La influencia de Sigmund Freud en el conocimiento cotidiano es enorme. Muchos de los términos que él acuñó para definir fenómenos psicológicos son ahora palabras comunes, pero hay otra herramienta que Freud desarrolló y que muy pocos conocen: la interpretación de los sueños. Por eso, en este número de Bicaalú presentamos una versión simplificada de ella y desprovista de algunos elementos sobrenaturales que otros le han otorgado.
Conocer la teoría
Para Freud, los sueños y pesadillas ocurren a causa de un deseo reprimido. En su teoría, la psique humana está compuesta por tres partes: el Ello, el Yo y el Superyó. El primero es un componente instintivo que busca el placer y huye del dolor —como un niño pequeño o un animal salvaje no domesticado—; el Ello debe ser mediado por el Superyó, la parte adulta que contiene los deberes éticos y nos detiene cuando estamos a punto de dar rienda suelta a nuestros instintos. Esos deseos reprimidos buscan expresarse en los sueños —cuando el control del Superyó se ha relajado— para que podamos descansar al dar resolución, aunque sea a nivel imaginario, a nuestros deseos y miedos. De modo que nuestros sueños podrían decirnos por qué tenemos ganas de tratar mal a una persona —quizá se deba a un deseo inconfesado, disfrazado de rechazo— o por qué nunca cumplimos cierta meta: podríamos descubrir que la perseguimos para conseguir aprobación y no porque la deseemos realmente.
1. Lleva un diario de sueños. El mismo Freud utilizó sus sueños para fundamentar su teoría. Si bien hay quienes afirman que nunca sueñan, lo más probable es que no recuerden haberlo hecho. A ello contribuyen el despertador, la falta de sueño y las prisas matutinas. Si no puedes mejorar estas condiciones, puedes recurrir a la siesta vespertina.
Por otro lado, es importante tener siempre a la mano el diario en el formato que te resulte más accesible. Habrá quienes prefieran una libreta y un lápiz o bolígrafo; tal vez a otros les parezca más conveniente utilizar una grabadora de voz —que prácticamente todos los teléfonos, inteligentes o no, incluyen. En este caso, trata de describir lo que soñaste con lujo de detalles, pues hasta el más mínimo de ellos puede resultar significativo o ayudarte a recordar mejor un sueño en particular.
También es fundamental registrar días y horas. En caso de que lleguen más detalles a tu memoria, no modifiques el registro original: en lugar de eso, añade una nota adicional con ese detalle y qué fue lo que te hizo recordarlo.
2. Utiliza la asociación libre. Una de las técnicas freudianas más parodiadas es la libre asociación de ideas: evocar un elemento del sueño —lugares, personajes, texturas, olores, sabores, actos, experiencias— y desarrollar tus ideas al respecto. En su versión más popular, algunos entrevistadores dicen ideas al azar y piden al entrevistado que mencione lo primero que le venga a la mente. Al usarla como herramienta de autoanálisis, debemos evitar lo que solemos hacer de modo maquinal: reprimir nuestras primeras ideas. Así como las celebridades suelen decir ideas socialmente aceptables o que puedan ser tomadas a broma, tú mismo podrías estar tentado a no admitir tu primera idea, aunque sepas que nadie más va a leer tus notas.
Entonces, busca modos de explorar tu inconsciente sin reprimirlo. Una técnica preferida por los artistas vanguardistas de inicios del siglo XX era escribir sin detenerse a pensar o editar. [1] Ya sea que escribas a mano, a máquina o uses una grabadora, la premura por continuar con el párrafo puede dar lugar a “deslices freudianos”, en los que decimos una cosa por otra; esto, que podría pasar por casualidad, en tu mente puede resultar revelador, pues esas asociaciones de ideas no ocurren de manera fortuita. Si tienes un cómplice, un familiar o amistad que sea de tu entera confianza, pídele que te entreviste; si no, escribe las preguntas en tarjetas, descúbrelas al azar y registra la primera imagen que venga a tu mente. Las emociones fuertes suelen servir para desinhibirte, así que un paseo en los juegos más excitantes de la feria podrían ser una buena preparación. El alcohol tiene el mismo efecto, pero debe ser tratado con sumo cuidado —la idea no es promover su uso inmoderado—, y quien sepa que tiene problemas de adicción, será mejor que lo evite.
3. Recapitula. Después de varios meses de trabajar en tus sueños, tendrás un corpus de descripciones oníricas y sus correspondientes notas, de tal modo que podrás detectar patrones recurrentes. Éstos se pueden abordar de la misma manera que los elementos oníricos, pasándolos por una sesión de libre asociación de ideas, para ver qué resulta. A veces la memoria tarda algún tiempo y de pronto emerge en la superficie el recuerdo de una frase, el pasaje de un libro o la imagen de una revista sensacionalista que te impactó cuando eras pequeño. Éste es un trabajo en proceso continuo que, poco a poco, revelará más de ti mismo.
[1] v. Bicaalú 76, septiembre 2016, “Técnicas surrealistas para despertar la creatividad”; pp. 30-35.