Los libros que inspiraron Harry Potter

Los libros que inspiraron Harry Potter
Bernardo Monroy

Bernardo Monroy

Creatividad

La saga de libros de Harry Potter se ha convertido en un clásico indiscutible de la literatura popular contemporánea. Millones de personas la han leído y han llorado, reído y crecido con sus personajes. Han odiado a Voldemort, bromeado con los gemelos Weasley y empatizado con Harry, Ron y Hermione.

Los fanáticos de la saga, conocidos como “Potterheads”, conocen los conjuros, los personajes, las subtramas y las declaraciones y tuits de la autora, J.K. Rowling; pero en el universo potteriano hay un aspecto muy importante del que ningún escritor se puede alejar, por muy brillante que sea: las influencias.

Mario Vargas Llosa dice que un escritor es como el catoblepas —un animal mitológico que se devora a sí mismo—, y no le falta razón, pues aprende y se nutre de lo que lee y vive. Rowling, por supuesto, no está exenta de este rasgo, que es tan claro y visible como la cicatriz en forma de rayo de su personaje. Repasemos algunas de las influencias que dieron vida a “el niño que vivió”.

Entrebrumas

Las islas británicas tienen una gran tradición de literatura de fantasía. Desde hace siglos, las leyendas artúricas, los caballeros, dragones, hechiceros y princesas han formado parte de su tradición narrativa. Y muchos años antes de la saga del joven mago, existió una novela que se antepuso a todas y fue injustamente olvidada. Se trata de Entrebrumas, de Hope Mirrlees.

"Entrebrumas", de Hope Mirrlees

Publicada en 1926 con el título de Lud-in-the-mist, la novela fue precursora de la fantasía literaria como la conocemos. Trata sobre una ciudad que se llama, justo, Entrebrumas, en la que todo marcha bien hasta que se empieza a traficar ilegalmente con una misteriosa fruta que produce alucinaciones y locura, y proviene del País de Las Hadas. Para referirse a ella, la gente la llama “seda”.

Como toda novela de fantasía, se trata de una metáfora del mundo real: una alegoría moral del tráfico de opio, que fue un flagelo de la sociedad inglesa a finales del siglo XIX y principios del XX.

Sobre esta novela —que está bien traducida al español por Editorial Roca—, Neil Gaiman, autor de Coraline y una autoridad en literatura de fantasía, dice: “Hope Mirrlees sólo escribió una novela fantástica, pero es una de las mejores que se han escrito en lengua inglesa”. Tal vez sea exagerado afirmarlo, y aunque no sea una influencia directa para Rowling, de no haberse publicado Entrebrumas quizá no tendríamos Narnia, ni la Tierra Media y mucho menos a Hogwarts.

Expecto patronum!

En incontables entrevistas se le ha preguntado a J. K. Rowling cuáles fueron las influencias para el vasto universo bautizado como “Wizarding World”. Y ella menciona desde los mitos griegos —ahí están los tricéfalos cancerberos y los centauros— hasta Macbeth de Shakespeare, pues una popular banda de rock de este mundo mágico tiene el nombre de las tres brujas de esta obra.

Desde los mitos griegos hasta "Macbeth" de Shakespeare

También algunas leyendas y mitos populares ocupan un lugar muy importante en la saga: hombres lobo —Remus Lupin—, ánimas en pena —Myrtle ‘la llorona’—, hipogrifos, los redcaps —pequeños duendes malvados— y un largo etcétera. En cuanto a la literatura medieval inglesa, Los cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer, escrita al final del siglo XIV, son otros elementos importantes.

Accio influencias!

Ya en el siglo XX, las influencias más evidentes para Rowling son la saga de Las crónicas de Narnia de C. S. Lewis y, desde luego, El Señor de los Anillos del maestro J. R. R. Tolkien. Pero entre tantas espadas, hechicería y mitos tradicionales ingleses, hay otra que no se puede dejar pasar.

La espada en la piedra, de T. H. White, es la primera parte de la saga Camelot. Es una historia sobre el mítico rey Arturo de Inglaterra que se publicó en 1938 y a la que muchos conocen en su adaptación al cine realizada por la casa Disney. Su autor fue un respetable profesor de letras inglesas llamado Terence Hanbury White.

"La espada en la piedra", de T. H. White

La trama guarda muchas semejanzas con la de Potter, como el llamado “camino del héroe”: un jovencito pobre, huérfano y desaliñado conoce a un poderoso mago, Merlín —un claro antecedente de Dumbledore—, quien lo educa y entrena para un futuro prominente: convertirse rey de Inglaterra.

Todos tenemos un libro que marcó nuestra niñez y que leímos una y otra vez hasta casi deshojarlo. El de J. K. Rowling fue The Little White Horse, escrito por Elizabeth Goudge, cuya trama va así: una niña llamada Maria Merryweather queda huérfana y se muda al valle de Moonacre. El lugar luce desolado desde que desapareció la Princesa de la Luna, y corresponde a Maria restaurar el orden. Los Hombres del Bosque Tenebroso que someten al valle nos recuerdan a los mortífagos.

"The Little White Horse", de Elizabeth Goudge

Pero no sólo de fantasía se alimentó Rowling: entre su bagaje de lecturas también está la literatura realista, en especial la de Jane Austen. La autora de Orgullo y prejuicio enseñó mucho a Rowling, pues ambas son maestras en caracterizar a los personajes y darles toques únicos: por ejemplo, la larguirucha tía Petunia y al gordo tío Vernon, semejantes a las hijas de Mr. Bennet.

De hecho, Rowling realiza un homenaje muy sutil a la obra de Jane Austen nombrando “Mrs. Norris” a la gatita de Finch, el amargado conserje de Hogwarts que está frustrado porque carece de poderes mágicos. La señora Norris es nada menos que un personaje de la novela Mansfield Park.

Por último, otra dama de la literatura inglesa que sostiene la antorcha que iluminó el camino de la fantasía fue Edith Nesbit, autora de El castillo encantado y una escritora imprescindible del periodo victoriano, que influyó no sólo en Rowling sino también en Lewis y el universo de Narnia. Todos estos libros no están en la biblioteca de la Escuela de Magia y Hechicería, pero sí deben estar en la de cualquier amante de la literatura de fantasía.

Como dijimos, ningún escritor puede huir de sus influencias. Se trata de elecciones, y al respecto nos dice Albus Dumbledore: “Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades”.

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