Todos hemos escuchado el término placebo, el cual por lo general se asocia con pastillas o cápsulas inocuas que se suministran a pacientes, a menudo como punto de comparación para probar la eficacia de un medicamento. Pero, ¿sabes cuál es el origen de esta palabra, en qué consiste el “efecto placebo” y cómo puede ayudarnos a librarnos de ciertas enfermedades?
La palabra placebo proviene del latín y se traduce como “Yo habré de complacerte”, en el versículo 9 del Salmo 116 de la Biblia —placebo domino in regione vivorum—, aunque los estudiosos sostienen que es un error de traducción del latín al griego y que lo más correcto sería decir “caminaré en presencia de…”. En el ámbito médico, se define como “cualquier procedimiento o medicamento simulado o falso, diseñado para no tener ningún valor terapéutico”.
En el artículo “Placebo Controls, Exorcism and the Devil”, se afirma que Benjamín Franklin y el francés Antonio Lavoisier fueron los primeros en llevar a cabo experimentos científicos usando placebos, con la finalidad de echar por tierra las supuestas curaciones que Franz Anton Mesmer realizaba con magnetismo y así diferenciar entre los efectos reales de los producidos por la imaginación del paciente.
Más adelante, los médicos comenzaron a utilizar este método para comprobar la eficacia de determinados fármacos. Hoy sabemos que existe el “efecto placebo”, gracias al cual un tratamiento o medicina, incluso si es falso o inerte, puede tener resultados observables en la salud del paciente sólo porque éste cree fervientemente que funcionará.
Esto no quiere decir que existan remedios mágicos, ni mucho menos; más bien se relaciona con el poder de nuestra mente: en la medida que una persona tenga la convicción de que lo que está haciendo lo sanará, se producirá una sugestión que, bajo determinadas circunstancias, puede provocar una mejoría.[1]
Según Sigmund Freud, la sugestión es “la representación cuyo origen no se somete a examen, sino que se acoge como si se hubiera producido espontáneamente en el cerebro”; esto quiere decir que, en algunos casos, la sugestión puede actuar en nuestro organismo sin diferencia entre lo real de lo imaginario, y esa es la razón por la que ciertas prácticas poseen un efecto sanador en algunas personas. Pero no es el placebo el causante de la sanación, sino nosotros mismos.
En su libro Curación y recuperación, David R. Hawkins asegura que el poder de la mente es tal que aquello en que cree puede incluso manifestarse de forma física y, según este psiquiatra y guía espiritual especializado en la conciencia, si nos liberamos de las etiquetas mentales seremos capaces de sanar casi cualquier tipo de enfermedad.
Asimismo, Hawkins asegura que si abrazamos la idea de que cada uno de nosotros es un ser infinito que sólo está sujeto a aquello que está en su mente y en sus sistemas de creencias, seremos capaces de desprendernos de la enfermedad y de los dolores: “Sólo estoy sujeto a aquello que tengo en mi mente. Soy un ser infinito y, en verdad, no estoy sujeto a esta enfermedad. Esto es un hecho”.
David R. Hawkins (Facebook).
Hawkins dice que si queremos dejar ir las enfermedades, primero tenemos que desprendernos de las emociones que las causaron, cambiar nuestra actitud y la manera de percibir los acontecimientos externos, a los que les damos el poder de perjudicarnos. Entonces, si somos capaces de sugestionarnos y controlar nuestra mente, de pronto se nos abrirá un abanico de posibilidades.
Pero, ¿qué es la autosugestión? Es una técnica que, desde un acto consciente, guía los pensamientos con el propósito de cambiar nuestros sentimientos y acciones. Este método nos ayuda a reducir aquellas creencias que nos limitan o aprisionan, sustituyéndolas por ideas y pensamientos positivos.[2]
Algunos consejos para sanar tu mente y cuerpo
- Expresa de forma verbal o por escrito afirmaciones sencillas en presente y de forma positiva. Por ejemplo: “Estoy sana y en control de mi vida”.
- Identifica lo que se está manifestando en tu cuerpo y, entonces, intenta ir hasta la raíz de dicha emoción para neutralizarla. Por ejemplo, si tienes una migraña intensa, intenta identificar lo que la provocó, que puede ser estrés laboral o académico, o que estés “rumiando” tus ideas.
- Se consciente del aquí y el ahora. El pasado genera angustia y el futuro no existe; vive tu presente.
Espero que lo anterior te invite a adentrarte en el maravilloso poder que tienes en tu interior y que empieces a usarlo sabiamente. Como afirma Hawkins: “Darnos cuenta de que tenemos poder sobre nuestras propias vidas reduce la ansiedad general y nos aporta una renovada sensación de bienestar y vivacidad”.
[1] “El efecto placebo, ¿es sólo un truco de la mente?”
[2] “Autosugestión positiva, una técnica para crear nuevas creencias”.