Ahora que hago cuentas, hará unos treinta años desde que no escribo un diario. Siendo preciso, en realidad nunca lo he hecho: cuando andaba arañando la veintena y estudiaba la universidad, mi hipersensibilidad juvenil y la naciente vena de las letras me llevaban a escribir mis reflexiones en las últimas páginas de mi agenda, y como iban fechadas llamé a esas notas mi “no-diario”.
Confieso que una de las razones por las que lo llame así fue el repelús que me causaba la cursi imagen de la niña con rulos que, de noche en su cama y con la pijama rosa puesta, empieza a narrar los avatares de su día empezando con la frase “Querido diario…”. La otra razón es simple: no me impuse la obligación de escribir cada día, de modo que la denominación era precisa.
Pero, más allá de ciertos prejuicios ya superados, en estos tiempos de trending topics, fake news y coronavirus, cuando muchísima gente parece sufrir de una auténtica pulsión por contar en redes sociales todo lo que hacen, piensan y les sucede a cada minuto, ¿aún tiene lugar la escritura de un diario?
En un artículo para la revista electrónica Zora, la periodista Jolie A. Doggett nos dice: “Llevar un diario no es sólo para niños; escribir tus pensamientos en uno también ayuda a los adultos a lidiar con el estrés y la ansiedad”, y cita estudios que demuestran su utilidad: desde recuperarse de hechos traumáticos y fortalecer el sistema inmunológico hasta incrementar el coeficiente intelectual.
No es ilógico pensar que el cierre de este 2020, cuando seguramente mucha gente está tratando de superar algunos hechos traumáticos mientras lidia con el estrés, la incertidumbre y la ansiedad, es un momento ideal para iniciar la terapéutica escritura de un diario. Aquí cuatro consejos para arrancar:
1. Simplemente empieza
No necesitas haber tomado un curso de redacción —o uno de esos que anuncian escritores famosos y llevan títulos como “Escritura creativa para principiantes”— para empezar a escribir un diario. Y lo que es más: ni siquiera necesitas saber escribir, pues el diario es sólo para tus ojos, de modo que puede consistir en notas sueltas, pensamientos al aire o impresiones que no harían sentido a nadie más. Eso sí: trata de tenerlo a la mano, pues una vez que empieces y le tomes gusto, nunca sabrás en qué momento te van a visitar las ganas de escribir.
2. Escribe con honestidad
Si no piensas mostrarle lo que escribes a alguien más —una tentación terrible en estos tiempos de narcisismo digital—, no tienes nada que ocultarle a nadie, ni tienes que disimular o aparentar ser quien no eres, ni tampoco tienes por qué decir cosas sólo por compromiso o autocensurarte por miedo a sufrir rechazo o recibir críticas.
En el citado artículo, la autora Nicole Russell acota que “el mero proceso de transferir tus pensamientos al papel alivia el estrés; se siente bien tener claridad, leer las palabras y comprender todo lo que estás sintiendo”.
3. No te avergüences
En otras palabras: que no te dé pena llevar un diario. Incluso para quienes no suelen enfrentarse a la expresión por medios escritos, un diario es una oportunidad de aprendizaje para reflexionar, revisar tus ideas y acciones pasadas, ver cómo has madurado y detectar las áreas donde necesitas más trabajo, madurez y desarrollo personal. Y eso vale mucho la pena.
4. No hay una forma ‘incorrecta’ de llevar un diario
Un diario personal, íntimo y terapéutico puede vivir tanto en una libreta de pasta dura diseñada específicamente para tal función como en las últimas hojas de la agenda anual, en post-its sueltos o en un enorme documento de Word o de Google Docs. No hay reglas escritas: como añade Russell, “no estás escribiendo una novela dentro de tu diario; se trata literalmente de un cuaderno que refleja lo que sucede en tu mente cada día. Así que escribe lo que tu corazón desee”.