Los mundos pictóricos de Max Ernst

Los mundos pictóricos de Max Ernst
Michelle Medrez

Michelle Medrez

Creatividad

En 1961, en una entrevista para la BBC, Max Ernst —”el más surrealista de los surrealistas”, según el crítico de arte G. C. Argan— expuso sus ideas respecto a la semántica del verbo ver. Comúnmente, éste significa ʽabrir los ojosʼ para mirar el mundo exterior; pero, de acuerdo con Ernst, los ojos cerrados también sirven para ver el mundo interior. Entonces, lo ideal sería tener un ojo cerrado que nos permita estar en contacto con nosotros mismos, y el otro abierto para percibir la realidad externa; en otras palabras: procurar que exista una síntesis entre el afuera y el adentro, entre la vida objetiva y la subjetiva. Esta síntesis constituiría el corazón del surrealismo, un movimiento artístico que abogó por la liberación del inconsciente para terminar con la dictadura de la lógica y la moral.

En 1921 —tres años antes de que el movimiento surrealista fuera inaugurado formalmente por André Breton con la publicación del Manifiesto Surrealista— Max Ernst pintó el cuadro Celebes, con lo cual se convirtió en el primer artista surrealista de la historia, pues en dicha obra se reúnen los principales elementos que Breton atribuiría al automatismo psíquico [1]  que caracterizaría al movimiento surrealista.

Max Ernst: "Celebes", 1921.

En Celebes encontramos una fusión entre dos mundos: el del sueño y el de la vigilia —la cual, según Breton, conduce a una realidad superior. El cuadro está dominado por una especie de tanque con cuerpo de elefante que porta una máscara militar antigás; desde la esquina inferior derecha se asoma una escultura —probablemente griega— que acaricia al elefante-tanque, y el conjunto de figuras se encuentra en un escenario más bien desolado, donde los peces vuelan entre las nubes. Todo en el cuadro parece sacado de un sueño o, más bien, de una pesadilla, que bien podría ser la de la Primera Guerra Mundial, en la que Ernst combatió. De este modo, Celebes enarbola el postulado revolucionario del surrealismo y denuncia, a través de un innovador lenguaje pictórico, la decadencia de una cultura al servicio de las armas.

Al revisar la obra de Ernst, desde sus inicios en los años veinte hasta su muerte en 1976, podemos encontrar un común denominador: lo surrealista. Pero el de Ernst es un surrealismo pesadillezco. En sus cuadros, la yuxtaposición de elementos inverosímiles en contextos que nos remiten a lugares fantásticos permiten ver lo fértil de su imaginación, así como una voraz curiosidad enfocada en la búsqueda de nuevos lenguajes y técnicas pictóricas para lograr un automatismo psíquico puro, capaz de expresar plásticamente el funcionamiento real del pensamiento en ausencia del control ejercido por la razón y fuera de toda preocupación estética o moral, tal y como declaraba Breton en su manifiesto.

Ernst, además, fue pionero del frottage y del grattage, dos técnicas artísticas útiles para liberar al inconsciente de los designios de la razón. En 1925, el artista alemán comenzó a experimentar con el frottage, una técnica que consiste en colocar una hoja de papel sobre una superficie rugosa y pasar un lápiz o carboncillo por encima de ella para trasladar la textura al papel; en los años siguientes, Ernst realizó bocetos extrayendo texturas de cortezas, hojas de árbol, rocas y telas, entre otros materiales. Posteriormente descubrió que podía trabajar esta misma idea directamente en los lienzos, con lo que nació el grattage, queconsiste en aplicar varias capas de pintura sobre la tela para luego colocarla sobre una superficie rugosa y raspar la pintura con una espátula a fin de producir texturas en tercera dimensión. En ambas técnicas, el artista debe interpretar las formas resultantes, como quien intenta descifrar el significado de un sueño.

Max Ernst: "L'Évadé", 1926
Max Ernst: "The eye of silence", (1943)

Por otro lado, en la constelación de obras de Ernst existe un elemento recurrente: la iconografía del bosque. En Árbol solitario y árboles conyugales,el pintor nos remite a un mundo primigenio, casi prehistórico, a una era en la que todavía no aparecía el hombre sobre la Tierra. Los bosques de Ernst son vastos, multiformes y, al mismo tiempo, desolados y amenazantes. La vegetación —pintada con la técnica del grattage— presenta metamorfosis insospechadas: hay anfibios que se vuelven insectos, flores que se convierten en cabezas, cabezas que se transforman en aves…

Otros elementos recurrentes en sus pinturas son los monstruos colosales y los hombres pájaro. La fusión de estos dos personajes encuentra su mejor expresión en El ángel del hogar, pintado en 1937. Contemporáneo del Guernica de Picasso, el cuadro es una representación sarcástica de Francisco Franco y el movimiento de sublevados en España, que se erigía como el representante de la familia, la patria y los valores nacionales tradicionales —el contraste entre la criatura representada y el título del cuadro es, por supuesto, irónico.

Max Ernst: "L'Ange du Foyer ou Le Triomphe du Surrealism", 1937

Max Ernst, pionero del surrealismo, principal representante del Dadá en la ciudad alemana de Colonia, gran exponente del collage —además de otras técnicas plásticas—, nos invita a adentrarnos en el mundo del inconsciente a través de un imaginario delirante, pero que al mismo tiempo atiende las condiciones de su propia producción, para no perder de vista la síntesis entre lo real y lo ilusorio, y a atrevernos a vivir con un ojo cerrado mientras el otro está abierto.

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[1] En dicho manifiesto, Breton afirma que: “Surrealismo es automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajena a toda preocupación estética o moral” [N. del E.].

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