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La hormiga, ¿un ser extraterrestre?

La hormiga, ¿un ser extraterrestre?
Verónica Arias

Verónica Arias

Inspiración

Quizá la respuesta del misterio de la supervivencia de la especie humana no se encuentre tanto en lo inconmensurable y distante, sino en lo diminuto y cercano…

Creo que todos, cuando fuimos niños, observamos a las hormigas marchar en fila india, dirigiéndose con determinación hacia algún lugar, mientras que en sentido contrario venían otras, en menor cantidad; y en ciertas ocasiones, lo que llamaba nuestra atención era cuando éstas se detenían para hacer contacto con las demás: parecía que se decían algo para luego continuar cada una en su marcha.

Los científicos no acaban de ponerse de acuerdo ni de dar una explicación contundente sobre el comportamiento de estos insectos. Lo cierto es que, a medida que se estudian, más interrogantes y más fascinación se generan en torno a su compleja organización y a la sorprendente capacidad de adaptación que han mostrado a lo largo de su paso por la Tierra.

Una red de insectos

Se estima que las primeras hormigas aparecieron en el planeta hace más de 130 millones de años, durante el período Cretácico, a partir de una especie de insecto no social que fue evolucionando y organizándose hasta convertirse en un ente social muy complejo y, en cierta medida, hasta hoy indescifrable. Con excepción de la Antártida y una que otra isla inhóspita, las hormigas han colonizado casi todo el planeta con sus trece mil —algunos cuentan más de veintidós mil— especies registradas, y garantizado su supervivencia gracias a su composición y organización. Su estructura parece muy simple: un cuerpo dividido en tres secciones, con una estrecha cintura, seis patas, antenas en ángulo y una delgada cutícula provista de receptores químicos y mecanismos sensoriales para percibir información de su entorno y comunicarla con gran efectividad a su colonia.

A través de una investigación realizada en 2012, se descubrió que el mecanismo de las hormigas para saber la cantidad de alimento disponible en el exterior —el cual, se calcula, desarrollaron hace 135 millones de años— es esencialmente idéntico al que usa el llamado Protocolo de Control de Transmisión en internet. Y, ¿cuál es la relación de este mecanismo con la red global de información, inventada por la inteligencia humana hace apenas unas cuantas decenas de años?

Hormigas comunicándose

Pues bien, la cosa funciona así: en internet, cuando una computadora conectada a la red recibe datos, envía un aviso de esa recepción —los llamados “acks”—; si éste llega a un ritmo más lento de lo que recibió, indica que hay poco ancho de banda disponible y, entonces, la fuente adapta el ritmo de transmisión; si los acks vuelven más rápido, se acelera el envío. De modo similar, los hormiguerostienen un sofisticado sistema para decidir cuántas hormigas recolectoras sedeben mandar fuera del nido: por ejemplo, cuando las Pogonomyrmex barbatus —hormigas rojas recolectoras— salen a rastrear la comida, su ritmo varía según la cantidad de alimento que encuentran: si es abundante, vuelven más rápido y más hormigas salen a recolectar; pero si hay poca comida, éstas tardan en volver —poco ancho de banda— y la salida se hace más lenta gracias a que las recolectoras comunican la situación, de alguna manera, con sus antenas.

La unión hace la fuerza

Los estudios sobre la supervivencia y permanencia de las hormigas como especie identifican tres factores determinantes: la especialización, la cooperación y la comunicación. Las hormigas, por sí solas, son organismos simples, pero colectivamente pueden acometer tareas casi tan complejas como las que realizan los sistemas informáticos de los humanos.

Por otro lado, algo curioso que sólo las hormigas y los humanos comparten es la capacidad de domesticar a otras especies: las hormigas “adoptan” pulgones, a los que sacan a “pastorear” fuera del nido y cuidan de cualquier amenaza. Las hormigas, además, también pueden nadar: cincuenta y siete por ciento de las hormigas tropicales que habitan en árboles, cuando caen al agua, tienen la capacidad de moverse dentro del ella a una velocidad sorprendente. Asimismo es conocida su capacidad de cargar cincuenta veces su peso y caminar largas distancias para llevarlo al hormiguero. Y por si esto fuera poco, la hormiga reina de algunas especies llega a vivir de quince a dieciséis años —lo que equivale a que un primate pudiera vivir unos cuatro mil años.

Las hormigas están llenas de capacidades y resultan una especie fascinante de observar y estudiar. No es casualidad que casi todos los niños tengan recuerdos de haber observado hormigas y hormigueros: quizá la atracción se deba a un interés innato por una inteligencia compleja pero, a la vez, simple y accesible. Y aunque de adultos, en el mejor de los casos las ignoramos —y en el peor, las repudiamos, exterminamos o sentimos fobia por ellas—, lo invito a ponderar que, así como las hormigas habitaron este planeta antes que nosotros, es muy probable que queden como testigos del futuro en nuestro planeta cuando el humano sea ya una historia antigua

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