No tienes que viajar medio planeta para saber qué se siente vivir al otro lado del mundo, pues una espléndida manifestación de la cultura asiática reside en el corazón de la capital mexicana: se trata del gran Barrio Chino. Conozcamos la historia de este exótico espacio en el Centro Histórico de la CDMX.
A finales del siglo XIX, llegó a los Estados Unidos —nación que presentaba un veloz desarrollo industrial— una gran ola migrante que provenía de China; la reacción del gobierno estadounidense fue promulgar la Ley de Exclusión China, la cual prohibía la entrada de ciudadanos de aquel país a su territorio. A causa de ello, quienes no alcanzaron a cruzar la frontera se quedaron en el norte de México, a inicios del siglo XX.
Algunos de estos migrantes permanecieron en la península de Baja California, aún con la idea de cruzar al país del norte en cuanto les fuera posible. Otros más dieron comienzo a sus nuevas vidas al establecerse en localidades como Mexicali, Nayarit, Guerrero, Tamaulipas, Sinaloa y Colima, principalmente. Luego, poco después de terminada la Revolución Mexicana, en las décadas de 1920 y 1930 se dio la primera ola de migración china hacia la Ciudad de México.
Tras su asentamiento en la capital, los residentes orientales poco a poco empezaron a fundar algunos comercios y negocios, sobre todo en el área ubicada entre las calles de José María Marroqui, López, Independencia y Artículo 123, en el Centro Histórico. Uno de los establecimientos más famosos desde la década de 1940 fue el legendario restaurante Shanghai, en el “Callejón de las Damas”, ubicado en la calle de Dolores, muy cerca de la Alameda Central. Los nuevos locales —que primordialmente consistían en restaurantes, cafés y lavanderías— se dieron a la tarea de posicionar las tradiciones orientales a través de la venta de sus alimentos, bebidas, artículos y servicios.
Un par de décadas después, en la década de 1960, el Barrio Chino ya se encontraba totalmente establecido y había adquirido una rica estética visual distintiva: su colorido y su iluminación, sus aromas y sus rótulos que desplegaban una bella caligrafía, sus restaurantes y sus tiendas decorados con luces rojas. Para esa época el Barrio Chino era ya muy popular, lo cual atrajo no sólo a los curiosos y a los turistas locales y extranjeros, sino también a más inmigrantes orientales, entre los cuales se contaban filipinos, coreanos e indonesios.
En el año 2006, el gobierno capitalino mexicano echó a andar la primera etapa de recuperación y restauración del Barrio Chino, en la que se realizaron varias transformaciones notables, como el cambio de circulación vehicular a peatonal; reparaciones de los sistemas de electricidad, drenaje y agua potable; renovación del alumbrado público, fachadas y banquetas; e instauración de jardineras y terrazas.
La segunda etapa de remodelación tuvo lugar entre 2007 y 2008, cuando en una ceremonia oficial fue inaugurado el Arco Chino o Pagoda, una hermosa obra donada por el gobierno del país asiático. Casi una década después, el Barrio Chino gozó de una tercera etapa de remodelaciones, en la que adquirió una extensión más amplia y nueva iluminación.
Hoy, este barrio cuenta con elementos visuales muy característicos: uno de ellos es un amuleto escultórico con la forma de dos perros Fu, hembra y macho, ubicados sobre la calle de Dolores y colocados ahí para ahuyentar “las malas vibras”. Otro elemento característico son sus tres arcos: el primero, ubicado en la calle de Independencia donde da comienzo el barrio, se conoce como el Arco de la Amistad y es de estilo tradicional, hecho de mármol, con diez metros de altura y decorado con elementos representativos de la cultura china; el segundo, localizado entre Independencia y la Avenida Juárez, se conoce como Paifang, cuyas tejas fueron traídas directamente desde China y evocan a la Ciudad Prohibida; al hermoso tercer arco, situado en la calle de Dolores casi esquina con la calle de Ayuntamiento, se le conoce como Puerta Luna, y su característico diseño rojo de ocho metros de altura representa la entrada a la armonía.
El Barrio Chino de la Ciudad de México es pequeño en dimensiones, si lo comparas con otros barrios similares, como el de Nueva York o el de San Francisco. Aun así, la esencia de la cultura oriental se respira de la misma forma en cualquiera de esos sitios. Una de las mejores formas de vivirlo y de honrar a su civilización es celebrando la llegada del Año Nuevo Chino, un evento que se conmemora con festividades y actividades originales del lugar de su nacimiento, las cuales incluyen decoraciones especiales, bailes, demostraciones y espectáculos de artes marciales.
Si vives en la Ciudad de México y quieres deleitarte con un pedacito de la cultura oriental, visita este punto de referencia cultural, el más importante para miles de familias con herencia oriental establecidas en la capital mexicana. El famoso Barrio Chino se encuentra en la calle Dolores, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, muy cerca del Palacio de Bellas Artes.
Un último dato: quizá no lo sabías, pero existe otro barrio chino, mucho menos célebre, que está ubicado en la colonia Viaducto Piedad de la Ciudad de México. Y tú, ¿ya has visitado alguno de estos barrios chinos? Si es así, ¿tienes algún comercio, tienda, actividad o restaurante favoritos?