¿Por qué es importante calmar la mente?

¿Por qué es importante calmar la mente?
Paola Iridee

Paola Iridee

Mente y espíritu

Un cerebro sobrecargado es como un horno que calienta de más. De hecho, lejos de que signifique un mejor funcionamiento, el sobrecalentamiento del horno pone en evidencia una falla en su mecanismo. Pero no me malentiendas, tener una mente inquieta —incluso demasiadoinquieta— es, ciertamente, algo muy bueno, pues implica una gran reserva de energía disponible para que la mente trabaje. Los problemas pueden aparecer cuando la energía no es canalizada adecuadamente; es decir, cuando hay fugas de energía y, por lo tanto, una disminución en la potencia de la corriente. Al usar la mente, entonces, es necesario enfocarnos en lo que hacemos y canalizar la energía que utilizamos para dirigir nuestro trabajo hacia metas benéficas. Como el lector atento puede ya intuir, uno de los secretos para una correcta canalización es, precisamente, calmar la mente.

Antes del orden, hay caos

“¿Qué es lo que quiero?” La más de las veces, hacemos como que sabemos la respuesta a esta pregunta, pero la verdad es que rara vez tenemos claro qué es exactamente lo que queremos. Y es que, hay que aceptarlo, la vida es nada más que cambio constante. Las condiciones de nuestra propia vida van cambiando, y así nuestras prioridades cambian, nuestros gustos cambian, nuestras necesidades cambian, TOOOODO CAMBIAAA… ♫ Y eso quiere decir que también lo que queremos cambia. Conforme nos hacemos mayores, parece que la vida se va complicando más — ¡y no sólo parece, en verdad lo hace!—, pero eso no es necesariamente malo; simplemente significa que tenemos que avanzar junto con la vida para no quedarnos rezagados, y sobre todo para no desaparecer del comité de decisiones de nuestra propia existencia. Una buena manera de comenzar a responder qué es lo que en verdad queremos consiste en sincerarnos con nosotros mismos —sin juzgarnos y sin pensar en lo que quisiéramos-que-fuera-pero-no-es— y preguntarnos: ¿qué ocupa nuestra mente cotidianamente?, y luego: ¿qué es lo que realmente nos importa?

Hay que tener claras nuestras prioridades para después poder definir el enfoque y las formas de canalizar nuestra energía. Sin un enfoque correcto, nuestra energía mental no podrá ser canalizada y seguirá habiendo fugas —o sea, nuestra mente seguirá revoloteando por ahí, sin detenerse lo suficiente en ningún sitio, y tendremos como resultado… bueno, ya sabemos qué resulta de andar todo el tiempo distraídos, perdidos entre posts y artículos de Wikipedia. Aprender a discernir entre lo valioso o necesario para nuestros objetivos, y los pensamientos que sólo gastan nuestra energía sin llevarnos a ninguna parte, es clave para que podamos definir nuestro enfoque y nuestros objetivos. Es importante advertir que al inicio de esta introspección, la mente entrará momentáneamente en un caos mayor al que se encontraba, pero no hay nada de qué preocuparse. Hay que revolver la sopa para que se cocine bien. No podemos ordenar la mente sin antes llevarla al límite, así que… ¡vas!, si quieres cierra los ojos antes de dar el salto, pero asegúrate de abrirlos durante la caída.

Cantidad versus calidad

Tener una mente inquieta, caprichosa y sin domar nos orilla a una sobrecarga, que a su vez conduce, en el mejor de los casos, a un desempeño deficiente, y en el peor, a una falla monumental. Estamos tan acostumbrados a funcionar para ser productivos todo el tiempo que creemos que la quietud o la calma, necesaria para algunas actividades, es algo negativo que debe ser evitado, porque es sinónimo de holgazanería, ineptitud o estupidez —y no queremos que alguien piense así de nosotros, ¿verdad? Pero, ¡hey!, meditar en silencio antes de elegir o de hacer algo muchas veces es necesario, e incluso sabio.

El enfoque que elegimos al enfrentarnos a ciertos desafíos de la vida debe ser cuidadosamente definido, y en ocasiones implica no tomar más de lo que podemos, o sea, no concentrarnos en demasiadas cosas a la vez. Recuerda que el que mucho abarca, poco aprieta. Es necesario tener en cuenta que, a veces, menos es más. ¿Qué de todo lo que nos hace ruido dentro de nuestra mente es realmente importante? Después de definirlo, hay que ver qué podemos hacer con ello, en qué posición estamos respecto a las situaciones que nos atañen, y entonces concentrarnos sólo en unas cuantas cosas para ir resolviéndolas. Seamos sabios al elegir lo que nos guía y recordemos: NOSOTROS somos dueños de nuestra mente, y no al revés.

Estos son sólo algunos puntos de todos los que podrían desarrollarse en torno a la importancia de calmar la mente —y quizá esto que estás leyendo debería llamarse algo así como Consejos para tener una mente feliz, o algún otro título pegajoso, tener unas 138 páginas y estar en los estantes de una que otra bonita tienda departamental. Si tuviera que resumir las líneas anteriores, simplemente diría quees menester atreverse a desordenar la mente, que es preciso tener la fuerza necesaria para calmarla de nuevo, para aceptar todo lo que hay en ella, y para encontrar la distancia que nos permita ver las cosas desde un punto de vista objetivo. Sólo así podremos elegir la mejor combinación posible entre las cosas necesarias y aquellas que hacen a nuestro corazón latir más fuerte, y ése es el mejor enfoque que podemos tener. Pero recuerda también que los humanos cambiamos, y así, este proceso puede —o incluso debe— repetirse las veces que sea necesario a lo largo de nuestro paso por este mundo.

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