
Irene Patricia Lozano Cárdenas
Trabajar en el mismo espacio físico en el que dormimos, comemos, limpiamos, convivimos y miramos los contenidos de nuestro servicio de streaming, puede ser un desafío al momento de encontrar un equilibrio entre la vida profesional y la vida cotidiana. Con demasiada frecuencia, los límites entre una y otra comienzan a desdibujarse y nos encontramos dolorosamente escindidos entre dos mundos, o casi fatalmente perdidos en uno de ellos.
Aunque una encuesta de la Asociación de Internet MX [1] —aplicada a 2571 mexicanos de diferentes zonas del país— reveló que a entre el 80 y el 90% de los participantes en el estudio les agradaba hacer home office, o trabajo remoto, e indirectamente, el estilo de vida derivado de la pandemia, esto también tiene otras implicaciones: entre el 65 y el 70% de las personas en la muestra consideran que trabajan más desde casa. Otro estudio, realizado por Ipsos en 15 países, incluido México, encontró que el 43% de las personas están impacientes por regresar a “la vida normal”. [2]
Es de esperar, sin embargo, que el regreso a la “vida normal” no ocurra en todos los casos, y ya se puede prever que, incluso después de la pandemia, haya un número elevado de gente trabajando desde casa. En este escenario, es casi seguro que muchos de ellos estarán luchando por mantener el anhelado equilibrio entre la esfera laboral y la personal.
Algunos expertos aconsejan establecer límites claros al trabajar desde casa y esforzarse por mantenerlos. Los rubros a los que hay que prestar atención son: las horas del día durante las que se trabaja —es decir, determinar un horario fijo—, el código de vestimenta —es de gran ayuda que sea similar al de la oficina—, el lugar, dentro de la casa, desde el que se trabaja —idealmente, no debe ser el mismo donde se duerme—, y, en general, el establecimiento de una rutina que nos sea funcional. Es igualmente importante, después de trabajar, saber cerrar la puerta —en sentido literal o figurado— y desconectarse.
Este enfoque casi podría formularse como “hay trabajo y luego hay vida”, asumiendo que se trata de cosas separadas. Esto puede funcionar bien para algunos, especialmente para quienes necesitan mantener las formas de la oficina tradicional cuando trabajan desde casa. Pero, incluso para otros temperamentos, este enfoque puede ser propicio. Parecería que hay algunas “verdades universales”: en general, la gente busca ser lo más productiva posible, cumplir y superar las expectativas de su trabajo, pero también mantenerse cuerda y atender sus necesidades familiares y personales.
Desde luego, algunos trabajos suponen mayores dificultades que otros al momento de integrar lo laboral con lo cotidiano —quizás en algunos casos dicha integración ni siquiera sea deseable—, pero vale la pena echar un vistazo a los distintos enfoques sobre la sinergia trabajo-vida o la armonía trabajo-vida. ¿Qué tal si nos atrevemos a pensarlo desde alguna de esas perspectivas alternativas e intentamos aplicarlas para ver qué tanto nos funcionan?
Si partimos de la idea de que el trabajo es algo–que-se-hace —y no tanto el lugar, ni el tiempo en-el-que-se-hace—, podemos dotarnos de cierta flexibilidad al trabajar desde casa. Evidentemente, hay horarios programados para reuniones, o fechas de entrega, y hay trabajos que requieren un horario fijo. Pero, más allá de eso, muchos profesionales y trabajadores pueden ver cómo y cuándo se sienten más cómodos, creativos, productivos y capaces de cumplir con los requisitos de su trabajo. Después de todo, se trata de lograr resultados y de hacer cosas, no de sentirse invadidos y agobiados.
A veces, será necesario dar un paso atrás para tener una visión diferente de las circunstancias y considerar que nuestro trabajo es una parte integral de nuestra vida —sin importar lo que hagamos— y que éste puede estar en armonía con lo que somos. David Gelles, columnista de The New York Times y autor del libro Mindful Work: How Meditation Is Changing Business from the Inside Out, nos ofrece las siguientes recomendaciones:
- La atención plena te permite concentrarte en una cosa a la vez. Evita la multitarea.
- Uno de los principios de la práctica del mindfulness es permanecer en el momento presente. Puedes mejorar tu productividad si no acumulas tareas simples. Deja lista inmediatamente cualquier tarea que tome 5 minutos.
- Agrupa tus tareas en categorías.
- Dale importancia a tu cuerpo y sus necesidades. Levántate de la silla, estírate y muévete al menos una vez cada 45 minutos. También recuerda hacer pausas activas. Esto también le manda señales a tu cerebro para liberar estrés. En tus pausas, toma aire fresco, escucha música o bebe un té.
- Cuando te sientas agotado, busca un lugar tranquilo donde puedas cerrar los ojos, respirar profundamente y volver a concentrarte.

Asimismo, es importante mencionar que la alimentación es básica para que tu cerebro trabaje correctamente. Es importante realizar todas tus comidas —incluso establecer horarios para desayunar, comer y cenar; algo que deberías hacer trabajes desde casa o no—. Busca incluir en tu alimentación el balance saludable que te permita tener energía para pensar.
A fin de cuentas, el punto es encontrar estrategias que nos permitan enfrentar los retos de las nuevas modalidades laborales —y quizá también educativas— que, si bien pueden ser más complejas, también pueden ser más vibrantes. Concédenos el beneficio de la duda e intenta algunas de las prácticas y enfoques que te hemos sugerido. Ten en cuenta que tu propósito final no es cumplir un plazo, sino tener un día feliz disfrutando lo que haces. ¿Te animas a probar?

[1] Resultados encuesta Home Office, documento elaborado por equipo de estrategia OCC.
[2] Covid-19: ¿Cuáles son los efectos psicológicos del aislamiento?