Julián Carrillo y el sonido trece

Julián Carrillo y el sonido trece
Mad hi-Hatter

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Café sonoro

28 de enero de 1875, Ahualulco, S.L.P. Un temblor causa el alumbramiento prematuro de Julián Carrillo Trujillo[1]. Siendo muy pequeño, Julián ingresa al coro de la iglesia de su pueblo y muestra grandes dotes para la música, por lo que es llevado a continuar sus estudios musicales a la ciudad de San Luis Potosí. Poco después, en 1895, llega a la Ciudad de México y se inscribe en el Conservatorio.

Ese año, estudiando acústica con Francisco Ortega y Fonseca, aprende un principio básico descubierto en la Antigüedad por Pitágoras: al dividir por la mitad la longitud de una cuerda, se produce la octava superior del sonido fundamental. Esta explicación lo lleva a experimentar a solas con su violín, hasta que hace un descubrimiento que cambia su vida… y, en cierto sentido, la historia de la música occidental. Nos cuenta el propio Julián Carrillo:

“Primero dividí la cuerda por la mitad de su longitud y se produjo el fenómeno que para mí era de milagro: oí la octava del sonido fundamental. Después, proseguí dividiendo la longitud de la cuerda en tres y se produjo la quinta; en cuatro, y oí la cuarta; en cinco y resultó la tercera, hasta que llegué a la octava división, pero allí me detuve por que el grueso de mi dedo y el pequeño fragmento de la cuerda que quedaba me imposibilitaban para seguir. Con el transcurso de los días crecía mi inquietud y me preguntaba: ‘¿Qué más hay? ¿Cómo seguir comprobando los sonidos producidos por divisiones más pequeñas de las cuerdas?’ Por fortuna, pensé en la hoja de una navaja en su parte roma […] y empecé a dividir el intervalo de un tono que va de la nota sol de la cuarta cuerda suelta del violín hasta llegar a la, y pude oír clara y distintamente dieciséis sonidos diferentes: es decir, los dieciseisavos de tono. Este momento marcó mi destino. Todos los conocimientos que habría de adquirir a lo largo de mi vida los dedicaría al desarrollo de los múltiples y complejos problemas resultantes de mi experimento, con el cual se rompió el ciclo de los doce únicos sonidos conocidos hasta entonces, abriendo para la música las puertas del infinito.”

Para entender este descubrimiento, y por qué se le llama “sonido trece”, hay que hacer, a vuelo de pájaro, un poco de historia. En la Antigüedad, como ya se dijo, Pitágoras descubrió una relación inversamente proporcional entre la longitud de una cuerda tensa y el sonido que produce al ser pulsada. Así, dividiendo y subdividiendo, estableció la llamada afinación pitagórica, un sistema de construcción de la escala musical que se fundamenta en la quinta perfecta —quinta justa— de razón 3/2, el cual desembocó en las siete notas musicales que usamos en Occidente y que fueron bautizadas y colocadas en un pentagrama —cinco líneas— por Guido d’Arezzo en el siglo X de nuestra era. Con la adición de cinco bemoles y sostenidos —dado que entre mi y fa, y entre si y do de la siguiente octava, no hay medios tonos—, se obtienen los doce sonidos a los que hace mención Julián Carrillo. Y a la gran innovación establecida por él se le llama “la Revolución del Sonido 13”, pues rompió con la hegemonía de los doce sonidos tradicionales, introduciendo los dieciseisavos de tono —es decir, sonidos que se encuentran entre los ya conocidos— que dieron pie a un nuevo sistema musical, con una nueva notación, nuevos instrumentos y composiciones innovadoras.

Ahora bien, las composiciones de Carrillo basadas en este “nuevo” sistema no son fáciles de escuchar: si tu oído —como el de casi todo el mundo— está habituado a los sonidos pitagóricos y a las armonías tradicionales, una Casi-sonata en cuartos de tono para violoncello solo, por ejemplo, puede sonar inquietante, exótica, disruptiva, disonante, escalofriante, incómoda o hasta un poco tétrica, y costará mucho trabajo al principio hallar la belleza en ella. Sin embargo, todo es cosa de familiarizar al oído con esta nueva gama sonora… y dejarse llevar.

Hasta el próximo Café sonoro

[1] El autor agradece al maestro Felipe Pérez Santiago la revisión técnica de este artículo.

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