
El 2021 es un año especial para tres de los principales monstruos del cine clásico de terror. Mientras en el mundo real la humanidad enfrenta la pandemia por covid-19, en la ficción de las películas a blanco y negro —más agradable y menos peligrosa— un conde transilvano, un doctor que revive cuerpos y un tipo que la pasa muy mal cada Luna llena apagan velitas en sus pasteles.
Así es: en 2021 las cintas clásicas con los tres monstruos emblemáticos de la Universal Pictures cumplen años: Drácula y Frankenstein cumplen noventa y El Hombre Lobo, ochenta, pues las dos primeras son de 1931 y la otra, de 1941.
Recordemos pues a estos personajes, pero imaginando un mundo en blanco y negro, con candelabros chuecos que proyectan sombras caprichosas, puertas que rechinan, carcajadas de maldad, alaridos a lo lejos y un grupo de furiosos con antorchas recorriendo páramos. Sí: como una escena de la Universal.
Monstruos universales
Cualquier aficionado al cine de terror puede nombrar a los llamados “monstruos clásicos de Universal Pictures”, quizá los más representativos del género en toda su historia. Todos filmados a blanco y negro, éstos son: Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia, el Hombre Invisible, el Fantasma de la Ópera y la Criatura de la Laguna Negra; pero hoy sólo hablaremos de los cumpleañeros.
La idea de los monstruos prácticamente nació con la productora cinematográfica, pues diez años después de su fundación la Universal ya daba sus primeros pasos en este mundo aterrador con El Jorobado de Notre Dame de 1921. En 1925, siguió con El fantasma de la Ópera y ambas fueron un éxito. Fue tal el furor, que Carl Laemmle —fundador de la Universal— y su hijo compraron los derechos de obras clásicas de la literatura, creando así a los monstruos universales.
Nos guste o no, la imagen de estos personajes cinematográficos ha quedado plasmada en la mente de millones de personas, incluso superando a los libros. La criatura con tornillos en el cuello y caminando con las manos al frente, el licántropo que se transforma en bestia a la luz de la Luna llena o el conde elegantemente vestido aclarando que no bebe… vino, son conocidas, respetadas, homenajeadas, imitadas y parodiadas por doquier.
La Luna llena resplandece
Comencemos hablando del más joven de los tres cumpleañeros: el Hombre Lobo. Corría el año 1941 y las salas de cine recibían una historia fantástica: Larry Talbot va con dos chicas a un campamento de gitanos, es atacado y mordido por un lobo que lo muerde y al que termina matando. Los gitanos lo llaman asesino porque le quitó la vida a uno de ellos… pero Larry sólo mató a un animal.

(Cortesía de Universal Pictures)
Hoy en día todos conocemos la trama del pobre hombre que, tras haber sido mordido por un hombre lobo, se transforma en una bestia aterradora con la luz de la Luna llena, pero para la época se trató de un argumento impredecible y aterrador. Dos ingredientes que convierten a The Wolf Man en un clásico son la gran actuación de Lon Chaney Jr. y que se realizó con un pequeño presupuesto de 180 mil dólares, además de la atmósfera característica de esta productora que no se pudo igualar en el remake de 2010 protagonizado por Benicio del Toro.
¡Está vivo! ¡Está vivo!
Pero regresemos al Hollywood de los años treinta, cuando un excelente director inglés abiertamente homosexual, James Whale, fue contratado por la Universal para llevar a la pantalla Frankenstein, la fundamental novela de Mary Shelley. Es un hecho que la película recae sobre la caracterización de Boris Karloff como el monstruo, pero no podemos pasar por alto a otras piezas clave.

(Cortesía de Universal Pictures)
Pongamos a Colin Clive personificando al doctor y, sobre todo, al maquillista Jack Pierce, quien sometía a Karloff a arduas sesiones de cuatro horas para, con su creatividad e inspiración, entregarnos la imagen de la criatura conocida por todos. La película es visualmente hermosa, muestra de la sensibilidad de Whale, quien volvería a las andadas con La novia de Frankenstein (1935) —y que también dirigió otro clásico de la Universal: El hombre invisible (1933).
Por desgracia, este clásico constituyó un sacrificio para Karloff, pues tras usar durante horas el pesado atuendo y el maquillaje del monstruo empezó a padecer fuertes dolores de espalda que lo marcarían hasta su muerte en 1969. Pero hoy en día, 90 años después, el doctor Frankenstein sigue jugando a ser Dios…
Bienvenido a mi castillo, señor Harker…
Aunque en 1922 ya se había proyectado el clásico del expresionismo alemán Nosferatu, dirigida por F. W. Murnau, ésta no era una versión oficial del libro de Bram Stoker, de modo que la Universal hizo los trámites legales para comprar los derechos de Drácula, publicada en 1897, y así llevar a la pantalla al más grande vampiro que ha creado la literatura.

(Cortesía de Universal Pictures)
El encargado de dirigir Drácula fue Tod Browning, quien con el paso de los años llegaría a ser uno de los más importantes realizadores del género. Y para personificar al conde exiliado, el elegido por los dioses fue el húngaro Bela Lugosi, quien se convirtió de inmediato en el arquetipo del vampiro.
Por desgracia, el actor pasaría los últimos años de su vida con una adicción a la morfina y trabajando con Ed Wood Jr., “el peor director de la historia del cine”. Bela murió en la pobreza a los 73 años, fue enterrado con su disfraz de vampiro y el funeral fue pagado por su gran amigo, Frank Sinatra.
Pero, para fortuna de todos sus espectadores, el vampiro es inmortal… como sus otros dos compañeros. Hoy, los monstruos de la Universal siguen vigentes, pues plantean arquetipos por todos conocidos y reflejan el miedo que todos los humanos sentimos. Por eso, y como las criaturas sobrenaturales que son, seguirán aquí —no importa si en Beta, VHS, DVD, Blu-ray, streaming o lo que le siga— cuando todos nos hayamos ido.
Lo único que tenemos que hacer para recordar y festejar a estas criaturas de la noche es revisitar las películas en sus versiones restauradas… eso sí, cuidándonos de las noches con relámpagos, de cierto conde transilvano y, por supuesto, de los aullidos que se escuchan cuando brilla la Luna llena.
