¿De verdad se puede adivinar la personalidad de alguien interpretando su escritura? Muchas personas se hacen esta pregunta al enterarse de que algunas figuras públicas han acudido con profesionales de la grafología para interpretar sus firmas o escritura, y así analizar su personalidad, y que después éstas han declarado que la interpretación ha resultado muy fiel a la realidad.
Pero, siendo honestos, tal vez la primera pregunta que salte en la mente sea: ¿qué es la grafología? o ¿en verdad sirve para analizar la personalidad de un individuo a fin de que tome decisiones o modifique su personalidad a partir de ella? En otras palabras: ¿la grafología es un mero entretenimiento o tiene aplicaciones prácticas y útiles en la sociedad?
La escritura nos delata
La grafología es una neurociencia que pretende analizar la personalidad de un individuo por medio del análisis de su escritura, partiendo de la premisa de que cuando uno escribe, el cerebro, a partir de impulsos nerviosos que se suceden a escala minúscula y a una velocidad lumínica, transmite información a las terminales del cuerpo que usamos para escribir, las cuales bien pueden ubicarse en la boca o en los pies —que usan las personas con discapacidad—, pero por lo regular se encuentran en las manos.
Es preciso recordar que es en el cerebro donde se originan nuestros pensamientos, sentimientos, habilidades y debilidades, los diversos tipos de inteligencia y, en general, el conjunto de lo que somos: todo eso se refleja en nuestra escritura. Los expertos en grafología afirman que la acumulación de estos aspectos, más la carga informática en nuestro cerebro, es lo que causa que tengamos distintos tipos de letra: ésta depende de nuestros estados de ánimo o de los cambios que experimentamos a lo largo de la vida; de ahí que nuestra escritura actual sea diferente de la de hace unos años… y más aun de la de nuestros primeros años de colegio. La letra cambia, simplemente, porque nosotros cambiamos.
Hay quienes han calificado a la grafología como una pseudociencia; sin embargo, en años recientes muchos estudiosos han empezado a considerarla como una disciplina con bases científicas —a veces, con un noventa y nueve por ciento de precisión— que nada tiene que ver con la adivinación. Por ejemplo, en el ámbito jurídico la grafología tiene pleno reconocimiento y valor probatorio —aunque aquí toma el nombre de grafoscopía, y también se vale del estudio minucioso del tipo de papel, de la tinta o del tipo de máquina de escribir—, y un perito grafólogo tiene pleno reconocimiento legal en un juicio. Esto sucede porque los rasgos de la escritura no se pueden omitir o fingir: aunque se ejerza un esfuerzo consciente por modificarla, su esencia permanece; esa esencia contenida en nuestro cerebro con la información de quiénes somos y por qué somos lo que somos.
En el caso de las personas zurdas sucede lo mismo que con las diestras —para la grafología no importa “con qué escribas” sino “cómo escribas”—; sin embargo, quienes escriben con la mano izquierda suelen trabajar con los dos hemisferios cerebrales simultáneamente, lo que significa que las inteligencias lógica y creativa entran en juego, y este rasgo de personalidad se hace evidente en la escritura.
Terapia de escritura
Algo interesante que se ha desprendido de la popularización de la grafología es el hecho de que grafólogos profesionales están brindando terapias destinadas a modificar rasgos negativos de quienes los consultan, haciendo que éstos tomen conciencia, primero, de rasgos específicos de su personalidad.
¿Cómo sucede esto? Como se ha dicho anteriormente, la escritura es un proceso neurofisiológico, y esto permite que profesionales entrenados puedan analizar ciertos trazos de nuestra letra, manuscrita o de molde y que, a partir de ese análisis, identifiquen lo que no está funcionando correctamente. Con esta base, es posible recomendar ejercicios de escritura a fin de modificar conscientemente rasgos específicos de la personalidad en un tiempo determinado. Esto quiere decir que, a través del cambio intencional y constante en determinados rasgos escritos se envia un mensaje al cerebro, y éste a su vez reenvía la información a las terminales nerviosas, y así, al cambiar nuestra letra, vamos gradualmente modificando nuestra conducta. Interesante, ¿no?
Muchos de los que se han sometido a este tipo de terapias han mostrado un cambio positivo en su conducta habitual, y esto lo avala la abogada y especialista en grafología María Fernanda Centeno, autora del libro Grafomaniatics:
“La grafología posibilita transformaciones de vida debido a la plasticidad del cerebro, que es la capacidad de las células nerviosas para regenerarse anatómica y funcionalmente en respuesta a los estímulos del ambiente para adaptarse; para ello, cuenta con una reserva de miles de neuronas listas para integrarse en la red y realizar funciones como son: crear nuevas entradas de la información, fortalecer conexiones o generarlas interpretando información, responder y aprender.
“Científicamente se ha comprobado que la enfermedad tiene orígenes emocionales: primero se enferma el alma y, después, el cuerpo. Cuando tu mente o tus emociones sufren, debes escucharlas; cuando te duele el cuerpo, necesitas poner atención a su mensaje. La grafoterapia te permite conocer el origen de tu dolor físico o emocional, y también te da las herramientas para sanar. En tu mente está todo: la cura y la enfermedad”.
Si bien hoy día la grafología cuenta con igual número de detractores que de defensores, su valor y reconocimiento es indiscutible en campos como la investigación forense, en la que, en conjunto con ciertas ciencias exactas, ha permitido grandes avances técnicos en el ámbito criminalístico.
Ahora, permítame contarle mi experiencia personal: antes de acercarme a una grafóloga profesional, yo mismo pensaba que ésta era una práctica muy similar a la adivinación; pero, después de la cita, me convencí de que no tiene que ver con nada de eso. Hoy puedo afirmar que es una disciplina basada en el conocimiento y el estudio científico que, como en muchos otros casos, tiene un margen de error; pero, a decir de quienes la han consultado, aparentemente son más sus aciertos que sus imprecisiones.
Así que, a la pregunta del principio, sobre si realmente puede adivinarse la personalidad interpretando la escritura, yo respondo categóricamente que sí, aunque sustituiría la palabra adivinar por conocer. De modo que sí: es posible conocer la personalidad de una persona interpretando su escritura. Punto.