Manual de etiqueta para no ofender a nadie

Manual de etiqueta para no ofender a nadie
Francisco Masse

Francisco Masse

Inspiración

Este año, si la incesable sucesión de causas y efectos lo permite, cumpliré el medio siglo de vida. Y en ese tiempo he sido testigo de muchísimos cambios en la sociedad, algunos de los cuales tienen que ver con el alcance que tienen las opiniones de algunas personas y, sobre todo, con las reacciones que éstas generan, las cuales muchas veces se resumen en una frase: “Me ofende”.

Según el Diccionario del Español de México, ofender se define como una acción que “hiere o humilla la dignidad, el honor o los sentimientos de alguien”, o bien, en su forma pronominal, “sentirse alguien herido o humillado de esta forma”. La primera acepción habla de un acto que lastima a alguien en su fuero interno y la segunda se refiere a los sentimientos que derivan de una ofensa.

La gente de mi edad a menudo hace alusión a la llamada “generación de cristal”, refiriéndose en específico a los millennials —la generación nacida entre 1982 y el 2000—, a quienes se les atribuye una hipersensibilidad a ciertos temas y a ciertas formas de dirigirse y relacionarse, los cuales en otros tiempos estaban, como se dice ahora, “normalizadas”.

Me refiero, desde luego, a las representaciones, los calificativos y los motes que hacen mofa del aspecto físico, del extracto social, de la pigmentación de la piel, del origen étnico o la nacionalidad, de ciertas prácticas sociales, del nivel educativo o socioeconómico, de la identidad u orientación sexual, y de otros aspectos con los que solemos definir a los grupos de personas.

"Se ofenden por todo"

Entonces, la idea que subyace bajo esta denominación de la generación de cristal es que —según se dice, sobre todo en redes sociales— “se ofenden por todo”; es decir, que son frágiles como un vaso de cristal y es como si se quebraran ante cualquier manipulación, a diferencia de las generaciones previas que aguantábamos más sin ofendernos. O al menos eso es lo que algunos creen.

No es mi intención defender a mis contemporáneos o a los más jóvenes ni, tampoco, darles la razón a ninguno de ellos. Pero como alguien que sufrió bullying en la educación básica y que vivió momentos de discriminación por su origen socioeconómico, sé de la sensación de desvaloración que puede derivar de ello. Por eso, aquí propongo un pequeño “manual de etiqueta” para no ofender a nadie a propósito, y de paso, para no ofenderse con demasiada facilidad.

1. No juzgues ni expreses tus juicios

Al decir juicios, me refiero en general a las frases contundentes que expresan la idea de que algo “está bien” o “está mal”; y de modo particular, hablamos de cualquier evaluación negativa acerca de la identidad, las prácticas, las ideas o las creencias de una persona o de un grupo de personas, las cuales no coinciden con nuestra visión del mundo.

No quiero decir que hay que abstenerse de tener una opinión, en especial si ésta proviene de la información o el estudio; más bien me refiero a evitar expresar públicamente —sobre todo, en la arena de las redes sociales— juicios negativos en torno a asuntos que no te afectan directamente. Claro que hay excepciones, como oponerse a la tortura o a la mutilación genital, pero te aseguro que de este modo te ahorrarás confrontaciones y hasta la pérdida de amistades.

No juzgues ni expreses tus juicios

2. No generalices ni pongas etiquetas

“Es que es millennial”, “esas feministas son así o asá”, “la típica opinión de una TERF”,[1] “ya cállate, whitexican” o “ese cuate es un chairo”, son todas etiquetas que, además de denostar, simplifican y reducen a la mínima expresión a alguien más y dejan de lado todas las complejidades de una personalidad, amén de que están basadas en el prejuicio y la generalización.

En especial, si quieres evitar ofender a alguien más, es recomendable evitar los calificativos peyorativos, sobre todo en medio de una discusión; en lugar de esto, presenta tus argumentos y confronta los del otro, pero evita dirigir tus ataques hacia aspectos de su persona, pues… esto justamente es ofender.

3. No trates de imponer tu postura

Nadie es tan sabio como para saber qué es lo que es bueno para todo el mundo. Así de simple. Pero muchas veces, hay que reconocerlo, nos gana la soberbia y andamos por el mundo predicando nuestra ideología, señalando con dedo acusador los yerros de otros y corrigiéndolos sin que nos lo hayan pedido.

Una receta infalible para ofender a alguien es hacer o decir algo que en el fondo signifique “Yo estoy bien, tú estás mal: te diré qué es lo que debes hacer”. Si bien todos somos humanos, cometemos errores y somos perfectibles, a nadie nos gusta que nos lo señalen, en especial si es una persona tan humana y llena de errores como uno y con aspectos que debería atender antes de señalar los ajenos.

No trates de imponer tu postura

4. No te lo tomes personal

Si recuerdas, el verbo ofender y su forma ofenderse son como un camino de ida y vuelta: puedes ofender a alguien o puedes ofenderte por sus actos y palabras. Cuando la conducta o las acciones de cierta persona nos molestan, nos duelen o nos ofenden, a menudo nos las tomamos como algo personal; y si bien es posible que en efecto tengan esa intención, muchas veces somos nosotros quienes asumimos esa intencionalidad… y tratamos de devolver la ofensa.

Si uno ve el asunto con paciencia, muchas de las cosas que nos ofenden son como cuando alguien que maneja distraído se cambia de carril y, sin querer, nos da un cerrón: actos inconscientes, derivados del ensimismamiento, la neurosis, la prisa y la inercia de la vida, y no ataques o abusos directos y deliberados contra tu persona… aunque te hayas acostumbrado a asumirlos como tales.

5. Practica la tolerancia

No es lo mismo pensar que decir, y tampoco es lo mismo que practicar. Y en este punto me refiero a acciones que van más allá de lo que las abuelitas calificaban como el “de dientes para afuera”. ¿A qué me refiero? A hacer esfuerzos claros y conscientes por entender posturas diametralmente opuestas a la tuya.

En otras palabras, si el futbol te parece “de nacos”, prueba un día ver un partido con tus amigos; o bien, si tus colegas no te simpatizan, asiste a esa comida que siempre estás eludiendo. Desde luego, se trata de intentar disfrutarlo y de evitar las críticas; tal vez después de ello compruebes que no es lo tuyo, pero ganarás una visión que no estará basada en los prejuicios, los cuales muchas veces son la raíz de los actos y las frases ofensivas.

Cierre artículo

[1] Siglas de Trans-Exclusionary Radical Feminist, que significa “Feminista Radical Trans-Excluyente”, refiriéndose a las mujeres de ideología feminista que se rehúsan a reconocer ciertos derechos de las personas transexuales.

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