Continuamos con este breve repaso a las extraordinarias vidas y obras de los veinte filósofos, geómetras, matemáticos y pensadores más notables de la antigua Grecia. Vale la pena aclarar que la tradición del pensamiento helenístico no sólo floreció en la península conocida como la Hélade, sino que se extendió a islas y otras ciudades del otro lado del Mediterráneo, como Alejandría, donde se construyó una legendaria biblioteca en cuyos incendios se perdieron manuscritos cuyos conocimientos representaban siglos de avances científicos cruciales. Juntos terminemos, pues, este recorrido…
Eratóstenes de Cirene
(276-194 a.C.)
Cirene era una ciudad ubicada al norte de África, en la actual Libia. Ahí nació este importante exponente de las matemáticas, la astronomía y la geografía, disciplina que prácticamente inventó como la conocemos hoy en día. Su aportación a la ciencia es crucial, pues fue la primera persona conocida en calcular con un mínimo margen de error la circunferencia de la Tierra, valiéndose solamente de varas, las sombras que éstas proyectan, una regla y su inigualable inteligencia matemática. Si quieres enterarte de cómo lo hizo, hay un capítulo de la serie Cosmos donde Carl Sagan lo explica de forma impecable y maravillosa.
Euclides
(ca. siglos IV-III a.C.)
Aunque la importancia de este sabio matemático ha sido tal que a menudo se le conoce como el “padre de la geometría”, muy poco se sabe de su vida. Se ignoran, por ejemplo, las fechas exactas de su nacimiento y de su muerte, así como su lugar de origen, aunque se presume que fue Tiro, en el actual Líbano; se ha llegado a especular, incluso, que no se trató de una persona sino de un grupo de matemáticos que con ese nombre firmaban sus obras colectivas. Como haya sido, su tratado Elementos, compuesto por trece libros, sigue siendo fundamental en el estudio y la comprensión de la geometría basada en el estudio del plano, el espacio tridimensional y los cuerpos geométricos.
Hipócrates de Cos
(ca. 460-370 a.C.)
Seguramente has oído hablar del “juramento hipocrático” que hacen los médicos antes de empezar a ejercer. Pues bien, tal promesa de servicio deriva de este nativo de la isla griega de Cos, que llegó a ser el médico más prestigioso en el llamado “siglo de Pericles”, un periodo de esplendor en la antigua Atenas. Gracias a él, la medicina empezó a estudiarse como una disciplina en sí misma y su ejercicio se hizo una profesión. Por todo ello, se le llama “padre de la medicina”.
Hipatia
(¿355-370?-415 d.C.)
Entre tantos hombres, al fin una mujer. Esta filósofa, matemática y astrónoma neoplatónica nació en la ciudad de Alejandría, Egipto, y fue hija del notable astrónomo Teón. Destacó en los campos de las matemáticas, la astronomía y la lógica, escribió sobre trigonometría y álgebra, e inventó un astrolabio plano para la observación de las estrellas. Por su pensamiento libre, su religión pagana o el riesgo político que implicaba su inteligencia, fue raptada por una turba cristiana, llevada a un templo, desnudada y desollada viva usando conchas marinas. Su muerte la convierte en una de las primeras mártires de la ciencia, por lo que precedió a personajes como Giordano Bruno y Miguel Servet.
Parménides de Elea
(ca. 530-siglo V a.C.)
Este filósofo presocrático escribió sólo una obra, un largo poema didáctico titulado Sobre la naturaleza, del cual sólo han llegado a nosotros fragmentos citados por otros filósofos. Dicha obra estaba dividida en dos partes: la vía de la verdad y la vía de las opiniones. Por su importancia, Sócrates lo llamaba “el grande” y Aristóteles lo destacaba como uno de los primeros filósofos.
Protágoras de Abdera
(481-411 a.C.)
Otro filósofo presocrático que fue un viajero aplaudido y celebrado en donde se le necesitara. Se trató de uno de los primeros filósofos que cobró por sus servicios —dicen que muy bien— y por sus conocimientos sobre las formas correctas de usar las palabras. Platón lo reconoce como el primer sofista; es decir, un “profesor de sabiduría” que daba clases de retórica, filosofía, naturalismo, moralidad y uso del lenguaje.
Platón
(427-347 a.C.)
Uno de los “tres grandes” de la filosofía griega, junto con su maestro Sócrates y su alumno, Aristóteles. Fundó la Academia de Atenas y fue maestro en ella. Escribió numerosas obras en forma de diálogos acerca de temas como la ética, la política, la epistemología y la filosofía del lenguaje. Platón afirmaba la existencia de dos mundos: el sensible, conformado por los objetos y cognoscible a través de los sentidos, y el mundo inteligible: el mundo de las ideas, de los universales y las esencias, que era el único verdadero.
Sócrates
(470-399 a.C.)
En la historia de la filosofía de la Grecia clásica, Sócrates es considerado el “antes y después”, pues los pensadores anteriores a él son llamados presocráticos. No dejó obras escritas y su escuela filosófica nos llegó a partir de las citas y comentarios de alumnos suyos, como Platón. Se le considera la fuente de casi todos los temas de la filosofía actual; cabe destacar su método de indagación, llamado “socrático”. Aunque fue un hombre respetado, en su vejez se le acusó de corromper a los jóvenes y terminó condenado a beber un veneno llamado cicuta.
Tales de Mileto
(624-546 a.C.)
El último de esta lista es este filósofo, matemático, geómetra y físico nacido en Mileto, en la actual Turquía. Su vida es nebulosa y, aunque no dejó obras escritas, se le incluía dentro de los Siete Sabios de Grecia. Se le considera el primero de los filósofos de la tradición griega, pues fue pionero en la especulación científica y en la explicación de la naturaleza, no por medio de la religión o la mitología, sino mediante la filosofía natural. Se le atribuyen numerosos descubrimientos matemáticos y geométricos, un teorema que lleva su nombre y la frase “Conócete a ti mismo”, escrita en la entrada del Templo de Apolo en Delfos.