El mítico origen de la frase “Tomar al toro por los cuernos”

El mítico origen de la frase "Tomar al toro por los cuernos"

Fresco del templo del dios Mitra en San Marino. Siglo II d.C. National Geographic

Fabio Cupul Magaña

Fabio Cupul Magaña

Miscelánea

La frase sobre la que hablaré el día de hoy tiene una intensa carga expresiva, pues representa, para quien la emite, que una “crisis es tanto riesgo como oportunidad”. En este caso, la palabra crisis debe entenderse como el momento en que se produce un cambio en algo, por lo que se concluye que éstas forman parte cotidiana de nuestras vidas, pues las experimentan desde los más célebres y poderosos personajes, hasta los más modestos individuos que gastan sus días en el anonimato.

“Tomar al toro por los cuernos” es un enunciado que, como viejo dicho o refrán popular, declara verdad, sabiduría o hasta profecías con palabras que pueden llegar a considerarse como sagradas.[1] Es, como lo menciona Isabel Andúgar, una expresión mucho más “viva” que su explicación literal “afrontar una situación”. Existen variaciones en la estructura de esta frase, ya que puede ser formulada como “Agarrar (coger) al toro por los cuernos”, “Al toro por los cuernos”, “Al toro bravo, los cuernos” o “Hay que entrarle al toro por los cuernos”.[1]

En todos los casos anteriores resalta el mítico semblante del toro, un extraordinario animal que, por su fuerza, bravura, agresividad y capacidad de engendrar vida, es el perfecto sinodal para poner a prueba la astucia y la agilidad, tanto física como mental, de los seres humanos ante la promesa de riesgo y sacrificio de sus cuernos.

Estatua de la tauroctonía en los Museos Vaticanos

Estatua de la tauroctonía en los Museos Vaticanos

En el transcurso de mi vida se han presentado situaciones en las que, al mirar atrás, me parece que tomé “al toro por los cuernos”, pues la marcaron significativamente. Entre éstas se encuentran, por ejemplo, el abandono de la seguridad de la casa de mis padres a los 17 años para cursar una carrera universitaria; la decisión —a mis escasos 23 años— de unir mi vida con la misma persona durante los últimos 32 años, así como la temeridad que mostré durante la infancia al arrojarme al vórtice de grandes remolinos —y así emular la experiencia de Dorothy cuando, junto con su cabaña, fue arrebatada por un tornado de las praderas de Kansas y depositada en el extraño País de Oz— que surcaban las polvorientas calles de mi natal Mexicali de los años setenta.

Mis anteriores hazañas, aunque de poca monta si se comparan con las difíciles situaciones experimentadas por otras personas o grupos humanos que “tomaron al toro por los cuernos” y contribuyeron al avance de la humanidad en los campos de la ciencia, la tecnología, los derechos humanos o la salud, al menos me han permitido ser feliz y sobrevivir a los desafíos que, día a día, me impone la vida en mi realidad.

La frase que nos ocupa hoy recrea en nuestra mente la efigie del torero que, con el corazón expuesto al peligro, anula al toro en la arena del ruedo al tomarle con las manos por los cuernos y obligarle a doblar la cabeza. Sin embargo, se piensa que esta expresión es de dudosa procedencia taurina, pues al parecer proviene de la mitología mitrea, sustento del mitraísmo, religión romana que floreció entre los siglos I y IV. En ella, la imagen principal del culto era la tauroctonía, una pintura o un relieve escultórico que representaba el sacrificio ritual del toro sagrado por parte del dios Mitra.

Tauroctonía de Mitra del siglo II

Tauroctonía de Mitra del siglo II.

Según el relato, Mitra, dios de la justicia, el Sol, la guerra y los tratos, nació de una roca, cerca de un manantial sagrado y bajo un árbol sagrado. En el momento de su nacimiento, llevaba el gorro frigio,[2] una antorcha y un cuchillo. Fue adorado por pastores poco después de su nacimiento. Bebió agua del manantial sagrado. Con su cuchillo, cortó el fruto del árbol sagrado y, con las hojas de éste, confeccionó su ropa.

Encontró al toro primordial —en cuyo cuerpo estaban todos los gérmenes de la vida— cuando pastaba en las montañas. Lo agarró por los cuernos y lo montó, pero, en su galope salvaje, la bestia lo hizo desmontar. Sin embargo, Mitra siguió aferrado a sus cuernos y el toro lo arrastró durante mucho tiempo, hasta que el animal quedó exhausto. El dios lo agarró entonces por sus patas traseras y lo cargó sobre sus hombros. Lo llevó, vivo, soportando muchos padecimientos, hasta su cueva… Dentro de ella, lo sacrificó e hizo posible la creación, pues del cuerpo del inerte animal surgieron todas las especies vegetales y de su sangre, el vino.

Independientemente del origen de la frase, ambas figuras, ya sea la del valiente torero o la del salvador dios Mitra, pueden ser inspiradoras por tener el arrojo de vencer al mítico toro que, la mayoría de las veces, vive en nuestro interior y se encarga de paralizarnos de miedo cada vez que intentamos dar un paso en busca de nuestro bienestar personal o el de los demás.

[1] Hoffmann, Anita. Refranero Zoológico: apotegmas y otras expresiones populares sobre los animales. Tomo 2. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2003, pág. 327.

[2] Una especie de capucha en forma cónica, pero con la punta curvada hacia adelante como el gorro de Santa Claus.

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