
Dentro del modelo tradicional, la mayoría de las parejas asumen un acuerdo que implica dos mudanzas, una casa en común, cepillos de dientes que conviven en el mismo vaso y, a veces, un “vivieron felices para siempre”. No obstante, en pleno siglo XXI es común encontrar parejas que están comprometidas, pero que no viven juntas, a pesar de que podrían hacerlo: a ese estilo de vida o modelo de relación se le conoce como Living Apart Together o LAT.
El modelo Living Apart Together ha surgido, en primer lugar, porque es muy sano. O, al menos, eso es lo que cuentan los que lo practican: es muy ventajoso no tener que remediar o negociar pequeños detalles cotidianos que desgastan los matrimonios: desde si uno aplasta la pasta de dientes por en medio y el otro lo hace doblándola meticulosamente desde abajo, hasta discusiones por hábitos en torno al orden, la limpieza, el volumen de la música y la hora de apagar la TV.
Si bien no existen estadísticas para México o América Latina, censos y encuestas en países europeos, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos indican que un diez por ciento de las personas adultas han adoptado este modelo de relación. Vivir juntos, para estas parejas, consiste en compartir una intimidad que va más allá de pagar a mitades el recibo del gas: es estirar lo mejor de su vínculo amoroso hacia el infinito e, incluso, a la distancia.

Para otros, la elección de este estilo se debe a que vivir separados ofrece alivio a las personas que dificilmente cederían su soledad y su espacio. También funciona cuando, por motivos laborales, uno de los dos tendría que modificar su vida en pos de la de su pareja y ambos han preferido que las cosas se mantengan como están; por último, tras un divorcio y si hay hijos de por medio, no forzar una convivencia física puede resultar conveniente para todos.
Estrechar los lazos en cada encuentro, llevar una vida íntima que se centra en el corazón de la relación y no en los detalles diarios de mantener un hogar, enfocarse en lo que les gusta del otro sin pasar demasiado tiempo ocupándose en las cosas pequeñas y no forzar una convivencia que, a pesar del amor, puede resultar tortuosa, son otras de las ventajas del Living Apart Together.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Uno de los factores que más influye en que el Living Apart Together termine fracasando o se torne en una relación conflictiva es algo presente casi en todas las relaciones: los celos y las inseguridades. Por eso, si este modelo llama tu atención, piensa que si te inquieta demasiado no saber dónde se encuentra o qué está haciendo tu “media naranja” que vive en otra casa, si has sentido una “corazonada” o “algo raro”, o si de plano no puedes con la idea de que alguien más acompañe a tu pareja en la cama, ahí no es. No se sabe dónde, pero en el Living Apart Together no está…
