El poder de la compasión

El poder de la compasión
Michelle Medrez

Michelle Medrez

Inspiración

La idea de “compasión” normalmente evoca a personajes como Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta. La razón, posiblemente, es que tendemos a pensar en la compasión como una emoción que emerge frente al sufrimiento del otro. El acto mismo de sentir compasión por alguien nos acerca a ese otro y nos impulsa a dar lo mejor de nosotros para ayudarlo. Sin embargo, la compasión puede dirigirse también a nosotros mismos mediante un cierto distanciamiento que nos hace sensibles hacia nuestro propio sufrimiento.

Sentir compasión por uno mismo es una pieza fundamental para la felicidad. En varios de los libros que han escrito sobre la autoestima, Matthew Mckay y Patrick Fanning aseguran quela esencia de ésta es la compasión por uno mismo. Según estos dos autores, la compasión tiene tres aspectos básicos.

1. La comprensión. Comprender, al otro o a uno mismo, cambia las actitudes y los pensamientos. La comprensión es sobre todo una cuestión de escuchar al otro, en lugar de construir tu versión del otro. La autocomprensión, pues, trata de elucidar las verdaderas razones que uno mismo tuvo para actuar de algún modo determinado. Sin embargo, comprender, o entender la naturaleza de los problemas, no significa necesariamente haberlos resuelto. En la mayoría de los casos simplemente significa haber descubierto ciertas tendencias en el “funcionamiento” de una persona; por ejemplo, la tendencia a actuar de tal o cual modo en una situación determinada y las motivaciones que subyacen a ese actuar.

2. La aceptación. La verdadera aceptación implica observar los hechos sin juzgarlos; no hay  aprobación ni desaprobación, se trata simplemente de aceptar los hechos tal como son. Esta es la base para después modificar los hábitos que juzguemos como no convenientes.

3. El perdón. Desde esta óptica, el perdón se entiende como la suma de la comprensión y la aceptación. Por ejemplo, al mirar hacia el pasado, uno debe intentar comprender las motivaciones de su actuar y aceptar que las cosas fueron de cierto modo y que ahora no hay posibilidad de cambiarlas. Así, al cometer un error, uno debe intentar comprender y aceptar las situaciones y los actos que tuvieron lugar. Con el perdón viene la posibilidad de mirar hacia el futuro y de vivir plenamente el presente —sin autorecriminarse por acciones pasadas y sin sentimientos de culpa o rencor.

Cuando tenemos necesidades insatisfechas —desde la necesidad de descansar hasta la necesidad de dar sentido a nuestra vida—, es natural que se cree un sufrimiento emocional que interfiere con nuestra capacidad de orientarnos hacia una meta. La autocompasión reconoce este sufrimiento y nos permite recuperar el equilibrio emocional que nos hace falta. Comprendernos, aceptarnos y perdonarnos nos ayuda a comprometernos con nuestros objetivos y perseverar en las circunstancias adversas.

Esto no implica, sin embargo, que la autocompasión sea equivalente al autocompadecimiento o, como se dice a menudo, a asumirnos como víctimas de las circunstancias. De hecho, es todo lo contrario. La autocompasión reconoce la realidad y nos permite darnos cuenta de que las circunstancias son poco saludables para nosotros, pero niega la idea de una vida poco saludable, pues ella nos conduce a aceptar que tenemos la opción de decidir; de cambiar nuestro entorno y a nosotros mismos.

Para poder desarrollar el hábito de la autocompasión es necesario evaluar la situación en que nos encontramos de la forma más objetiva posible. Es preciso centrarnos en los hechos. Una manera de mirar objetivamente nuestras circunstancias es plantearnos, y respondernos, preguntas como: ¿qué necesidad estoy intentado satisfacer con mi conducta?, ¿qué creencias o conocimientos previos influyen en ella?, y ¿qué emociones influyen en mi forma de actuar?

Estas preguntas nos ayudarán a identificar nuestras emociones, a controlar nuestros sentimientos, situarlos, y percibir nuestro sufrimiento, para después tomar las acciones correspondientes.

También es posible construir una serie de afirmaciones que te ayuden a verte de forma compasiva. Así, por ejemplo, puedes formular las siguientes frases:

Desearía que____ no hubiera ocurrido, pero intentaba hacer lo mejor que podía en ese momento. Quizá si hubiera sabido ___ habría hecho ___, pero, por desafortunada que fuera mi decisión, la acepto sin juzgarme.

Soy una persona en constante cambio y voy aprendiendo de mis errores. No me debo nada por este error debido a que ha aprendido que___.

De este modo, a partir de la autocompasión podemos perdonarnos y podemos dejar pasar nuestros fracasos o errores al comprenderlos y aceptarlos. Somos seres humanos y por ello somos susceptibles de cometer errores. Nadie sabe desde el principio cuál es el mejor camino, y si alguien lo supiera, es muy poco probable que fuera el mejor camino para todos. Cada uno de nosotros se encuentra en una circunstancia específica y enfrenta problemas específicos. Si podemos reconocer esto al sentir compasión por el otro, entonces podemos reconocerlo al sentir compasión por nosotros mismos. Sólo hay que recordar  la regla de oro: “Ámate a ti mismo como a tu prójimo”.

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