Islas fantasma

Islas fantasma
Fausto Broca

Fausto Broca

Lugares increíbles

En el libro titulado The Un-Discovered IslandsLas islas no descubiertas—, de Malachy Tallack e ilustrado por Katie Scott, una frase extraordinaria nos recuerda nuestra naturaleza humana: “Cuando miramos al cielo, imaginamos dioses; cuando miramos al océano, imaginamos islas”.

Desde que la humanidad ha podido crear historias también ha inventado islas, y muchas de estas historias han nutrido nuestra geografía mental durante siglos y en casi todo el mundo. Algunos ejemplos de islas ficticias serían la Atlántida, que habría sido la cuna de una civilización avanzada y, según ciertos relatos, engullida por el mar; la isla Avalon, que sería el lugar del último descanso del mítico rey Arturo de Inglaterra; y la literaria Isla del Tesoro descrita por el escritor escocés Robert Louis Stevenson.

Pero una isla fantasma no es lo mismo que una isla ficticia, pues esta última existe en la imaginación, nacida en contextos artísticos, literarios o cinematográficos, o bien, en relatos ancestrales, leyendas y mitos. Una isla fantasma, en cambio, no es aquella que cruza el mar cubierta con una sábana o tiene algo de sobrenatural, sino la que aparece en un mapa oficial por un tiempo y luego desaparece porque se comprueba que no existe.

Algunas de las razones por las que una isla puede ser llamada “fantasma” son:

  • haber sido originalmente ubicada en una localización errónea;
  • haber sido reportada como tal por navegantes y exploradores, y en realidad se trataba de grupos de rocas, arrecifes o islotes;
  • porque se trataba de conos volcánicos, montículos de lava, bancos de arena u algún otro tipo de estructura inestable que emerge, brota a la vista humana, se manifiesta por un tiempo y luego desaparece.

Hoy en día, incluso con el desarrollo de mapas satelitales, a cada tanto la existencia de algunas islas fantasma sigue incluyéndose y excluyéndose de la cartografía oficial global. Sin tomar en cuenta las historias de islas perdidas y vinculadas con algún tema sobrenatural, aquí serán mencionadas tres de las islas fantasma más conocidas.

La Isla Sandy

Isla Sandy

Aun cuando el tema de las islas fantasma ha sido recurrente a lo largo de la historia, incluso hasta nuestros días, probablemente el caso más reciente sea el de la isla Sandy, pues hasta hace unos pocos años, al finalizar el año 2012, aún se encontraba localizada en la aplicación de Google Maps.

La Isla Sandy es una isla fantasma descubierta en 1876 y ubicada entre el arrecife Nereus y las Islas Chesterfield, en el mar de Coral, dentro del territorio de la Nueva Caledonia: un archipiélago de Oceanía situado en la Melanesia, al este de Australia y al norte de Nueva Zelanda. La primera vez que apareció registrada fue en un mapa del almirantazgo británico y se catalogó como un descubrimiento francés.

Este acontecimiento continuó por años y el mundo asumía la existencia de la Isla Sandy hasta que, en octubre de 2012, un navío llamado Southern Surveyor—algo así como “Topógrafo del Sur”, un barco australiano dedicado a la exploración e investigación— al llegar hasta la supuesta ubicación de la isla se encontró solamente con agua, y así se comprobó de manera oficial su inexistencia. Para muchos, sin embargo, aún continúa la polémica de si en realidad esta isla existió alguna vez o si sólo fue un delirio o una ficción creada por los navegantes.

Rupes Nigra

Rupes Nigra

Rupes Nigra, que traducido al español significa “Roca negra”, es una isla fantasma que se creía inaccesible, lejana y ubicada en el Polo Norte. Parte de su encanto era la creencia de que su existencia explicaba el maravilloso fenómeno magnético que seducía a todas las brújulas del mundo a señalar hacia el norte.

La mágica aparición de esta isla comenzó con su ubicación en el Atlas elaborado por el holandés Gerardus Mercator, una bella y ambiciosa obra cartográfica publicada en el año 1595. La misteriosa isla figuró durante siglos en los mapas de todo el mundo con el nombre completo de Rupes Nigra et Altissima, y los cartógrafos de los siglos XVI y XVII, sin comprobación alguna de su existencia, la concebían como una gran roca imantada que emergía de los congelados témpanos del Ártico.

Su enigma se vio reforzado por el misterio de las embarcaciones perdidas de aquel entonces, lo cual invitaba a pensar que su naturaleza magnética hacía estrellarse y hundir a los navíos que se atrevían a acercarse a su zona. A principios del siglo XX, el explorador Robert Peary llegó al Polo Norte y, desde luego, no encontró ninguna roca colosal de color negro. Aun así, es posible encontrar supuestos videos de esta isla fantasma en sitios de pseudociencia, ocultismo y teorías de la conspiración.

La Isla Esmeralda

La Isla Esmeralda

La última isla fantasma de este conteo tiene el nombre de una piedra preciosa, y su supuesto hallazgo fue reportado en diciembre de 1821 por la tripulación de la embarcación británica Emerald —que se traduce, justamente, como “esmeralda”—, capitaneada por William Elliot.

Según su reporte, esta isla —descrita como pequeña, pero montañosa— se ubicaría entre la isla de Australia y la Antártida, al sur de la isla Macquarie. Sin embargo, en 1840 una expedición estadounidense realizó una exploración en el área y no encontró ni un rastro de dicha isla. Más de medio siglo después, en 1909, el navío Nimrod de Ernest Shackleton, durante su expedición hacia el Polo Sur, confirmó oficialmente su inexistencia.

La última vez que apareció la Isla Esmeralda en el mundo cartográfico fue, al parecer, en un atlas de escritorio publicado por American Express en 1987. Desde entonces, la planicie abisal donde supuestamente se encontraba ubicada esta isla fantasma se conoce ahora como la Cuenca Esmeralda.

Existe un poema de John Donne que afirma que ningún humano es una isla; sin embargo, hay personas que, tal como sucede con las islas fantasma, aparecen y desaparecen del mapa. ¿A cuánta gente “fantasma” conoces en tu vida?

Cierre artículo

Recibe noticias de este blog