El estado de ‘flow’: ¿qué pasa en el cerebro cuando estamos inspirados?

El estado de 'flow': ¿qué pasa en el cerebro cuando estamos inspirados?
Michelle Medrez

Michelle Medrez

Mente y espíritu

El “estado de flow” es un concepto originado en la psicología positiva, de la mano del psicólogo húngaro-estadounidense Mihály Csikszentmiháyi, quien desde muy pequeño se interesó en averiguar qué contribuye a que la vida sea digna de ser vivida y cómo podemos disfrutarla más. A partir de esa inquietud, y tras muchas investigaciones, identificó un estado placentero y prolífico de la mente en el que se presentan una serie de condiciones únicas; entre ellas:

  • un espontáneo sentimiento de éxtasis,
  • una completa concentración en lo que se está haciendo,
  • una sensación de claridad y ludicez,
  • un conocimiento intuitivo de lo que se tiene que hacer y de cómo es posible hacerlo, a pesar de las dificultades;
  • la percepción de que el tiempo desaparece o se detiene, y
  • la sensación de formar parte de algo más grande.

En su libro Flow: una psicología de la felicidad, Csikszentmiháyi comenta que dicho estado se presenta cuando hay orden en la conciencia y que esto, a su vez, sucede cuando la atención se usa para alcanzas metas realistas y acordes a la habilidad del sujeto y a las oportunidades para actuar. Puntualiza, también, que la señal de que la persona controla la conciencia es que puede centrar su atención a voluntad, evitar las distracciones y concentrarse el tiempo que sea necesario hasta alcanzar su objetivo.

Músico y su instrumento

Así, la también llamada “experiencia óptima” genera la convicción de que lo que se está haciendo es algo valioso en sí mismo, y de que se experimenta una armonía entre la información procesada por el cerebro y los objetivos previamente trazados. Esto, por supuesto, tiene consecuencias en la dinámica cerebral.

En suma, el flow es un estado de conexión máxima donde la acción y la conciencia se encuentran, y aumentan la atención plena y la creatividad. El autor del concepto sugirió que el dominio de una habilidad o concepto puede ayudar a las personas a experimentar el flow, aunque aclaró que el reto de alcanzar las metas propuestas debe sobrepasar ligeramente el nivel de habilidad actual, lo cual exigirá un esfuerzo o “estiramiento” que ayudará a que fluya la experiencia.

No obstante, a cuatro décadas de su descubrimiento, los procesos neurocognitivos del flow siguen siendo poco claros. Por eso continúan las investigaciones y los estudios bibliográficos, como el de Joshua Gold y Joseph Ciorciari, quienes revisaron los hallazgos neurocientíficos en relación al flow y dividieron en dos las teorías que nos ayudan a entender qué es lo que sucede en nuestro cerebro cuando entramos en esa especie de trance de atención y creatividad.

Bailarina

En el primer grupo, las teorías parten de que el flow está asociado con una disminución de la actividad en la corteza prefrontal del cerebro, la cual es esencial para las funciones cognitivas superiores como la memoria y la atención. Dicha actividad reducida podría explicar por qué se experimenta una percepción distorsionada del tiempo y una pérdida del pensamiento autorreferencial. A este primer grupo se le ha denominado de hipofrontalidad transitoria.

El segundo grupo, llamado sintonización, asume que la experiencia óptima hace que ciertas regiones del cerebro se comuniquen entre sí de manera más efectiva: cuando la persona está en estado de flow puede haber un aumento en la actividad de la corteza frontal, lo que contribuye a un mayor pensamiento superior. Dentro de este grupo están también las investigaciones que hallaron un aumento en la producción de dopamina —un neurotransmisor involucrado en el placer y la motivación— y otras, más recientes, que evalúan si el estado de experiencia óptima también es capaz de desactivar la noradrenalina, otro neurotransmisor cuya función es la activación de la reacción de lucha o huída y la respuesta ante el estrés.

En ese sentido, los hallazgos confirman que los efectos percibidos en el estado de flow son similares a los de la meditación, pues en ambos casos se mitiga la reacción de lucha o huída en la amígdala y se desactiva el pensamiento referencial, cuyas características principales son la preocupación, la actividad nerviosa y las alteraciones en el comportamiento derivadas de éstas.

En conclusión, las investigaciones de Mihály Csikszentmiháyi permiten concebir a la mente, la conciencia y la voluntad trabajando de forma conjunta; del mismo modo, brindan la oportunidad de reflexionar de forma tangencial y preguntarnos: en mi vida cotidiana y en lo que hago la mayor parte del día, ¿fluyo o me desgasto?

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