
Arruinar relaciones que nos parecían importantes, romper la dieta, no estudiar para el examen, dejar las cosas para después, o renunciar a un trabajo cuando ya está cerca el ascenso que esperabas son formas de autosabotaje. Se trata de todas aquellas conductas que te alejan de la meta o que te mantienen en tu zona de confort.
Patrones de pensamiento
Según la psicóloga Alice Boyes, autora del libro The Healthy Mind Toolkit: Simple Strategies to Get Out of Your Own way and Enjoy Your Life, el autosabotaje suele crearse por tres patrones de pensamiento:
1. El pensamiento fijo. Nuestra mente tiende a aferrarse a lo familiar para reducir los riesgos. De esta forma, se evita probar nuevos enfoques e intentar cosas nuevas. Esta tendencia es llamada por Boyes la heurística de lo familiar y, según la psicóloga, nos lleva a infravalorar las cosas que no están dentro de nuestra categoría de familiaridad.
2. El miedo al rechazo. Nuestra mente recuerda el dolor que sentimos cuando fuimos rechazados por figuras significativas, como nuestros padres o hermanos. Estos recuerdos activan patrones de comportamiento que nos llevan a actuar como si nos relacionáramos con esas personas en todo momento, siempre anticipando el rechazo como una forma de protección.
3. La lógica de la dilatación —o lo que todos conocemos como procrastinación. En este caso se suele pensar que “uno trabaja mejor bajo presión”, o que el problema no es tan grande, o simplemente se aplaza la tarea debido a que no se tiene la suficiente confianza en las propias habilidades. La procrastinación también puede deberse a que no se tenga la disciplina para hacer horarios, o a que la magnitud de la tarea se considere demasiado grande. Asimismo, es posible que la postergación sea causada por una tendencia perfeccionista: se piensa tanto en lo que hay que hacer que no se puede decidir por dónde empezar. Sobra decir que todas estas tendencias suelen tener un componente de ansiedad.
¿Temor al éxito?
Por otro lado, están quienes temen al éxito, pero en lugar de encarar este miedo, se preparan para el fracaso. Esto puede ser más un asunto de autoestima que de pensamiento. Nuestras acciones suelen estar guiadas por nuestro sistema de valores y creencias; entonces, si comenzamos a cosechar logros y victorias, pero no nos sentimos merecedores de ellos, o si sentimos que en realidad nuestro trabajo no merecía el éxito, quizá porque no logramos alcanzar todos los objetivos que nos propusimos, estaremos dejando el éxito a un lado para concentrarnos en el fracaso. En este esquema, el fracaso es lo que consideramos congruente con nuestra propia imagen. Este tipo de comportamiento ha sido llamado “síndrome del impostor”.
Falta de decisión
Otra razón suele ser la falta de decisión, que usualmente viene acompañada de una larga lista de excusas. Tomar decisiones implica responsabilidad y control de la propia vida; así, una forma de garantizar el autosabotaje consiste simplemente en no decidir —o, más bien, creer que no se decide— debido a que las cosas pueden seguir su curso sin que nosotros tomemos acción. La falta de decisión normalmente se vive entre el “puedo pero no puedo”, entre el “quiero pero no me dejan”, entre el “merezco pero me lo hacen muy difícil”.
La lucha interna
El doctor en psicología Leon Seltzer asegura que todas las formas de autoboicot generan sentimientos de inutilidad, incompetencia, culpa y vergüenza, y pueden derivar en alguna forma de autocastigo; es decir, en una forma de desaprobarse a sí mismo. En estos casos, sin embargo, es crucial que los proyectos que nos autosaboteamos queden inconclusos, y que podamos justificar nuestra falta de determinación con algún motivo externo —de otro modo, el autocastigo implicaría reconocer una autoagresión, algo muy difícil de manejar en términos psicológicos.
El doctor Seltzer señala que esta batalla interna puede deberse a un tipo de comportamiento pasivo-agresivo que socava sistemáticamente los esfuerzos de triunfo. Incluso asegura que se podría considerar, dependiendo de la idea de castigo y del grado de agresión, de una instancia del trastorno de personalidad negativo. Este trastorno se caracteriza por ser una “resistencia pasiva a las demandas de desempeño adecuado en situaciones sociales y ocupacionales”.
Sea cual sea la razón y los comportamientos en que deriven, todas las estrategias de autosabotaje tienen un punto en común: tratan de resguardarnos del fracaso. Son mecanismos que parecen salvarnos de sufrimientos futuros o situaciones desconocidas, pero en realidad nos impiden aventurarnos en lo desconocido, equivocarnos, crecer y vivir plenamente nuestra vida —con éxitos y fracasos incluidos. Hacernos conscientes de nuestros miedos es fundamental para dejar de castigarnos, de autosabotearnos y así tener una mejor calidad de vida.
