La noticia, sin duda, impactó a los apasionados a la cultura pop y el entretenimiento, así como a los coleccionistas y a quienes hoy reviven —que no viven— la década de 1980: la patineta de Marty McFly, el protagonista de Volver al futuro (1984), se vendió en una subasta por poco más de medio millón de dólares.
Las cosas ocurrieron así: como muchos saben, tras el enorme éxito en taquilla de Back to the Future, el director Robert Zemeckis filmó una secuela en la que el doctor Brown, Marty Mc Fly y su novia, Jennifer, viajan al futuro, concretamente al entonces lejano año 2015. Y, en una de las más emocionantes escenas de la película, el viajero del tiempo adolescente escapa de Griff Tannen —hijo del malvado Biff, eterno villano de la saga— en una patineta voladora.
La escena, por demás emocionante y con efectos especiales impactantes para la época, se convirtió en un ícono de aquellos tiempos gracias al carisma del actor Michael J. Fox, a la hermosa música de Alan Silvestri y, sobre todo, al célebre vuelo en una hoverboard—palabra que se podría traducirse al español como “aeropatineta”—; con el tiempo, ésta se convirtió en un objeto de colección y en memorabilia cinematográfica. Y es que, aunque dicha patineta no vuela, es innegable que forma parte de la educación sentimental de millones de personas.
Cortesía de Universal Pictures / Amblin Entertainment.
La noticia, publicada en la Smithsonian Magazine el pasado 17 de noviembre, dice: “El accesorio de la película que inspiró las visiones de los espectadores de flotar en una patineta sin ruedas se vendió en una subasta la semana pasada por 501 mil 200 dólares, informa Mike Hanlon para New Atlas. Un comprador no identificado adquirió el hoverboard —no flotante— del Prop Store, un vendedor de recuerdos de entretenimiento con ubicaciones en Londres y Los Ángeles”.
El hecho de que alguien gaste esa cantidad en un artículo así puede parecer propio de un millonario excéntrico, pero da pie a al menos un par de reflexiones. La primera es el valor sentimental y económico que pueden alcanzar los objetos de utilería adquiridos por los fanáticos acérrimos de una saga —o de un equipo de futbol—; y la segunda, el impacto que pueden tener cintas como Volver al futuro en la sociedad.
Cortesía de Universal Pictures / Amblin Entertainment.
Páginas como la citada Prop Store —y otras como Hollywood Memorabilia— ofertan productos y fotografías originales de películas icónicas a personas que pueden pagar por ellas. Otro caso similar tuvo lugar el 2 de octubre de 2019, cuando la página Geek Culture informó que alguien adquirió en la misma tienda de subastas la trampa original de Los Cazafantasmas ¡por casi 250 mil dólares!
Por otro lado, los aficionados al deporte saben que unos buenos guantes de box pueden llegar a valer mucho, pero hay unos que están valuados en unos 16 mil dólares, simplemente porque quien los usó no fue otro sino Sylvester Stallone encarnando al entrañable Rocky Balboa, en una de las entregas de la saga cinematográfica del boxeador orgullo de Filadelfia.
Como señalé al principio, estas estratosféricas compras parecen ser caprichos de ricos ociosos o, peor aún, de nerds sin vida propia. Pero la situación va más allá: se trata de películas cuyos diálogos, escenas y personajes han inspirado a muchas personas y los han ayudado a salir adelante.
La cultura pop es mucho más que entretenimiento vacuo: de la misma forma que hay adultos que superaron sus miedos infantiles gracias a Los cazafantasmas, y otros que aprendieron las bases del autocontrol con los consejos de los caballeros Jedi, también hay toda una generación de niños y adolescentes inspirados por Naruto. A final de cuentas, cada quien es libre de ver las películas y dibujos animados que prefiera.
Como acertadamente dice Doc Brown en la última escena de la trilogía de Volver al futuro: “Tu futuro no está escrito aún. El de nadie lo está. Tu futuro será como tú lo hagas. Así que haz uno bueno”.