
“Se acerca el invierno”, “Todos mienten”, “La gente normal me asusta”, “Di… mi… nombre”, “La generosidad también es una forma de poder”, “Qué, ¿tú no amas a nadie? ¡Para amar se necesita coraje, y yo sí me atrevo!” Si reconoces alguna de estas frases es porque, como tantas personas de hoy, series como Juego de tronos, Dr. House, American Horror Story, Breaking Bad, House of Cards y La casa de papel —de donde las tomamos— forman parte de tu entorno.
En el siglo XX, las series de TV eran vistas como un producto de segunda mano, un entretenimiento intrascendente sólo para pasar el rato; pero, con el paso del tiempo, esto fue cambiando: la década de 1980 trajo productos icónicos como Magnum P.I., El auto increíble o Los años maravillosos, y la siguiente década cambió paradigmas de la comedia, el misterio y la ciencia ficción.
Así, Friends fue odiada por muchos pero para otros es un programa que quedó marcado en su corazón, sus mentes y su educación sentimental; por su parte, Los expedientes secretos X, donde los agentes Mulder y Scully investigaban fenómenos paranormales, abrió la puerta a una galaxia de conspiraciones e ideas paranoicas relacionadas con el supuesto de que el gobierno estadounidense oculta la presencia de alienígenas entre nosotros.
Marshall Mc Luhan sostenía que el medio es el mensaje, y el medio de las series transmite su mensaje muy bien; por eso, el nuevo milenio trajo una mejor situación para las series: The Sopranos, Californication, Mad Men, Sons of Anarchy, Breaking Bad y House of Cards nos mostraron un panorama hasta entonces desconocido, pues sus protagonistas no eran justicieros, héroes o ejemplos a seguir, y mucho menos los loables padres de familia de las sitcoms.

Por el contrario, se trataba de individuos con principios morales cuestionables: Tony Soprano y Walter White son criminales; Hanky Moody es un escritor infiel y adicto al sexo, y Frank Underwood representa el lado sucio y repulsivo de la política. Al tiempo, los ratings empezaron a superar expectativas y, poco a poco, Netflix abría paso a los servicios de streaming comunes ahora.
Hoy en día, casi todos tenemos una serie favorita de la que somos acérrimos fans, que recomendamos con la misma obsesión que tendría el integrante de una secta, que devoramos a solas en maratones o en compañía de nuestros seres queridos —con los que nos enfadamos si se atreven a ver un nuevo capítulo sin nosotros— y, por supuesto, que impactan en nuestra vida diaria en forma de memes, frases célebres, situaciones o analogías de personajes o de una situación en particular.
Los personajes de las series crecen y evolucionan. Una prueba es que en 2022 volverá El príncipe del rap, pero esta vez no como una comedia familiar con Will Smith, sino un drama con todas las de la ley; lo mismo ocurrió con Sabrina, que pasó de ser una serie de humor adolescente a un drama de terror con temas oscuros como el satanismo de Anton Szandor LaVey.

Pensar en temporadas
El tema es tan amplio que incluso hay libros que abordan el impacto social de las series. Uno de los mejores sobre el tema es, quizás, Hombres fuera de serie de Brett Martin, cuyo título en inglés Difficult Men. Behind the Scenes of a Creative Revolution, da la pista de que no las aborda como meros productos mercadológicos, sino como una auténtica revolución creativa.
Martin comienza su libro diciendo que “ahora es fácil olvidar que, durante la inmensa parte de su existencia, la idea de que la televisión era una zona muerta artísticamente hablando había sido evidente. El mismo término de televisión de calidad, utilizado por los académicos para aludir a algo que sobresalía de la bazofia descerebrada, no cumplía ni las más mínimas expectativas”; señala, además, que la televisión por cable, los videoclubes y las videocaseteras fueron fundamentales para la época dorada de las series que vivimos hoy.
Por su parte, en su libro Geopolítica de las series o el triunfo global del miedo, el brillante politólogo francés Dominique Moïsi afirma “Dime qué serie ves y te diré quién eres” y plantea que hoy las series son mucho más que meros programas de entretenimiento, pues permiten dar un vistazo a la política internacional. Al respecto, hay que decir que el género ya está recibiendo el reconocimiento que se merece y que el primer motivo de su popularidad radica en la calidad.
Hoy, las series ya no son un género secundario. Dotadas con presupuestos millonarios, pueden contratar a los mejores actores, directores y guionistas; sus diálogos están bien escritos, las historias son cuidadosamente labradas y, al circunscribirse en la larga periodicidad de las temporadas, permiten hurgar incluso en la personalidad de los personajes secundarios y crear un vínculo real entre los protagonistas y su público.
Y si pueden influir en la política, también lo pueden hacer en la filosofía y en la forma en que vemos el mundo. En Game of Thrones and Philosophy: Logic Cuts Deeper Than Swords, el profesor Henry Jacoby profundiza en temas que, aunque no lo parezca, son habituales en esta icónica serie: relativismo moral, amor e incesto, valores éticos, vicios y virtudes, la naturaleza de la maldad y del egoísmo, y en la metafísica.

En American Horror Story and Philosophy: Life Is but a Nightmare, editado por Richard Greene, —quien también ha publicado títulos con análisis filosóficos sobre Dexter, Twin Peaks, Mr. Robot y Orange is the New Black— las temporadas de este programa de Ryan Murphy son la excusa para desmenuzar temas de la conducta humana como la ética en la psicología, la eugenesia, el feminismo y los derechos LGBT+. El tema de las series, pues, es serio.
“Me quedé picado”…
En la terminología televisiva, el término cliffhanger se usa para referirse a un capítulo muy emocionante que culmina en “Continuará…”, dejando un asunto sin resolver y orillándonos a ver el siguiente episodio. Podría traducirse como “estar colgado de un acantilado”, aunque en México el modismo más adecuado sería “quedarse picados”.

El 2022, que está a la vuelta de la esquina, empezará dejándonos picados con muchas series, pues viene Stranger Things 4 y su nostalgia ochentera, The Ozark y sus lavados de dinero, y los atractivos estudiantes de Élite. En este espacio, además, conversaremos sobre cultura pop, noticias de arte, ciencia y cultura, además de películas, cómics y libros. Los invitamos a quedarse picados y, mientras tanto, a ver alguna serie…
