El calentamiento global, el cambio climático y la emergencia ambiental no son noticias nuevas: sabemos que nuestra supervivencia en el planeta está en peligro y es desalentador ver cómo las corporaciones y los jefes de estado no asumen la responsabilidad que les corresponde. No obstante, tú puedes hacer pequeñas pero valiosas contribuciones al equilibrio ecológico al dejar de consumir productos altamente contaminantes, como los que enlisto a continuación:
Hisopos de algodón. Aunque no se recomiendan para la limpieza de los oídos, siguen siendo un producto de higiene común en todas las casas y también se les da el uso de auxiliares para desmaquillarse. Pero, al ser desechados, sus bastoncillos de plástico terminan en los océanos y afectan la vida marina. Por fortuna, ya existen hisopos de silicona reutilizables —sólo hay que limpiarlos y desinfectarlos bien después de cada uso— y, también, hisopos de bambú.
Aromatizantes artificiales. A todos nos gusta que nuestra casa tenga un olor agradable, pero estos productos hacen más mal que bien: se ha descubierto que el limoneno, el químico que aporta las notas cítricas, reacciona al entrar en contacto con el ozono y crea formaldehido, el cual es tóxico y afecta la calidad del aire. La alternativa es optar por aromatizantes caseros hechos con ingredientes naturales.
Cubiertos y platos desechables. A estas alturas, es obvio que cualquier objeto desechable es malo para el medio ambiente, en especial los platos de unicel: desde su producción impactan negativamente al medio ambiente, pues ésta implica la emisión de gases de efecto invernadero; además, el material tarda más de cien años en descomponerse, se sospecha que es cancerígeno y, cuando termina en el mar, algunos animales lo confunden con comida y mueren al consumirlo. Por eso es mejor llevar nuestros platos y cubiertos a las fiestas o al comprar comida callejera.
Spray para el pelo. Al igual que los aromatizantes, este aerosol afecta la calidad del aire, pues entre sus ingredientes están el etanol, la acetona y otros compuestos volátiles orgánicos que impactan gravemente en la capa de ozono. En su lugar, puedes aprender a fabricar gel casero que, además de estar libre de ingredientes tóxicos, es una alternativa que no genera desechos plásticos.
Cigarrillos y cigarros electrónicos. No es noticia que los cigarrillos, además de ser dañinos para tu salud, impactan negativamente en el medio ambiente. El humo es tan malo para tus pulmones como para el clima, amén de que una sola colilla puede contaminar hasta cincuenta litros de agua. Y su alternativa, el cigarro electrónico, no es mucho mejor: las baterías de litio contienen metales pesados y el pod plástico se convierte en un desecho que daña los ecosistemas. Si no quieres dejar de fumar —que sería lo mejor—, la alternativa es líar tus propios cigarrillos a mano, aunque éstos aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer de faringe.
Toallitas húmedas. Son un artículo de higiene muy cómodo para la limpieza entre cambios de pañal o para desmaquillarse en un solo paso; sin embargo, aunque consisten básicamente de algodón, contienen fibras sintéticas no biodegradables que acaban, junto con otros desechos plásticos, en playas y mares. La alternativa son las toallitas de tela reutilizables para desmaquillarse y, junto con un atomizador con agua, funcionan también para el cambio de pañal de los bebés.
Suavizante de ropa. Aunque existen detergentes biodegradables, los suavizantes de tela están rezagados en ese aspecto, pues contienen componentes que generan alergias o afectan a las personas asmáticas, además de que permanecen en el agua y afectan la vida marina. Una alternativa natural es el vinagre blanco: un chorrito al enjuagar dejará tu ropa suave, y no, el olor del vinagre no quedará impregnado.
Tampones y toallas sanitarias. Son artículos de primera necesidad para personas que menstrúan, pero es imposible ignorar que una sola toalla sanitaria tarda entre 500 y 800 años en degradarse, y que el relleno contiene químicos contaminantes. Los tampones, por su parte, sí están hechos de materiales orgánicos, pero sus aplicadores y empaques son plásticos. Por fortuna existen alternativas como las toallas sanitarias de tela, la ropa interior absorbente reutilizable y las copas menstruales. Vale la pena probar alguna de estas alternativas.
Refrescos. Además de que no nutren y aportan un exceso de azúcares, los refrescos afectan la salud cardiovascular y también tienen un costo ambiental, pues la multitud de botellas y envases de plástico en que se venden terminan en ríos y mares y afectan los ecosistemas. Por si fuera poco, para producirlos las grandes refresqueras acaparan recursos de comunidades vulnerables y consumen millones de litros de agua potable. Por eso, lo más recomendable es tomar agua natural y usar un recipiente lavable propio para no tener que comprar botellas.
Cápsulas de café. De un tiempo para acá se han vuelto populares las cafeteras que usan cápsulas, tanto que ya es evidente el daño que causa la gran cantidad de desechos que genera este método de preparar café: las cápsulas están compuestas de aluminio y plástico, así que no son reciclables y contaminan suelos y aguas. Lo mejor es usar métodos que no generen desechos, como la prensa francesa, la percoladora con filtro metálico o el tradicional café de olla.
Es difícil cambiar hábitos; pero, si lo analizas, verás que muchos de los productos de esta lista no son indispensables. Además, las alternativas que se proponen son más baratas o representarán un ahorro a mediano plazo. Si no quieres cambiar tus hábitos de golpe, prueba una alternativa ecológica, acostúmbrate a ella y, cuando ésta se vuelva un hábito, pasa a la siguiente. Recuerda que cada acción cuenta…