
En la primaria aprendimos que respirar es signo de estar vivo. Pero, suponiendo que nunca hubiéramos escuchado hablar de la respiración antes de nuestros años de educación básica, ¿cómo pudimos pasar todo ese tiempo sin morir?
En términos simples, la respuesta es que la respiración constituye un proceso inconsciente y fundamental para la vida. Los seres humanos nacemos con todos los elementos necesarios para que, de forma autónoma respecto a otras capacidades y procesos fisiológicos, podamos respirar sin necesidad de aprender a hacerlo, al contrario de, por ejemplo, caminar o hablar.
La respiración —a diferencia de la locomoción o la comunicación oral— puede ser controlada, pero no es un acto propiamente volitivo. Uno puede, por voluntad propia, quedarse callado durante una semana, sin proferir una sola palabra. Pero, en cambio, resulta imposible dejar de inspirar —aspirar aire— y espirar —exhalarlo—, aunque sólo sea durante unos pocos minutos. Y tampoco podemos perder la capacidad de respirar; así, una lesión cerebral podría dejarnos afásicos o parapléjicos, pero vivos aún: respirando.
La automatización de nuestra respiración se debe a los nervios frénicos, que viajan desde el cerebro hasta el diafragma, un músculo de forma cóncava que se encuentra debajo de los pulmones, entre las cavidades torácica y abdominal. El movimiento del diafragma se regula por medio de los nervios frénicos de manera independiente y autónoma, lo que impide que incluso durante el sueño nuestro cuerpo deje de llevar a cabo tan vital tarea.
La importancia de respirar
Pero, ¿por qué es tan importante no dejar de respirar? Aunque la respuesta parezca obvia, vale la pena elaborarla un poco. Todas las células del cuerpo necesitan oxígeno para transformarlo en energía y poder llevar a cabo sus respectivas funciones; dicho oxígeno es obtenido por la molécula de aire que se introduce en los pulmones, desde donde es transportada, mediante la sangre, a todo el cuerpo. No respirar significa morir. Es por ello que una parte de nuestro sistema nervioso se encarga de aquellas funciones que no podemos dejar de hacer, incluso si lo deseamos, con la finalidad de mantenernos vivos.
Sin embargo, el hecho de que la respiración se realice en automático no quiere decir que no podamos regularla a voluntad a fin de adquirir buenos hábitos respiratorios. Tanto médicos como especialistas en áreas del deporte o de prácticas como el yoga aseguran que podemos controlar la forma en que respiramos para producir efectos benéficos en la salud y prevenir o combatir ciertos malestares. Aprender a controlar nuestra respiración puede ayudarnos a liberar tensiones y estrés, a eliminar algunos dolores corporales e, incluso, a combatir la depresión, la ansiedad y el insomnio. Además, nos permite fortalecer nuestros pulmones, estabilizar la presión sanguínea, ejercitar órganos vitales, desintoxicarnos, mejorar el rendimiento del sistema inmune, optimizar la digestión y el aprovechamiento de los alimentos, y hasta mejorar la postura del cuerpo.
Un pequeño ejercicio de respiración
Un ejercicio muy eficaz consiste en controlar la respiración hasta lograr una cierta frecuencia regular. Éste consiste en recostarse boca arriba con los hombros bien pegados al piso, colchoneta o cama, manteniendo las piernas extendidas y las manos sobre el vientre —esta posición también ayuda a tener una buena postura: después podrás hacer todo el ejercicio de pie. Trata de inspirar durante cinco segundos llenando de aire primero el abdomen y, poco a poco, los pulmones hasta su parte alta. Luego, retén el aire por un segundo para después espirar durante seis segundos. Debes empezar vaciando los pulmones y luego, el abdomen.
Con este ejercicio aprenderás una de las técnicas del yoga para lograr una respiración profunda, que te permitirá energizar el cuerpo y la mente, así como lograr un delicioso estado de tranquilidad.
A continuación, te comparto algunas recomendaciones más para mejorar tu respiración:
- Respira siempre por la nariz. Con esto consigues que el aire que entra a tus pulmones se humedezca, se libere de impurezas y se caliente.
- Mantén una ventana abierta. Así aseguras la circulación del aire en tu habitación, en tu área de trabajo o en cualquier otra estancia.
- Practica deporte. No importa si vas de paseo al campo o rumbo a la oficina, caminar produce más beneficios a tu cuerpo que el uso del automóvil. Otros deportes, como la natación y el ciclismo, también favorecerán el desarrollo de tu capacidad pulmonar.
- Evita el polvo. Resulta dañino para las vías respiratorias y, por ello, algunas personas humedecen los pisos antes de barrer.
- Deja que entre la luz del sol. Éstapurifica el aire al eliminar microbios.
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Los seres humanos respiramos automáticamente pero, como hemos visto, eso no impide que tomemos conciencia de que lo hacemos, ni que aprendamos a regular nuestra respiración para mejorar nuestro desempeño y bienestar físico. Te invito a buscar otras técnicas para respirar que serán especialmente útiles para actividades específicas. Verás que la forma en que respiras podría ayudarte a cantar mejor, a correr más rápido o, incluso, salvarte de un ataque de pánico. Así que espira, y continúa inspirando…
