentar el proyecto de forma atractiva, ofrecer recompensas tangibles a los donadores y mantener activa la campaña durante todo el tiempo que nos hayan asignado.
Existen diferentes plataformas en internet para difundir los proyectos. Algunas de las más famosas son: indiegogo.com y fondeadora.mx, las cuales han parido distintos casos de éxito. A continuación algunos ejemplos:
El noveno arte…
En el medio del cómic mexicano, una muestra de que el crowdfunding funciona es Power Nap —novela gráfica escrita por Maritza Campos y dibujada por Bachan, la cual presenta un futuro donde se ha descubierto una droga que inhibe la necesidad de dormir en las personas— que pasó del formato digital al impreso con la ayuda de los mecenas cibernautas.
…y el séptimo
La serie televisiva Veronica Mars, que trata sobre una adolescente que resuelve crímenes en uno de los pueblos más adinerados de los Estados Unidos —el ficticio “Neptune”, California— alcanzó la meta de recaudación en un sitio de crowdfunding. Arrancó en 2004 y fue cancelada en 2007, cuando surgió el deseo de realizar su versión cinematográfica. Hace poco, el creador de la serie, Rob Thomas, y la protagonista de la misma, Kristen Bell, lanzaron una convocatoria en el sitio kickstarter.com, donde ofrecían a sus mecenas aparecer aunque sólo fuera por unos segundos en la película. En poco más de veinticuatro horas, reunieron más de 3.5 millones de dólares. Seguramente el creador de Veronica Mars se volvió tan rico como los habitantes de Neptune.
Sherlock Holmes ayudado por el crowdfunding
Hasta el investigador más famoso de la literatura universal se ha visto beneficiado por el crowdfunding. Cualquier conocedor de las aventuras del detective del 221-B de la calle Barker, creado por Sir Arthur Conan Doyle, conoce el enigma de “La aventura de la rata gigante de Sumatra”, una de las historias que el autor escocés mencionó, pero jamás escribió. A lo largo de los años, los especialistas en literatura victoriana han debatido acaloradamente sobre la trama. ¿Hubiera sido un cuento o una novela?, ¿qué personajes hubiera tenido?, ¿por qué Doyle nunca la escribió? Lo único que Watson nos dice al respecto es que aquél era “un caso para el que el mundo aún no estaba preparado”.
Pero los aficionados a las historias de Sherlock Holmes del siglo XXI demostraron estar listos para escuchar la historia de la rata gigante cuando Alberto López Aroca —uno de los más grandes especialistas en el detective cuyo archienemigo es el profesor Moriarty— subió el proyecto a una plataforma de crowdfunding y, en tan sólo cuarenta días, logró recaudar dinero suficiente para publicar su “versión de los hechos”. Numerosos “sherlockianos” decidieron aportar su granito de arena —como hicieran “Los Irregulares de Baker Street” al ayudar a Holmes a resolver crímenes— a fin de que la obra fuera impresa. La tapa del libro escrito por López Aroca recuerda a las portadas de la revista Baker Street Journal, y se publicó con el título: Charlie Marlow y la rata gigante de Sumatra, una aventura de Sherlock Holmes.
La ciencia no se queda atrás
Debido a que el gobierno de los Estados Unidos realizó un recorte de presupuesto, la NASA decidió recurrir a un sitio de crowdfunding. Al tratarse de una dependencia gubernamental, tiene prohibido contratar espacios de publicidad por su cuenta, así que se le asignó a la AIA (Aerospace Industries Association) la tarea de promover el proyecto: un video de divulgación científica, narrado por Peter “Optimus Prime” Cullen, donde se presentan las metas alcanzadas y los planes a futuro de la agencia espacial estadounidense. El reto consistía en recaudar 33 mil dólares para insertar anuncios publicitarios de la NASA durante el estreno de la película Star Trek: Into Darkness en los cines de las ciudades más importantes de los Estados Unidos, lo cual se logró en apenas cinco días.
Todo es posible
El artículo “Nuevos mecenas contemporáneos”, publicado en El País Semanal, señala que: “El 73% de las campañas finalizan con éxito, pero el 96% de los proyectos no superan los 10 000 euros”. Sin embargo, estos números no deben desalentarnos, ya que, según el mismo artículo, en la red existen alrededor de 450 plataformas de crowdfunding donde podemos probar suerte. Lo importante es confiar en nuestro proyecto y saber transmitir dicha confianza a las personas que, con un clic, pueden hacer despegar nuestros sueños.
