¿Por qué soñamos?

¿Por qué soñamos?
Carla María Durán Ugalde

Carla María Durán Ugalde

Inspiración

Dormir es inevitable. Podemos combatir la somnolencia consumiendo cafeína u otro estimulante, manteniendo la mente alerta o en estado ansioso pero, sin importar lo que hagamos, acabaremos cayendo dormidos. Este necesario descanso trae claros beneficios al cuerpo, sin embargo, mientras dormimos se nos presentan muchas otras cosas a las que puede ser muy difícil darles sentido.

Por ejemplo, ¿qué propósito tiene alucinar que somos perseguidos por un monstruo invisible o que se nos caen los dientes o que estamos desnudos en público? Aunque la ciencia ha dejado claro que dormir es una necesidad fisiológica de nuestro organismo, ha dado pocas respuestas respecto al papel de los sueños.

El mundo onírico ha fascinado a la humanidad y civilizaciones antiguas ya intentaban revelar el significado de los sueños: en Mesopotamia, por ejemplo, los reyes recopilaban sus sueños en tablillas de cera, mientras que los egipcios reunieron los sueños más comunes y sus interpretaciones en libros.

...civilizaciones antiguas ya intentaban revelar el significado de los sueños...

Por otro lado, algunos pasajes bíblicos insinúan un carácter divino en los sueños, pues a través de ellos se podía predecir el futuro o comunicarse con Dios. En la actualidad, el propósito de los sueños o sus posibles interpretaciones siguen sin ser definitivos, pero hay estudios que nos sugieren algunas posibilidades.

A principio del siglo XX, Sigmund Freud vio en los sueños una ventana al inconsciente. El austriaco consideró que éstos no se rigen por las mismas reglas que la realidad, sino por un mundo simbólico libre de censura. Así, los sueños y las pesadillas resultaban en una colección de imágenes de la vida consciente puestas bajo una lente que permite interpretar pensamientos, pulsiones y deseos.

Según Freud —que en 1899 publicó el libro Interpretación de los sueños—, analizar lo que se recuerda de los sueños revelará a la mente consciente lo que hay en el inconsciente. Así, la interpretación de los sueños ayudará a identificar deseos o sentimientos reprimidos y llevará a su sana resolución. Además, existe la hipótesis de que soñamos para sanar y procesar traumas.

Aunque todos tenemos sueños perturbadores, las pesadillas recurrentes a menudo se asocian con el estrés y el desorden de ansiedad. Además, algunos terapeutas sugieren que hablar repetidamente de un evento traumático lleva a procesarlo y a comprenderlo mejor hasta que sea manejable. Entonces, quizá el cerebro recree situaciones dolorosas en forma de pesadillas para revivirlas hasta que ya no representen una amenaza emocional. Por otro lado, los sueños inofensivos pueden servir como ensayos para la vida real: por ejemplo, un sueño en el que se tiene una conversación difícil puede ayudar a prepararnos para esa situación.

Ahora bien, además de ayudar en lo emocional se cree que los sueños también ayudan a mantener depuradas las funciones cerebrales. En 1983 se realizó un estudio que proponía la “teoría del sueño a la inversa” —reverse sleeping—, que sostiene que, al soñar y durante la fase REM [1], el cerebro desecha conexiones cerebrales innecesarias, manteniendo así el cerebro “limpio”.

Ahora, si dormir mejora las funciones cerebrales, soñar es incluso mejor: en 2010 se llevó a cabo un estudio en el que los sujetos debían salir de un laberinto; después de intentarlo una vez, los investigadores hacían que los sujetos durmieran y se vio que los que soñaban con el laberinto tenían más posibilidades de éxito.

Este experimento es ejemplo de cómo podemos soñar para resolver problemas. Como decía Freud, el mundo de los sueños es libre de convenciones y sin ellas se pueden hacer conexiones que no sucederían estando despiertos. Por eso, al soñar se puede llegar a soluciones que no se hubieran considerado de otra forma.

Por eso, algunos artistas y escritores han considerado a los sueños como grandes fuentes de inspiración. Y esto también aplica a la vida diaria: si tienes un problema lógico, práctico, social o personal, “consultarlo con la almohada” puede derivar en aciertos.

Sin embargo, la posibilidad de que los sueños sean sólo imágenes aleatorias no se ha descartado. Nuestro cerebro necesita estar en constante funcionamiento, por lo que podría estar mostrando las imágenes que ha recopilado sin ningún orden o coherencia, lo que se reflejaría en el sinsentido de los sueños.

Sin embargo, aun si es comprobada, esta teoría no quitaría mérito a la injerencia de los sueños en nuestra vida: si fueran imágenes aleatorias, seguirían ayudando a considerar los escenarios posibles de un problema y nada habría de malo en tomar este supuesto caos visual para alimentar nuestra creatividad.

Además, si esta teoría descarta que los sueños ayuden a depurar al cerebro, no elimina la posibilidad de que un sueño nos ayude a conectar con un recuerdo perdido, e incluso si no provienen de nuestros más oscuros deseos reprimidos, siempre será más fácil darle forma a nuestros demonios a través de la ficción.

Quizá pasen muchos años antes de que tengamos una respuesta definitiva a las funciones de los sueños; pero mientras tanto, ninguna posibilidad necesariamente excluye a las otras. Nuestras interrogantes alrededor de los sueños nos hablan del deseo humano por explorar terrenos misteriosos y de cómo sacamos provecho incluso de la incertidumbre.

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[1] Siglas de Rapid Eye Movement, que corresponde una fase profunda del sueño donde los ojos se mueven velozmente de un lado a otro. [N. del E.]

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