Todos sabemos que el ritmo de vida actual provoca que gran parte de la población experimente altos niveles de tensión y presión mental en múltiples aspectos de su cotidianidad. Esta lucha constante contra el estrés tiene efectos negativos en la salud, tales como enfermedades físicas y trastornos mentales. Por eso, resulta conveniente desarrollar mecanismos que nos ayuden a contrarrestarlo.
Durante la pandemia de Covid-19, la población mundial experimentó incertidumbre, miedo y aislamiento como nunca antes en su vida y hoy, aunque las restricciones sanitarias han sido suprimidas casi en su totalidad, las alertas sobre otras posibles catástrofes siguen inundando las redes sociales y los medios de comunicación. Con detonadores presentes casi a cada momento, ¿qué podemos hacer para evitar que el estrés nos afecte tanto?
Dos buenas alternativas para combatir el estrés son destinar un tiempo a la desconexión digital y practicar actividades placenteras. Pero como vivimos en una sociedad que valora la productividad y considera a los pasatiempos como una pérdida de tiempo, puede resultar difícil contemplar la idea de relajarse y disfrutar de hacer algo sin fines competitivos o de retribución monetaria.
La idea fija de “tener que ser el o la mejor” o la expectativa de que en algún momento el hobby se convierta en una fuente de ingreso o reconocimiento, fácilmente pueden convertir una actividad placentera y relajante en una nueva fuente de estrés. Así, el objetivo de los hobbies y de darse un tiempo libre es crear un contrapeso para el estrés laboral, personal y social a través de la diversión y la relajación.
Si nuestra jornada de trabajo es extenuante y, además, tenemos que cumplir con obligaciones personales o familiares, no es de extrañar que elijamos actividades de relajación como dormir, usar las redes sociales o ver la televisión mientras estamos acostados; pero si la información o las imágenes que consumimos nos inquietan o nos producen malestar, la actividad pierde su función relajante. A esto hay que añadir que dormir no siempre implica descanso profundo, pues en estos días es común hacerlo durante pocas horas, padecer insomnio o tener algún trastorno del sueño, de modo que estamos casi sin defensas contra los estragos del estrés.
Todo lo anterior enfatiza la necesidad de adoptar un hobby o pasatiempo que nos resulte agradable, divertido y gratificante por sí mismo; una actividad que sea puramente recreativa y, de ser posible, combata los estímulos negativos a los que nos enfrentamos diariamente pues, de lo contrario, podemos caer en ciclos de conductas dañinas originadas por estímulos o condiciones que merman nuestra capacidad de tomar decisiones benéficas para nosotros mismos.
Al estar continuamente estresados y fatigados, será frecuente “no sentirnos de humor” o no tener energía para practicar un pasatiempo; pero al privarnos de los momentos divertidos, nuestras sensaciones de placer y tranquilidad disminuyen, lo cual tiene un efecto negativo en la autoestima, la confianza y la felicidad; esto, a su vez, provoca que realicemos aún menos estas actividades y, por tanto, aumente el nivel de estrés, con lo que se cierra el círculo vicioso. Por eso es importante dar al tiempo de relajación el valor que merece como protector de la salud mental y física, y adoptar un ciclo de conducta positivo al realizar con frecuencia actividades placenteras que nos brinden una sensación de bienestar y confianza que trascienda a otros aspectos de la vida.
El psicólogo húngaro-estadounidense Mihaly Robert Csikszentmihalyi, quien acuñó el término flow —del que ya hemos hablado en este medio y que define un estado mental de alta concentración en el que se pierde la noción del tiempo, también llamado “estar en la zona”— afirma que éste puede alcanzarse haciendo actividades que disfrutamos, pero que implican un pequeño reto, pues dominarlas resulta gratificante y repercute de forma positiva en nuestra autoestima.
Un requisito para obtener los mayores beneficios de un hobby es practicarlo con frecuencia y buscar activamente ser mejor en él. Según Csikszentmihalyi, este reto para mejorar es una buena manera de fortalecer la autoconfianza en nuestra capacidad de resolver problemas y de experimentar satisfacción al alcanzar metas que nos vamos imponiendo. Todo esto contribuye al desarrollo de una personalidad resiliente y capaz de enfrentarse a los retos de la vida, y contrarresta en lo posible los efectos nocivos del estrés.