Personas que fundaron su propio país

Personas que fundaron su propio país
Bicaalú (autor)

Bicaalú

Inspiración

Seguramente habrás oído la expresión ‟la hermana república de Yucatán”; pero si piensas que eso es simplemente una referencia a la lejanía geográfica de dicha península con respecto al centro del país, debes saber que, en efecto, hubo dos de estas repúblicas en la primera mitad del siglo XIX: la primera tuvo una vida efímera, mientras que la segunda vio pasar nueve presidentes en sus siete años de existencia, e incluso contaba con bandera y escudo de armas.

Quizá también sepas de países como Liechtenstein, San Marino, Mónaco o el Vaticano, esos microestados con escasa población, escaso territorio y, extrañamente, un alto ingreso per cápita. En el presente Trisquel, traemos el siguiente nivel en cuestión de naciones diminutas: las micronaciones.

El principado de Sealand

El principado de Sealand

A doce kilómetros de la costa de Suffolk, Inglaterra, mirando hacia el canal de la Mancha, se encuentra un fuerte marítimo que durante la Segunda Guerra Mundial se conoció como HM Fort Roughs y que, al término de ésta, fue abandonado. En 1967, la familia y amigos del mayor del Ejército Británico Paddy Roy Bates ocuparon el fuerte, reclamando esos 0.025 km2 como territorio de una nación soberana e independiente: el Principado de Sealand.

Inicialmente, Paddy Roy Bates ocupó la plataforma marina con la finalidad de montar ahí una estación pirata de radio, en la época cuando las estaciones independientes fueron proscritas por el gobierno británico, que buscaba acabar con cualquier tipo de música que no fuera la clásica [1]. Desde entonces, se han instituido poco a poco en Sealand una constitución política, una bandera, un escudo de armas, un lema y un himno nacional.

Sin embargo, Sealand aún no ha sido aceptada oficialmente por ninguna otra nación. Para sufragar sus gastos, “el príncipe” Bates invita en su página web a que la gente interesada compre títulos nobiliarios a cambio de donaciones, las cuales oscilan entre las 29.99 libras esterlinas para lords, ladies, barones y baronesas, y las 199.99 si se quiere ser conde o condesa. Con todo, el futuro de Sealand es incierto: el fuerte tiene más de setenta años y, encima, el 10 de marzo de 2016 falleció la princesa Joana, esposa de Paddy Roy Bates.

La república libre de Liberlandia

La república libre de Liberlandia

En una pequeña franja de 7.37 km2 no reclamada por Croacia ni por Serbia, al poniente del río Danubio, se encuentra asentada la que se ha dado a conocer como “la nación más nueva del mundo”: Liberlandia, fundada apenas el 13 de abril de 2015 por Vit Jedlicka. En ese día, señalado como “Día de la Libertad”, se izó por primera vez su bandera y fueron recibidos los primeros liberlandeses honorarios, a quienes se les pidió acudir con “cervezas y todo lo necesario para sobrevivir al aire libre”, incluyendo tiendas de campaña y demás equipo, puesto que en la breve franja de terreno no existe ni un solo edificio en pie. El vacío legal aparente que surge a raíz de que dicho territorio no sea reclamado por dos de sus naciones vecinas —terra nullius o “tierra de nadie”— es la base en que Jedlicka, miembro del partido checo de ciudadanos libres, sustenta la creación de esta micronación —la cual, sin embargo, tampoco ha logrado ser reconocida por otras naciones registradas en la ONU.

En concordancia con su lema “Vive y deja vivir”, la propuesta administrativa de Liberlandia incluye una política de recaudación de impuestos voluntarios, políticas migratorias de puertas abiertas —con excepción de comunistas, neonazis o cualquier otro tipo de persona que se considere como extremista— y, en general, busca evitar la necesidad de un aparato burocrático cargoso. Al parecer, las peticiones de ciudadanía que la página web de esta micronación recibe se cuentan por cientos de miles a la semana y las donaciones no se han hecho esperar: numerosos depósitos internacionales se han hecho desde bancos o a través de la moneda virtual Bitcoin, y el destino de éstos se detalla abiertamente en el website oficial desde que el canadiense Brian Lovig hiciera la primera donación de 10 mil dólares “para su fase de desarrollo temprano”.

Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas en este primer año de Liberlandia. En numerosas ocasiones las fuerzas armadas de sus dos naciones vecinas han intervenido en sus asuntos, como cuando la policía fronteriza croata impidió el paso de un grupo de reporteros serbios que buscaba visitar Liberlandia; en otras ocasiones, grupos militares de uno y otro lado han entrado a su territorio, aprovechando su política de puertas abiertas. Y es que diversas autoridades, tanto serbias como croatas, han desdeñado la propuesta calificándola de “poco seria” o “una broma”, y ponen en entredicho la condición de terra nullius de ese territorio. De modo que lo más probable es que tarde o temprano los tribunales internacionales asignen esa tierra a una de las dos naciones.

El reino de La Redonda

El reino de La Redonda

La Redonda es un peñasco de cerca de 3000 km2 de superficie, ubicado entre las islas caribeñas de Antigua y Montserrat, en el que sólo viven aves marinas, lagartos y ratas. Desde su descubrimiento en 1493 por el mismísimo Cristóbal Colón, sólo había servido como escondite de corsarios y contrabandistas, hasta que se encontró que el guano depositado por las gaviotas y alcatraces que ahí abundan tenía valor comercial; entonces, la corona británica decidió anexar el territorio a su colonia en Antigua y Barbuda, un país independiente al cual oficialmente aún pertenece.

Fue en 1880 cuando, al cumplir quince años, Matthew Phipps Shiell —más conocido como M. P. Shiel— fue nombrado rey de dicho territorio por su padre, Matthew Dowdy Shiell, aduciendo su ascendencia real de supuesto origen gaélico irlandés. Entonces, el recién nombrado rey de La Redonda tomó el nombre hispánico de Felipe.

Felipe de la Redonda resultó ser tan o más excéntrico que su padre: además de ser un escritor tan prolífico que publicó cuatro libros suyos el mismo día, era capaz de pasar temporadas viviendo solamente de los frutos secos de un árbol y, según el escritor Lawrence Durrell, otorgaba títulos nobiliarios a notables literatos como H. G. Wells, Dylan Thomas, Henry Miller, Dorothy Sayers, el editor Victor Gollancz y el propio Durrell.

El sucesor de Shiel, nombrado Juan I, fue Terence Ian Fytton Armstrong, quien firmaba sus escritos como John Gawsworth. Este pintoresco personaje se preciaba de nunca haber trabajado, y financió su reinado en los pubs de los barrios londinenses de Soho y Fitzrovia, mediante la venta de volúmenes que conseguía en librerías de viejo y revendía a buen precio, juntando en la calle botellas vacías o cualquier objeto que pudiera tener algún valor y, por supuesto, otorgando títulos nobiliarios y alguna ocasional sucesión a quien le proporcionara algunas monedas. Por ello es que, a su muerte, varios literatos han asegurado ser los sucesores legítimos al trono de La Redonda, incluyendo al famoso autor español Javier Marías —o “rey Xavier”.

Cierre artículo

[1] La cinta Los piratas del rockThe Boat that Rocked— (2009) de Richard Curtis, gira en torno a un esfuerzo similar.

Recibe noticias de este blog