Al norte de Japón, frente a la Isla de Honshu, en el año 2005, se registró el récord de la pesca del atún más grande del mundo, que pesó 269 kilogramos y midió 2.7 metros. El ejemplar fue subastado y vendido a una importante cadena japonesa de sushi por el exorbitante precio de 56,5 millones de yenes, es decir, unos 507,000 dólares. En internet es posible encontrar numerosas fotografías y videos que captan desde el glorioso momento de la pesca hasta la eufórica subasta, así como todo el proceso de peso, medición y corte del pescado.
La pesca es una actividad que ha acompañado al hombre desde siempre. Y tan antigua como ella ha sido la necesidad de presumir el tamaño de la presa acuática a través de alguna evidencia que perdure después de consumido el botín. En un principio, muchos siglos antes de que existiera la cámara fotográfica, bastaba con describir lo que se había pescado; sin embargo, esto permitió la creación de leyendas de pescas inverosímiles.
Es por ello que, en el siglo XVI, los pescadores japoneses inventaron un método para poder evidenciar sus pescas; le llamaron Gyotaku —gyo significa ʽpezʼ y taku, ʽimpresiónʼ— y se trata de una técnica tradicional japonesa de estampación de peces. Con la idea de conservar los recuerdos de la pesca, los hombres llevaban consigo papel de arroz y tinta sumi no tóxica, que usaban para plasmar la huella de su captura.
La historia cuenta que un famoso noble japonés y destacado pescador de apellido Sakai pescó un gran pez que quiso imprimir con el método Gyotaku; sin embargo, no sabía cómo hacerlo, de modo que le pidió ayuda a un pescador. A partir de ese momento, todos los expertos en dicha técnica le ofrecieron sus servicios, y él escogió siempre al mejor. En las paredes de su palacio colgó un sinfín de impresiones, contagiando así el interés por esta práctica entre la nobleza japonesa. Con el tiempo, el Gyotaku se popularizó en todo Japón, pues se le consideraba de buena suerte para el pescador.
¿Y cómo se hace un Gyotaku?
Preparación. Se coloca el pescado en una superficie plana de madera y, con alfileres, se fijan las aletas. Luego se limpia todo con una esponja húmeda y se deja secar.
Por otro lado, existen dos métodos para llevar a cabo la impresión:
Método indirecto. Una vez que se encuentra limpio y seco, se coloca una hoja de papel de arroz o una tela húmeda encima del pescado y, sobre ésta, utilizando un algodón envuelto en tela de seda, se esparce la tinta sumi por toda la superficie del pez. Posteriormente, se retira el papel o tela con mucho cuidado para que no se rompa.
Método directo. Latinta se aplica directamente al pez, y luego se coloca sobre éste el papel de arroz o tela húmeda, presionando ligeramente para que se transfiera la imagen con todos sus detalles —como el tamaño, la silueta, la textura de las escamas y la transparencia de las aletas.
Fase final. El artista puede decidir dejar la impresión en tinta sumi pura. Pero también es posible pintar los ojos, añadir color y retocar detalles de las escamas y las aletas. La obra se finaliza con un sello o anotación sobre el tamaño, peso y especie del pez en cuestión.
Gyotaku en la sala de un museo
A lo largo del tiempo, tanto las técnicas de pesca como la forma de evidenciar a los ejemplares capturados se han ido perfeccionando. Con la aparición de la cámara fotográfica portátil, se volvió mucho más sencillo para los pescadores conservar y presumir sus trofeos acuáticos. Uno podría pensar que con la tecnología actual el arte de imprimir pescados ha quedado en desuso; no obstante, en lugares como Enoshima —una pequeña localidad pesquera cerca de Tokio—, los pescadores seleccionan algunos de los ejemplares capturados, los empapan en tinta e imprimen con ellos sus propios carteles publicitarios, que luego cuelgan en el interior de sus tiendas —se incluye la especie, el peso y el precio del pescado fresco que ese día se encuentra a la venta.
También está el caso de los artistas contemporáneos que utilizan esta técnica de impresión para realizar composiciones creativas, como los españoles Gabriela Diosdado y Domingo Martínez, quienes el pasado abril inauguraron, en el Centro Cultural Hispano Japonés de la Universidad de Salamanca, la exposición Gyotaku: memoria registrada.
Ahora quizá se te antoje planear una ida de pesca. Sin importar si eres un experto o vas a aprender este arte desde cero, será importante no olvidar la cámara para poder fotografiar y compartir la pesca del día en tus redes sociales. A menos que decidas llevar contigo papel y tinta para hacer tu propio Gyotaku...
NOTAS:
*Ningún pescado estampado es igual a otro.
*Existen marcas de tinta sumi no tóxica, por lo que se puede imprimir el pescado y después comerlo sin que se altere el sabor del mismo ni exista un riesgo para la salud.